sábado, noviembre 19, 2011

Bolivar y San Martín en su revancha

Poco a poco el público caraqueño y un sector de los medios de comunicación (o sea los periodistas) están descubriendo y evaluando el fenómeno social-artístico que viene ocurriendo en Caracas desde el 11 de noviembre. Eso esta muy bien y ya llegará el momento de su evaluación global que será positivo para la cultura nacional.
Mientras tanto, solo podemos decir que no está banalizada la escena criolla y este Festival Nacional de Teatro Caracas 2011 ha permitido, en sus primeros diez días, una revisión de lo que esta insurgiendo, tal es el caso del grupo Teatro del Laberinto que ha producido y exhibido Bolívar vs. San Martín. La Revancha, en la sala José Félix Rivas, para poetizar un hecho histórico, del cual poco se conoce o se analiza en los claustros.
Sí, el título no es errado. Es un imaginario match de boxeo entre el venezolano Simón Bolívar y el argentino José de San Martín, creado a partir del encuentro real que mantuvieron ambos Libertadores, entre el 24 y el 27 de julio de 1822, en Guayaquil, para discernir el futuro de sus incipientes repúblicas ante el acoso de los imperios del siglo XIX y cuando la independencia no se había consolidado.
Lo novedoso es como lo muestran en escena: mediante divertida propuesta que se vale de la metáfora boxística, para representar el enfrentamiento de los personajes en busca de la gloria, sin usar espadas y cañones.
Esta propuesta se logra dentro de una situación anacrónica, escrita, dirigida y actuada por Ignacio Márquez. Se materializa de manera lúdica, popular y no exenta de una atmósfera desacralizadora con la pareja de guerreros suramericanos cruzando sus guantes como curtidos boxeadores en un cuadrilátero del Coliseo el Exilio, ubicado en el Barrio El Olvido, y cuyo ritmo lo determina el narrador y comentarista de la pelea para una radio alternativa que nadie sintoniza. Los performancistas Arnaldo Mendoza e Ignacio Márquez dan vida a Bolívar y San Martín, respectivamente, así como a diez personajes más que acompañan al Libertador y al Emancipador de América, tratando de dialogar y convencerse a punta de guantazos.
Márquez no desecha el background histórico y obtiene así una delirante e ingeniosa propuesta que utiliza la metáfora del boxeo para rememorar el choque de los personajes en busca del poder y sus beneficios. Encuentro que no tuvo vencidos, por supuesto, pero que dejó sin resolver los destinos de sus naciones, que aún pugnan por alcanzarlos. Se trata, pues, de un audaz espectáculo que tiene el nivel de excelencia que se merece por la oportuna carga ideológica que enarbola.



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