sábado, agosto 31, 2013

Otro enemigo del pueblo

Los hermanos Stockman: Basilio Álvarez y Jorge Palacios en la pieza de Ibsen,versionada por Ulive.
Venezuela azotada por la corrupción, o la mala conducta, de unos cuantos políticos, empresarios, policías, militares y algunos sectores de su gran comunidad. El Estado, por intermedio del gobierno nacional, hace campañas para controlar y extirpar ese cáncer que pone en peligro a la democracia misma. 
Dos agrupaciones teatrales reflexionan sobre esa corrupción, tan antigua como el hombre mismo, y llevan a escena sendos montajes de El enemigo del pueblo (1882) de Henrik Ibsen, con los cuales hacen temporadas en diversas salas caraqueñas. Ya reseñamos el sobrio espectáculo del Grupo Teatral Emergente, adaptado y dirigido por Jesús Delgado. Y ahora abordamos la impactante producción del Grupo Skena, con ambiciosa y creativa puesta en escena de  Armando Álvarez, que exhibe CorpbancaBOD, bajo el título Enemigo del pueblo, con excelentes actuaciones de Jorge Palacios y Basilio Álvarez, bien apoyados por Juan Carlos Ogando, Israel Moreno, Beatriz Mayz, Patrizia Aymerich, Alejandro Díaz, Luis Ernesto Rodríguez, Valentina Ortiz y Daniel Colmenares, entre otros. 
En esencia, Enemigo del pueblo, versionado por Ugo Ulive, cuestiona crudamente los excesos en que caen las democracias, cuando son dirigidas por gobernantes malignos y mentirosos. Su saga se centra en el balneario de un poblado, el cual tiene contaminadas sus aguas por una bacteria muy peligrosa para la salud de los usuarios. El médico Tomás Stockman, hermano del gobernador de esa comarca, Pedro, da la voz de alerta y cunde el escándalo público. No conviene que se conozca la verdad que propala el galeno y logran silenciarlo, utilizando especialmente  el poder político y la nefasta manipulación de los medios de comunicación, los cuales le mienten descaradamente a la comunidad con una campaña mediática liderizada por el maquiavélico Pedro Stockman. El destierro o la miseria esperan al decente Tomás y su familia. 
Con la versión adaptada a los años 60 del siglo XX, el director Álvarez utiliza apoyo audiovisual para crear la atmosfera donde se desenvuelven los hermanos Stockman: Pedro, humanista y preocupado por la salud física y mental de su comunidad, y Pedro, político con pretensiones que ve peligrar su carrera si impide el crecimiento del balneario ante la eventualidad de las enfermedades de sus usuarios. Pero se impone el poder sobre la verdad y como las bacterias no podrán ser manipuladas  mediáticamente, como al pueblo, más temprano que tarde generaran epidemias…pero ya eso es otra pieza teatral.
Los  espectadores  de Enemigo del pueblo además de ser impactados  por la claridad de la anécdota, presencian la utilización de varios actores que representan al pueblo y están en el patio de butacas, para aplaudir a Pedro y mofarse de Tomás,  con lo cual generan una absurda situación, porque son obvios embusteros.
Este juego con el falso pueblo  eleva la temperatura del espectáculo y provoca una catarsis casi explosiva del público, que comparará esa realidad escénica con otras situaciones allende el escenario. ¿El teatro copia a la vida o la vida se inspira en el teatro?

La vigencia teatral de Ibrahim Guerra

A 2,50 la cubalibre y La última noche de Fedora son exitosas obras teatrales que mantienen a este autor en los escenarios caraqueños. La primera lleva más de cuatro años, gracias a la empresa productora de Mimi Lazo; la segunda comenzó su periplo desde el pasado mes de julio, bajo la guía de Mango Producciones. Pero ahora Ibrahim Guerra (Caracas, 1944)  también es noticia porque ganó el Premio de Dramaturgia Marita King 2013 gracias a su  texto Juan Francisco de León. Y, por si fuera poco, a mediados de septiembre, exhibe un espectáculo sobre el primer actor Carlos Márquez, en Unearte.
Ibrahim reconoce que cuenta unas 30 piezas concluidas, por hacer tiene muchas y muchísimas en mente. “Sí, en efecto, además tengo varias premiadas: A 2,50 la cubalibre con el Quetzal de Ónix, mexicano, por ser la obra más montada fuera de Venezuela, y creo que dentro también. Por Patria  coseché dos galardones Municipales, los adjudicaron a la pieza y a mí como dramaturgo. Ahora a Juan Francisco de León, el Marita King 2013.  Algunas otras tienen mención publicación y tengo cuatro guiones de cine premiados”.
-¿Cuando escribe por dónde comienza y cómo avanza?
-Ahora, que soy instructor de guiones, desarrollo académicamente varios métodos diferentes para hacerlos, pero en mis obras no aplico ninguno, al menos conscientemente. Creo que los  tengo ya mimetizados. Mi metodología personal, estilística, parte del espacio. Si el tema que tengo previsto no encaja en ningún espacio real, o factible de ser creado para ella, el mismo carece de sentido para mí. El conflicto, aspecto fundamental en el drama, comienza a tomar forma cuando los personajes que lo provocan se mueven en su propia atmosfera. Esto, tal vez se deba a que me hice director mucho antes que dramaturgo. A veces, es el mismo espacio el que me sugiere el tema.
- ¿Cuándo escribe propone la puesta en escena, eso no es un esfuerzo adicional para el escritor?
-Si, en la medida de que pueda extenderme en la exposición de la puesta en escena, lo hago, por la misma razón de que la pienso como director. Describir los ambientes y las  acciones, me ayuda a visualizar a los personajes en su propia salsa. No representa para mí un esfuerzo adicional, todo lo contrario. Me ayuda. Es una herramienta. Los originales, las primeras versiones de mis piezas, son larguísimos, y abundantes en descripciones, luego, las someto a severas revisiones y las reduzco a su mínima expresión. Aun así, me quedan extensas en descripciones. Me pasa que en la medida en que alargo las descripciones, los diálogos se me hacen más cortos y dinámicos. 
HIPERREALISMO
- Además de autor es director y ahí es donde inventa o crea las rupturas espaciales y las temporales, como el hiperrealismo, etcétera. ¿Hacia dónde va o se orienta?
-El hiperrealismo que desarrollo lo fundamento en cinco pilares básicos: 1.- Acatamiento irrestricto a las unidades aristotélicas: acción, tiempo y lugar.  Todo debe ocurrir en un mismo espacio, en tiempo real. 2.- Los parlamentos son referenciados y discursivos, a la griega también. 3.- El lenguaje, aquí si ya no, es llano y vulgar, grosero, si fuera necesario. Soy, en este sentido, un empedernido defensor de nuestras lenguas nativas. Creo que el venezolano tiene su propia lengua, como la tiene también el colombiano y el mexicano. La Real Academia de la Lengua, esa nefasta institución, tiene la pervertida manía de llamar venezolanismos o colombianismos a expresiones lingüísticas de gran belleza y riqueza cultural. Eso sí lo considero un verdadero atropello e intromisión imperial, y, por demás, perjudicial para nuestro  desarrollo intelectual, como si la lengua española hubiese surgido por generación espontánea, y fuera totalmente pura. Y esto es porque sabe que en nuestro continente dicha lengua, como tal, está prevista a desaparecer, para darle espacios a nuestras propias formas de expresión verbal, y, desde luego, literaria. 4.- En el hiperrealismo deben ocurrir cosas cotidianas, sin rebuscamientos de ningún tipo, y, 5.- Como último recurso, la teatralidad para representar el hecho escénico es indispensable, porque, al fin y al cabo, de hacer teatro se trata.  Estoy experimentado en este momento abolir este último recurso. Montar una pieza sin que los espectadores la esperen, ni hayan acudido expresamente al sitio para verla. Es decir, sorprenderlo, no sólo con el acontecimiento teatral, que no lo será en términos convencionales, sino, con la circunstancia del hecho mismo, por demás, insólito e inesperado.
NADA PAVOSO GUSTA
- El tema de la obra premiada  apunta hacia las reivindicaciones sociales, ¿va a proseguir con ese filón? 
-Yo no trabajo en mis piezas las reivindicaciones de ningún tipo, eso me parece pavosísimo. Y aclaro que no pretendí hacerlo en esta. Trabajo acontecimientos aberrantes, sin intentar reivindicar a nadie, porque eso no me toca a mí, esa es una labor del Estado o de quien le toque. Me limito a tratar las diferencias, las injusticias, los atropellos. Si se acabaran, se me acotarían lo temas, a mí y a todos los dramaturgos. No sé si el teatro dejará de tener vigencia cuando el mundo sea absolutamente justo. Esto último, desde luego, parecería imposible. Esta idea del teatro tuvo su origen cuando la civilización dejó de bailar y cantar en sus ceremonias festivas y religiosas, y comenzó a suponer que algo olía mal en Dinamarca, al detectar los males que la agobiaban. Se dio, entonces, a la tarea de mostrarlos en sus pachangas.
PROYECTOS
Ibrahim Guerra sigue escribiendo y tiene tres espectáculos previstos. “Una comedia musical, basada en Chávez. Aún no logro comprender la grandeza  y las miserias de ese hombre extraordinario,  que logró conmover los cimientos del mundo con su integridad, que hace suponer en las grandes debilidades en las que está sumergida la humanidad. Otro, dirigir un espectáculo escrito por José Gabriel Núñez para la Universidad de las Artes, con Carlos Márquez como figura única. Carlos es el actor venezolano por antonomasia. La gente lo adora. Por  él sienten una gran identificación. Lo sienten arraigado no sólo con el arte de hacer teatro, sino con la esencia misma de la historia reciente del país. Lo otro, trabajar con Rodolfo Saglimbeni la temporada de ópera, para la que, según sus propias palabras, no hay reales, pero si grandes deseos de salvarla. Todos vamos a trabajar prácticamente gratis, por lo que urge una bajadita de las entidades involucradas.


sábado, agosto 24, 2013

Pablo Neruda vive en Miami

Orlando Urdaneta y Paolo  Ragone
El  cartero, la popular versión teatral de la novela Ardiente paciencia (1985) de Antonio Skarmeta, hermosa creación melodramática sobre Pablo Neruda, inicia temporada el próximo 30 de agosto en la sala Miracle Theatre de Coral Gables, Miami, gracias a la suma de talentos artísticos y la intensa participación de los venezolanos Orlando Urdaneta y David Chacón Pérez, apuntalados  por la primera actriz cubana Beatriz Valdés y los jóvenes europeos Paulo Ragone y Danise Faro.
Nacido de Maracaibo el 14 de octubre de 1946, Orlando Urdaneta ha sobrevivido en Miami, desde hace  más de una década, gracias a  su profesión de actor y “con una pequeña ayuda de sus amigos”. Cuenta –por intermedio de la Internet- que hizo varias temporadas de Divorciarme…yo, una en Miracle Theater del Actors Play House (la primera vez en su historia que mostraban una obra en castellano) y la segunda en el Teatro Abanico. Después en la sala del Edificio de Productores, coproducido por Marisela Berti, Carlos Vasallo y con la dirección de Mauricio Wallerstein. Y otra, ya producida por Manuel Mendoza y Raúl Gonzales, en la Sala Katarsis.
 También montó Monólogos del pene en el Teatro Trail. Hizo una gira con Producciones Varela, al lado de Juan Soler y el gran Polo Ortin, por varios países latinoamericanos y México. También ha mostrado, en MicroTeatro, Palabra de honor, El otro lado de la puerta y Algo sexual. En síntesis, sino actúa no come él…ni su familia.
-¿Difícil hacer teatro en Estados Unidos de América? ¿Cuáles son los problemas más comunes?
-Uno se acostumbra que se trabaja para una comunidad hispana variopinta. Las cosas hay que decirlas,  a veces, acompañadas de un par de símiles. O elegir el menos extraño a todos. Hay que tomar una decisión entre la pieza costumbrista o la obra universal, y ambas llevan público. Las que fracasan son las ensaladas gramaticales. Pero aparte de eso, en teatro, no hay mayores problemas.
--¿Cómo ha respondido la comunidad venezolana ante sus montajes?
-Han tenido hacia mí una maravillosa respuesta. Y han hecho que me conozcan sus amigos, parientes y vecinos colombianos, cubanos, sureños, centroamericanos o mexicanos que no me conocían.
-¿Qué ha pasado con ese Pablo Neruda que ahora encarna? ¿Cómo lo ha abordado?
-De entrada, con la serenidad entre su edad y la mía. Fabricando una colcha de retazos, entre anécdotas escuchadas directamente de sus contemporáneos, que la vida me regaló conocer. He devorado los libros que sobre él he conseguido. He recordado toda su convulsa historia política. Pero lo he trabajado, esencialmente, desde su poesía. Allí está su esencia, en  su poesía está su gran aliento. Y todo ello, de la mano amorosa de mi director, David Chacón Pérez. En la vida de un actor de teatro no aparecen dos roles  como este de encarnar a Neruda. A veces ninguno. Es una bendición…un hermoso reto.
- ¿Qué otro trabajo teatral proyecta?
-Escribí un texto para MicroTeatro que espera aprobación y se llama Medio muerto. David tiene otros dos proyectos que me involucran y, en el mapa mediato, contemplo Nueva York, donde sólo trabajé una vez, profesionalmente, mientras estaba con Lee Strasberg. Trimestralmente debo reponer  Divorciarme…yo,  porque fue designada “Obra Icónica de la Ciudad de Miami y del Teatro Trail. Se hace un solo show a las 10:30 pm. Y hasta ahora llevamos tres presentaciones en fila, a casa llena.
Dos veces en Caracas
La pieza teatral  El cartero – o  Ardiente paciencia-que aquí en  Caracas, a finales del siglo pasado, fue montada en sendas ocasiones por los directores Antonio Costante y Juan Carlos Gené, transcurre en Chile,  inicialmente durante junio de 1969, y presenta a Mario Jiménez (Paolo Ragone) , de 17 años, fastidiado con su vida porque, al igual que su padre, está destinado a  ser pescador; pero, este,  decide transformarse en cartero y lo designan a Isla Negra, una comuna en el centro del Litoral Central, donde Pablo Neruda (Orlando Urdaneta) tiene una casa para el veraneo. Ahí diariamente lleva cartas a su único cliente, entran en comunicación y el poeta le enseña la fuerza de las metáforas. Se hacen amigos y el muchacho descubre el amor con Beatriz González (Denise Faro), a quien seduce, mientras el poeta se marcha a Francia como embajador. Neruda le manda una grabadora a Mario para que le reenvié los sonidos que tanto extraña y, entre ellos, el llanto de su hijo Pablo Neftalí Jiménez González, recién nacido. Mario gana un concurso de poesía donde ha participado y con  el planifica ir a París pero la salud de su hijo se lo prohíbe. También se sabe de la  grave enfermedad del poeta, ganador del Premio Nobel de Literatura de 1971. Y los demonios asaltan el Palacio de la Moneda  y Pinochet da el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. La casa de Neruda en Isla Negra  es custodiada por el ejército e impiden la entrada de cartas, pero Mario las memoriza y se las dice al bardo. Muere Neruda el 23 de septiembre de 1973 y días después, en Isla Negra, llega un auto a la casa de Mario y lo secuestran.
El director Chacón Pérez

 David Chacón Pérez, con más de diez años en Estados Unidos de América, es el director del Miami Globo Theater, en sociedad con productores internacionales, bajo el patrocinio de American Expres. Ha creado la producción El cartero con una puesta en escena innovadora, utilizando recursos audiovisuales, escenografía mecanizada, vestuarios que remontan a la época de Isla Negra y una dirección  artística de alta factura de producción.Lo acompañan en la producción ejecutiva sus socios y amigos argentinos Paul Kirzner y Nacho Laviaguerre, y Beatriz Urgelles, al frente del marketing y la producción general.

Volvieron los chicos del 69

Anthony Lo Russo y Orlando Paredes en sus complejos roles gaís
A pesar que la Carta Magna de 1999 veta todas las discriminaciones posibles,  en Venezuela a los gais se les vitupera, irracionalmente, como parte de estrategias políticas, o se les mata en calles o avenidas porque no pagan peaje. No obstante, esa comunidad genera un inédito éxito de taquilla cinematográfica con Azul y no tan y tan rosa y ahora se muestra  en el Teatro Santa Fe por intermedio de la comedia Los chicos del 69. Pulcra  versión que César Sierra hizo de The Boys in the Band (1968) –Los chicos de la banda- pieza de Mart Crowley que fue un ariete para la revolución homosexual en USA, a finales de los 60; esa obra, traducida, se exhibió aquí en el Teatro Las Palmas, en 1978, producida por Conchita Obach y con Yanis Chimaras, “el regalo” para el cumpleañero de la fiesta.
Como homenaje a la nostalgia y para evaluar hasta donde ha avanzado el público, César Sierra mostró, durante las temporadas de  2007 y 2009, Los chicos del 69 en el teatro Escena 8, hasta contabilizar  70 funciones. Y ahora, por apoyar a Karl Hoffmann en su lucha para crear un centro cultural en el este caraqueño, ha remontado su controversial espectáculo con un grupo de comprometidos y desenfadados intérpretes,como son: Orlando Paredes, Carlos Arraíz, José Roberto Díaz, Kevin Jorges, Anthony Lo Russo, Juan Carlos Lares, Martin Peyrou y Agustín Segnini.
Los chicos del 69  es una melodramática radiografía sobre la sociedad gay. Son  siete amigos que  se odian y se quieren y por eso festejan un cumpleaños, en el apartamento de uno de ellos, pero una visita inesperada los obliga a fingir y comportarse diferentes, hasta que todos descubren que la única manera de ser felices es aceptarse a sí mismos y defender lo que son y lo que quieren, sin temor al “qué dirán” ni a las presiones familiares y sociales.
Lo del título Los chicos del 69 es porque se realiza  en el apartamento número 69 de un edificio caraqueño. Gracias a la ambientación escenográfica, lograda por Héctor Becerra, se transforma en un barroco salón de finales de los años 70 en Caracas, lo cual coloca al público en el mismo espacio escénico y hace más íntima la representación. Con esta novedosa puesta el público se sienten aún más cerca de estos “chicos” que pretende divertirse y quienes terminan por hacer un inesperado striptease de sus mundos íntimos.
El montaje 2013 de Los chicos del 69 es más eficaz y estrujante con sus actuaciones, aunque tiene varios actores de anteriores temporadas. Ahora hay mejores composiciones histriónicas, aunque  Orlando Paredes y Carlos Arraíz son quienes más destacan por las peculiaridades o características de sus personajes.
 César Sierra ha reiterado como en sus respectivos momentos históricos  Los chicos de la banda y Los chicos del 69 mostraron al escéptico público heterosexual venezolano que, pese a lo que pensaran, los gais son humanos y tan reales como cualquiera de ellos, personas que padecían sus mismas desgracias y tenían sus mismas necesidades. Miedo a envejecer, temor a la soledad, necesidad de afecto y la fidelidad, no son temas que pertenecen solamente al mundo homosexual. Son universales.

  




jueves, agosto 22, 2013

El Coliseo fue el primer teatro venezolano

Plano del teatro Coliseo fechado en  1801 (detalle)
Desde los inicios de la Colonia en nuestro territorio, las representaciones dramáticas se efectuaban en lugares abiertos en los que se improvisaba un escenario temporal, durante las efemérides de singular importancia como las del patronímico de la ciudad o la ascensión al trono de un  nuevo monarca. A pesar de la precariedad espacial de los montajes, el teatro fue una actividad recurrente en la vida cultural colonial, lo que generó un público asiduo a la escena, que pudo apreciar  importantes piezas del Siglo de Oro español en su momento de mayor auge.
 Durante el año 1784, entre las hoy esquinas Conde y Carmelitas de Caracas,  es inaugurado el Coliseo, primer edificio teatral construido en el país. La iniciativa se debió a Manuel González Torres de Navarra,  capitán general de Venezuela,  quien costeó de su propio peculio la construcción del recinto, donándoselo al ayuntamiento caraqueño. El terreno en que estuvo ubicado era propiedad de Fernando Ignacio de Ascanio,  Conde de La Granja,  quien cobraba una suma anual por su arrendamiento. El diseño del coso de espectáculos siguió la línea de los construidos en la España imperial del momento,  una mezcla del llamadocorral de comediasy el escenarioa la italiana, con cortinajes laterales, telón de boca y tramoya rudimentaria que posibilitaba el cambio de decorados.
 En los albores del siglo XVIII, viajeros visitantes como los franceses J.J. Dauxion Lavaysse y Francois Depons dan cuenta de la nutrida asistencia que tenían las representaciones efectuadas en el lugar, a la vez que deploran la calidad del trabajo de los actores. Dauxion Lavaysse testimonia, por la misma época, la existencia de una sala de espectáculos mucho menor que la de Caracas pero construida con el mismo plan, es decir, sólo hay techo sobre los palcos, en la ciudad de Cumaná, lo que nos da una idea del impacto que tuvo la construcción de este teatro, hasta el punto de ser secundada en otras ciudades.
 La capacidad del teatro
Un plano original,  datado en 1801,  muestra de manera bastante aproximada como debió ser la edificación. Fue realizado con miras a una refacción que amplió el número de balcones interiores llevándolos a tres, a la vez que dotó de techo al patio del recinto. Siete años duró la proyectada mejora del edificio hasta que, en 1808, es culminada por José Gabriel García, quien a cambio de un contrato de nueve años para administrar el teatro, terminó la obra.   Todas las investigaciones y crónicas que se refieren a esta sala, le atribuyen una capacidad entre 1500 y 2000 espectadores, cifra irreal si tomamos en cuenta que, para la fecha de su inauguración, la ciudad de Caracas no pasaba de los 30.000 habitantes. Estudiando con atención el plano existente se deduce que, cuando mucho, solo pudo albergar un público aproximado de  600 personas. Los balcones contenían una hilera de palcos destinados a los notables de la ciudad, así como a las pudientes familias que podían costear el abono anual. El patio, tenía una capacidad aproximada de 400 personas, sumando las que podían pagarse una localidad en los bancos de madera y las que debían permanecer de pie, hacia el fondo, luego de adquirir las entradas más baratas.  Las funciones, por lo general, comenzaban alrededor de las 8 p.m., prolongándose hasta la medianoche.
 Dañado por el terremoto
La edificación sufrió daños considerables por el terremoto de 1812; no obstante, un dato certifica que seguía funcionando 10 años después.  William Duane, norteamericano de linaje irlandés, autor de Viaje a la gran Colombia en los años 1822-1823, dedica dos páginas a su visita a este teatro. En la narración podemos leerTenía curiosidad por ver el teatro que Humboldt describió con mucha precisión (...)  encontré entrada por un real; y me dijeron que el sitio estaba en un área abierta, subí las escaleras y  encontré asiento. (...) Un grupo de asientos, todos llenos con acompañantes, principalmente damas, ocupaba ambos lados del paralelogramo; la planta baja, literalmente era un hueco; el techo, una bóveda circular, era  el cielo sereno. El escenario medía más o menos veinticuatro o veinticinco pies de ancho al frente, flanqueado por lo que los actores llaman bastidores, formando dos lados de un cuadrado. El proscenio tenía una pintura en tela que caía para diferenciar los actos de la obra, era generalmente una pintura con un motivo pastoral...
 Hoy día, se conserva el lote de terreno donde estuvo el Coliseo, ocupado por unas cuantas decenas de kioscos de venta. Difícil imaginar, al caminar entre las mercaderías, que el sitio sirvió alguna vez como la tribuna de llantos y carcajadas fingidas que deleitó a los caraqueños de la I República.
Oscar Acosta