sábado, marzo 30, 2013

Virgen roja en Teatro UCAB


Casi 40 años descubriendo al teatro y enseñándolo a nuevas generaciones de alumnos de la Universidad Católica Andrés Bello. Labor silenciosa y desafiante que ha dado resultados positivos: mejores ciudadanos y buenos artistas. Así podemos resumir la tarea del Teatro UCAB, pero su lideresa, Virginia Aponte, continua ayudando, trabajando y educando a los nuevos párvulos y al público estudiantil en general.
Recientemente presentó La virgen roja, estremecedora reflexión teatral  basada en la vida de Simone Weil (1909-1943), filósofa francesa, mística y activista política, actuada por Pablo Rincón, Irais Souto y Raquel Cartaya, y con el apoyo técnico de Sofía Barreto y Andreina Gómez-Orellana.
La virgen roja cierra el proyecto “Pensar con el corazón”, singular ciclo de reflexión que inició el Teatro UCAB y Virginia Aponte, en el año 2010, con Edith Stein: el regreso, continuado en 2012 con Sólo sé de mí y culminado ahora con el espectáculo sobre Simone. “A través de esta trilogía exploramos las vidas de Edith, Hannah Arendt y Weil. Grandes pensadoras de origen judío quienes dieron una visión única sobre el siglo XX, época marcada por odios y conflictos, pero también de luz. Tres mujeres, tres historias, tres ejemplos de valentía y compromiso ante la adversidad y la tragedia de dos guerras mundiales que marcan la historia sombría del siglo XX. Ellas permiten que a través de su palabra y vida podamos encontrar razones para seguir caminos difíciles en este recién comenzado Siglo XXI”, puntualiza la autora y directora Aponte.
-¿Hay posibilidad de reponer las tres piezas y suscitar un debate?
-Para eso fueron escritas.
-¿Por qué el teatro?
-Por la misma razón que Simone Weil, reflexionaba sobre el valor de la cultura: la formación de la atenciòn. La participación en los tesoros de la espiritualidad y la poesía acumulados por la humanidad a lo largo de los siglos. El conocimiento del hombre. El conocimiento concreto del bien y el mal. Y lo hicimos con estas tres mujeres porque tocaron mi corazón con su pensamiento, es una correspondencia en el amor. Las  tres vivieron entregando sus vidas a un siglo despojado del valor de la existencia, un siglo signado por la muerte. Edith transformándose en la religiosa carmelita Teresa Benedicta de la Cruz, quien muere en Auschwitz en 1942, ofreciendo su vida por el pueblo judío. Con El Regreso se pretende un encuentro con la trayectoria y pensamiento de un ser humano que fue capaz de ofrecer su vida por la reconciliación de todos, en este mundo nuestro tan olvidado de los otros. De Hannah se ha hablado mucho, ella ha sido una intelectual reconocida y admirada; quizás es ella quien más pudo hacer trascender su pensamiento. Su reflexión sobre “la banalidad del mal’’ ha dejado sembrado en muchos la incomodidad,  demasiado fácil ser cómplices del mal, pensando que hacemos el bien. Simone Weil años antes que Hannah ya había llegado a la conclusión que la mezcla del bien y del mal era causa de atrocidades insospechadas”.
Subraya que reunirlas era muy fácil porque en cada una su condición de judía y filósofa las convertía en hermanas de pensamiento y aunque “Hannah jamás pensó en el cristianismo como opción de vida, si vivió en la misericordia y el perdón, base de todo principio de la religión católica”.
-¿Qué busca con la metáfora escénica de estas tres mujeres?
-Mostrar que ante las mayores adversidades existe la luz. Vivieron situaciones extremas que tuvieron que enfrentar con inusual valentía y que a pesar de que pagaron un precio muy alto, al final sus reflexiones y acciones nos llegan a nosotros como caminos que se abren a la esperanza. Edith siendo una judía que se hace católica muere víctima del Holocausto. Para Hannah la historia es otra porque ella escapa a la ‘’solución final’’ y logra llegar a Estados Unidos; pero su vida evidencia su capacidad de amar por encima de las diferencias. Su amor por Martín Heidegger marcó su pensamiento y jamás lo negó. Una  gran pasión  destinada  a fracasar, pero que la  visión esperanzadora de una mujer logra transformar  en una historia de perdón y reconciliación, lo que para muchos debía ser una historia de reproche y venganza. Ese canto de libertad es la historia que une a las tres y que me lleva definitivamente a Simone Weil. Simone es posiblemente una Juana de Arco del siglo XX, su amor por Francia y por Dios la llevan a ‘’la hoguera’’.
-¿Qué pasa con el grupo y estos textos?
-Es difícil para uno con una vida de recorrido- 40 años en la docencia- llegar a la verdad que estas tres mujeres persiguen obsesivamente, es muy difícil que en edades más jóvenes  puedan llegar al fondo de lo que este pensar involucra. Mi experiencia me dice que quedan en ellos ideas que los van a “acompañar’’ sin que eso sea del todo consciente. Son preguntas que quedan para que la vida las vaya respondiendo. Ellos se llevan sus morrales para el camino, cualquier día podrán sacar de esos morrales sus respuestas a las preguntas que hoy no pueden darse.
Misticismo
-¿Qué por qué hay tanto misticismo en estas tres mujeres? Porque el absoluto vive en ellas. Es fácil describir la mística en Edith, ella es para la Iglesia Católica, la Santa Teresa Benedicta de la Cruz, y sus libros nos confirman su camino místico junto a Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. En el caso de Hannah es quizás más complejo ubicar su pensamiento en el concepto convencional de la Mística pero es curioso como desde su tesis de grado, El concepto de amor en San Agustín, descubrimos a una mujer que se atreve, siendo judía, a penetrar el mundo de un Agustín de Hipona. El amor absoluto está presente en Hannah como objeto de una seria investigación a lo largo de toda su vida. Por último la más extrema de estas maravillosas mujeres, Simone Weil, quien no se sintió digna de ser bautizada, pero vivió como la más humilde esclava de Cristo. Dejo estas palabras de Simone como cierre de esta pregunta: “No hay que desear la desdicha; eso es contrario a la naturaleza; es una perversión; y, sobre todo, la desdicha es por esencia lo que se sufre a pesar de uno mismo, Si no se está hundido en ella, se puede tan sólo desear que, en el caso que sobrevenga, constituya una participación en la cruz de Cristo’’.
             

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