sábado, diciembre 31, 2011

Andy el gay prostituto llega a Caracas

Cumplió 22 años y sube al escenario del Teatro Trasnocho el próximo 20 de enero para encarnar a un personaje como Andy, arruinado por las drogas y la prostituciòn homosexual. Es Christian McGaffney (Caracas, 8 de abril de 1989), hijo de Ian McGaffney, de Liverpool, residente en Venezuela desde hace 37 años, y de la criolla Ana María Alvis. “Mis padres me dieron la libertad de escoger, desde pequeño, lo que siempre quise hacer. Desde el deporte hasta jugar con los hobbies que quería tener, algo muy importante para no tener bloqueos artísticos o personales a futuro, lo cual agradezco enormemente”, revela, vía Internet, desde la fría Madrid, uno de los protagonistas del espectáculo High (Alto).
-¿Como fue su vinculación con las artes escénicas?
- Mi influencia artística viene de la casa de mi abuelo, la cual está minada de libros desde abrir la puerta hasta llegar al baño más lejano. Mis abuelos me dieron una visión de vida que agradezco profundamente y que ha sido la base de mi educación. Aunque no puedo negar que mi primera gran fascinación artística fue la música. Mi tío, melómano desde joven, ha sido herramienta vital en mi proceso artístico. Desde The Beatles, que lo llevo en la sangre por mi papá, hasta King Crimson, desde despertarme con una pieza de Jethro Tull hasta llegar al colegio con la música de Héctor Lavoe a todo volumen. Siento que la música llenó espacios en mi vida y que gracias a ella, así no tenga fijación por ningún instrumento, es mi alimento antes de ir a grabar o a ensayar. Incluso, según la obra que ensayo en un determinado momento, la música que escucho va buscando una semejanza o algo que identifique el proceso de ensayos que llevo, de manera natural y con un enriquecimiento muy grande. Nunca fui de los que practicó a los cuatro años frente al espejo su discurso para cuando ganara un Oscar.
-¿Estudió otra profesión o esta dedicado de lleno a las artes escénicas?
- Comencé ejerciendo un papel en una serie de la productora Laura Visconti recién cumplido los 16 años, así que mientras cursaba el bachillerato, ya había dado mi primer paso dentro de las artes escénicas; una oportunidad sin duda única. Fue algo que no busqué, digamos que la oportunidad me llegó y yo fluí con ella. Al culminar mi bachillerato estaba grabando mi primera novela, y siendo este un medio tan inestable, decidí estudiar Economía en la Universidad Metropolitana, carrera que entre las tantas era la que más me atraía. Pues estaba equivocado. Llegué al cuarto semestre y me di cuenta que no era lo mío y que no iba a gastar energías en algo que no me retribuía un gusto por lo que hacía. Menos, teniendo las oportunidades que me estaba brindando el canal en aquel momento. Así que luego de varias conversaciones con mis padres decidí parar los estudios de Economía y concentrarme en lo que me gustaba. Desde pequeño siempre fui autodidacta, y con la ayuda de mis padres, comencé a adquirir libros de Stanislavski, Michael Chejov, Uta Hagen, Yoshi Oda, entre otros maestros actorales para conocer y profundizar sobre el trabajo que realizaba. Ahora mis planes a futuro en cuanto a los estudios van orientados a esta área.
-¿Que opinión o reflexión le merece la obra High (Alto)?
- High (Alto) es sin duda esa obra en la que esperas trabajar desde que entiendes la labor que realizas. Un texto magnífico y muy bien llevado por parte de Matthew Lombardo, quien además de saber lo que estaba escribiendo por haber vivido experiencias similares a las de Andy, mi personaje, también tiene el conocimiento literario/teatral que se necesita para mantener al público "enganchado" durante toda la pieza. La fe, la esperanza, la redención, la búsqueda de la verdad, del por qué y para qué estamos en este mundo, son algunos de los temas que se ven a simple vista en esta pieza. Sin contar de todo el sub-texto del cual el público se identificará a medida que los diálogos de estos tres personajes comienzan a emerger y a formar una fantástica y emocionante historia. Más que una reflexión, High (Alto) me ha llevado a revisar constantemente el propósito de por qué estamos y cual es la manera de llevar nuestras vidas. Una montaña rusa de emociones y vivencias que sólo acaban… cuando la obra termina.
-¿Qué pasa con su controversial personaje, cómo lo ha abordado o construido? ¿Satisfecho?
- Caer en el cliché del reto es necesario, ya que todos los personajes, pequeños o grandes, profundos o más ligeros, son un reto; sino por qué lo ejecutaríamos, ¿no? Mi personaje, un prostituto homosexual (no por decisión propia) y narcotraficante, no es el personaje que sin duda te presentan en cualquier obra. Andy es de estos jóvenes embotados de vivir, de no descansar, de no encontrar paz y de tal vez no querer encontrarla. A veces la vida, para algunos, pasa en un abrir y cerrar de ojos, para otros, para a los que verdaderamente le ha tocado duro, volver a abrir los ojos no es tan fácil como uno cree. "Requiem for a Dream" -en conjunto con un fondo musical de Placebo y Radiohead-han sido guías necesarias en el desarrollo de este personaje. Sin dejar a un lado la opinión de Luis Fernández, director de este montaje y cinéfilo irreparable. Todos tenemos secretos y momentos vividos que en algún momento salen a flote, pues para eso llegó High (Alto), para poder drenarlos en este personaje tan peculiar como ningún otro que haya vivido, porque que en los ensayos el vivir, disfrutar y dejar el intelecto a un lado es necesario para así poder soltar prenda a toda esta trama que te entusiasma desde que abres la boca para decir el primer texto de tu personaje. Satisfecho estaré cuando escuche tu opinión y la de los que asistan al montaje que estrenamos el 20 de Enero en el Trasnocho. Carlota Sosa, Luis Fernández, Rafael Romero y yo. Honrado estoy al sólo nombrarlos.
-¿Que reflexión hace sobre su personaje?
- Cuando te dicen: "La vida es una sola" y tu sigues de largo viviéndola, sin importar que has hecho, a quien has lastimado, que te has hecho a ti mismo durante tantos años, las locuras de joven y de no tan joven; todas estas "hazañas" que has superado durante tus días, no tienes remordimiento de voltear y ver que pasó, que te sigue pasando factura o qué te pasará luego. Simplemente sigues, una y otra vez en este círculo vicioso que llamamos vida. Pero cuando de verdad piensas que esto se acabó es que te das cuenta que ese dicho tan paternal, tan fastidioso y repetido, es la causa para que reflexiones sobre todo lo que ha pasado y lo que has hecho. Para que te des cuenta que lo que has cometido es una acción que tendrá una consecuencia. He pensado más seriamente en esos pequeños y no tan pequeños detalles capaces de hacerte desaparecer por completo. Andy tiene que hacerlo, y una de sus búsquedas, así el no quiera aceptarlo, es reconocer las circunstancias de su entorno. Capaz lo logra. Pero como te digo, Edgard, cada ensayo que realizamos, cada lectura que hago a solas, me deja reflexionando sobre Andy, sobre mí y sobre el mundo en el que vivimos.
-¿Qué más proyectos tiene para el resto del año 2012?
- Además de este proyecto, seguiré grabando la telenovela Natalia del Mar que ha sido muy satisfactoria ya que hemos logrado un rating altísimo. Esto tomará un par de meses más. Por lo tanto, grabar televisión y representar a Andy en High (Alto) irán de la mano. El Festival Iberoamericano de Bogotá está confirmado para marzo del 2012, lo cual es una gran noticia, ya que High (Alto) no ha sido producida en ningún otro país en Latinoamérica. Llevarla nosotros a este festival por primera vez, y en Español, es una satisfacción inmensa. No encuentro las palabras para describirla. Mi meta es irme a Nueva York, al finalizar la temporada en el Trasnocho, para estudiar en The Lee Strasberg Institute por unos nueve meses, quizás un año, y hacer audiciones para ver que oportunidades se presentan. Estudiar actuación a fondo es fundamental para mí y considero que Nueva York es el sitio indicado para hacerlo… mientras tanto me tocará volar en High (Alto).




miércoles, diciembre 28, 2011

El ganador es el teatro venezolano

La periodista Andreina Martínez Santiso, de El Nacional, publico en la edición del 28 de diciembre, un ponderado articulo sobre la temporada teatral caraqueña del año que culmina. Lo reproducimos aquí por considerarlo de importancia para la familia de los teatreros venezolanos. Espero que lo disfruten:

Desde que comenzó 2011, la cartelera teatral venezolana se ha mantenido nutrida con una oferta amplia que ha estado caracterizada ­como en los últimos años­ por las piezas comerciales.
Los estrenos y reposiciones de obras han permitido que el público acuda a las salas como una opción de esparcimiento y, menos a menudo, como parte de una búsqueda de reflexión.
La productora y responsable de la página web www.vayaalteatro.com, Jorgita Rodríguez, dice con alegría que ha llegado a publicar en el portal hasta 56 obras que se han presentado de forma simultánea en la ciudad, tanto en lugares tradicionales como no convencionales. "Ha sido un buen año, a pesar del penoso cierre de la sala del Teatro Luisela Díaz y del nulo apoyo gubernamental a los grupos que hacen vida teatral, que han tenido que salir adelante con sus propios medios".
El crítico de teatro Edgard Antonio Moreno-Uribe (E.A. Moreno-Uribe) aplaude que este año varios grupos se hayan decantado por la puesta en escena de piezas de autores venezolanos. "Tres de las mejores obras que vi son Diógenes y las camisas voladoras de Javier Vidal, Petroleros suicidas y Como vaya viniendo, ambas de Ibsen Martínez. Son grandes textos porque hay una búsqueda en la historia contemporánea del país para teatralizar. Además, las actuaciones fueron maravillosas".
Luigi Sciamanna, que actuó en Informe sobre la banalidad del amor, considera que el proyecto Centenario de Tennessee Williams que se llevó a cabo en el Trasnocho Cultural fue muy importante, porque a su juicio es necesaria la revisión, aproximación y divulgación de un autor tan agudo, amargo e incómodo. El intérprete destacó, además, la dirección de Moisés Guevara en Diógenes y las camisas voladoras y el trabajo de belleza plástica que se hizo en Paria, del teatro La Bacante.
Moreno-Uribe incluyó entre los momentos más importantes de 2011 la interpretación de Mariaca Semprún en Un informe sobre la banalidad del amor y en La novicia rebelde; y el Festival de Teatro de Caracas, organizado por la Alcaldía Metropolitana a través de Fundarte. "Para mí fue el evento del año. Me sorprendió gratamente. Fue un fenómeno de público. Después de muchos años, volví al 23 de Enero, al Teatro Cristo Rey, que fue reinaugurado para la función que ofreció Mimi Lazo de El aplauso va por dentro".
El director del grupo Skena, Basilio Álvarez, piensa que la reapertura del Teatro César Rengifo en Petare y del Teatro Principal en la plaza Bolívar, junto con la inauguración del Teatro de Chacao, marcaron 2001 de forma positiva. "Esas salas pertenecen a alcaldías que, aunque tienen ideologías y presupuestos distintos, también tienen sueños bastante semejantes. Qué alegría presentarse en estos dos polos opuestos de una misma Venezuela y sentir que el público es el mismo".
El actor Javier Vidal valoró la apuesta por la dramaturgia venezolana, por ejemplo, la nueva puesta en escena de clásicos como Acto cultural de José Ignacio Cabrujas y la celebración del festival de Fundarte. "Fue una verdadera fiesta, la gente podía recorrer las calles del centro. Fue una pequeña muestra de que se pueden hacer cosas así. Ellos demostraron que fueron capaces y operantes".
El protagonista de Diógenes y las camisas voladoras, sin embargo, cree que lo malo del evento es que no fue una iniciativa del Estado, sino de una sola alcaldía. "Lamentablemente, el lado negativo siempre se lo carga el régimen cultural que desprecia las artes. Es triste pensar que los mejores espectáculos de teatro que se presentan en el Teresa Carreño son los del Gobierno. La Compañía Nacional de Teatro es un ente que no ha asumido su papel".
La actriz Carlota Sosa considera que, a pesar de que ha aumentado la oferta de producciones teatrales, son pocas las obras que tienen calidad: "Se hace mucho, pero no todo es bueno. Hay mucha matadera de tigre. También pongo en duda que ha aumentado el público, como dicen algunos. Cuando yo trabajaba en el Teatro Nacional todas las funciones estaban full. Ahora creo que la asistencia a las salas es moderada. No son llamados masivos".
El director del Teatro del Contrajuego, Orlando Arocha, coincide con Sosa: "Creo que fue un año un poco extraño, se caracterizó fundamentalmente por una baja en la creación. Me hubiera gustado ver nuevas escrituras. El teatro comercial se incrementó mucho y el de arte se vio disminuido. A pesar de eso, los grupos demostraron que no paran. Me pareció interesante Machete caníbal de Río Teatro Caribe. Pero me hace falta un movimiento teatral más consistente, con el que el público tenga las posibilidades de moverse entre varias opciones".
Tablas de luto
El teatro venezolano perdió este año a grandes hacedores. Para Basilio Álvarez, ésta es la nota más triste de 2011. "Perdimos al actor Francisco `Paco’ Alfaro de Rajatabla, luchador de utopías y maravillas. También a Alfredo Sandoval, actor de miradas y guiños, señor presidente de irreverentes discursos. No puedo dejar de lado a Gilberto Pinto, mordaz, directo, luchador y creador de una generación que inventó el camino; ni a Isaac Chocrón, el todo por el todo, base de nuestro propio crecimiento, fundador del Nuevo Grupo y gerente de una compañía nacional que llegaba a públicos populares con llenos en todo el territorio. Se fue también Pepe Gómez Fra, el gran escenógrafo de imágenes poderosas y contundentes, que nos enseñó que con la escenografía también se potencia una idea. Tantos hombres de teatro que fueron imprescindibles y necesarios, aunque jamás se lo creyeron", expresó el fundador del grupo Skena.

Andreina Martínez Santiso




domingo, diciembre 25, 2011

¿Peligra el teatro en Bogotá?

El teatrero colombiano Sandro Romero Rey da la voz de alarma ante una crisis que puede hundir al teatro comercial de su país. Publicó, el pasado 24 de diciembre, en su blog “Contra Escena”, que inserta El Tiempo, de Bogota, el articulo El teatro en el teatro dentro del teatro”, el cual consideramos importante que lo conozcan nuestros lectores. Aquí lo tienen y que se diviertan:
-Estoy muy preocupado por el futuro del teatro comercial en Colombia. El teatro que hemos hecho toda la vida, ése que se ha financiado “con las uñas”, siempre se mantendrá, puesto que “con las uñas” ha sido la mejor manera de mantener viva una tradición, una terquedad, una necesidad, un capricho. Pero el teatro que se hace con el firme propósito de ganar dinero, tanto para sus actores como para quienes lo producen, cada vez es más difícil mantenerlo en pie. No nos digamos mentiras: a nadie le hace falta el teatro. Y me parece que está muy bien así. Peor para los que no lo necesitan. A mí nunca me ha hecho falta ir a la Luna o simplemente montar en globo, pero me imagino que, si lo hubiese hecho, hubiese sido un mejor ser humano, más curtido, más valiente o, por lo menos, más curioso.
Hace poco, el actor Humberto Dorado nos contaba a un grupo de amigos que, cuando estuvieron consiguiendo el dinero para el montaje de Hamlet con el Teatro Nacional en el año 2005, muchos de los posibles empresarios que financiarían la empresa les preguntaban que si esa obra era conocida. No. El teatro no le hace falta a nadie. Ni a los ricos ni a los pobres. A mí sí, porque uno se crea sus propias adicciones en la vida y gracias a ellas sobrevive, más feliz o más ausente, pero con un asidero confiable antes de caer para siempre en el abismo.
Leo la opinión de un lector en la edición digital del diario El Espectador: “Yo ya no regalo libros. Creo que ya no le dicen nada al 99% de la población…” Y me imagino que lo dirá con conocimiento de causa y seguramente hoy, 24 de diciembre de 2011, se emborrachará feliz en su casa y recibirá de regalo, qué se yo, una camisa de cuadros, un teléfono celular, una petaca de cervezas, fuegos artificiales, un dardo de fina punta. No. Los libros no los necesita el 99% de la población. Mucho menos la tontería de unos señores muy serios que se maquillan todas las noches para repetir textos aburridísimos y tratar de ser hermosos o, en el peor de los casos, poéticos.
En estos tiempos que corren, donde son más importantes las balas o las vuvuzelas, la transformación de un espacio en una nueva dimensión de formas, la sensibilización de la conciencia a través de la provocación o el éxtasis son, a no dudarlo, manipulaciones para acabar con el insomnio más enquistado.
Qué le vamos a hacer. Por eso, cuando nos encontramos con excepciones que confirman la temible regla, nos sentimos tan felices o, por lo menos, tan protegidos de los embates de la mala fortuna, que nos dan unas inmensas ganas de salir bailando por las paredes, como en algún viejo filme del olvidado Fred Astaire.
Decía el recientemente desaparecido ex presidente de la República Checa Václav Havel, en un artículo de 1997, reproducido por el diario El Tiempo: “Así que el drama de la política exige no un público, sino un mundo de actores”. El texto titulado “La política como teatro”, comienza con una idea similar a la que intento en estas líneas navideñas: Havel reflexiona acerca de aquellos que le cuestionan el hecho de haberse dedicado a la dramaturgia y luego a la política. Al parecer, el teatro es algo “poco serio” para ser valorado por un político. En este sentido, no estamos en Colombia muy lejos de los reproches de los checos fundamentalistas. Y me imagino que así piensan también en las tribunas públicas de Noruega, de Turquía, de Venezuela, de Estados Unidos de América. El teatro es eso: teatro. Es decir, suplantación, mentira, falsedad, impostura.
¿Nada de ello ocurre en los foros políticos? Bueno, no era de eso que quería hablar. Pero si miro el Canal Institucional de la Televisión colombiana, si miro el funcionamiento de los senados, de las cámaras de representantes, no puedo dejar de pensar en la suplantación, en la mentira, en la falsedad, en la impostura que tanto le imputan a los escenarios.
Pero me desvío. Hace un mes estuve en Buenos Aires. Entre ires y venires, asistí a dos representaciones teatrales, en dos salas distintas de la Calle Corrientes. La primera, una obra titulada Estado de ira, escrita y dirigida por Ciro Zorzoli. En ella, un grupo de actores ensaya, entre bambalinas, una puesta en escena del drama Hedda Gabler de Ibsen. El montaje es una fiesta total. Es una fiesta para nosotros, espectadores, pero una tragedia terrible para los personajes, que deben resolver la emergencia de remplazar a última hora a la actriz protagonista. Me imagino el texto de Zorzoli: no existe, no debe existir. El texto real está sobre el escenario y es, simplemente, la obra de Ibsen como excusa. Pero el contrapunto genial de los actores (en especial, de la protagonista, Paola Barrientos) convierte el asunto en un verdadero carnaval sin góndolas ni marimondas. En realidad, nunca entendí del todo porqué la obra se llamaba Estado de ira. Estamos ante una pieza de aquello que se llama “teatro dentro del teatro” en la que, como lo indica la expresión, una representación escénica es el tema de la misma. Pero hay algo más, y a ello es que intento referirme con el título de esta nota: en el fondo, es el teatro, como tema, como forma, como dictamen, el que está nadando por encima de la anécdota de la representación misma. De allí que el título, Estado de ira, no esté tan lejos de mi comprensión, sino que se aferra al fondo de mis dudas. Es ese “estado de ira” de la representación escénica el que se convierte en el protagonista del juego, de tal suerte que una simple comedia se puede transformar en el pretexto para que la reflexión sea, en realidad, el epicentro de la diversión. La ira de Hedda Gabler se vuelve el estado de ira de quienes la representan. Y en nosotros, sus testigos, en estado de dicha.
Un par de días después, estuve viendo la puesta en escena de Hamlet del ya legendario actor y director Juan Carlos Gené. En un espacio irregular, con una tumba al centro del escenario dominándolo todo (espero que Gené no haya tenido que sufrir lo que sufrió Dorado y su ejército colombiano para montar la tragedia…), los actores reproducen el drama de Shakespeare donde, como-se-sabe (bueno, es un decir), el juego de la representación se convierte en estrategia para la venganza. La obra de teatro que monta el joven Hamlet (“El asesinato de Gonzago”), para desenmascarar a su madre y a su tío, se convierte en el motor de los acontecimientos y, de alguna manera ayuda, no a resolver el asunto sino, en realidad, a demostrar lo mal director que puede ser el buen príncipe. Nadie le dijo a Hamlet que el teatro no servía para nada. Sin embargo, él recurre a la representación para poner en evidencia a los asesinos de su padre.
En la antigüedad, hay un drama parecido: Electra y Orestes, al darse cuenta de que su madre Clitemnestra ha asesinado a su padre Agamenón para casarse con el tío Egisto, deciden, no inventarse una obra de teatro para denunciar el acto, sino que simplemente sacan sus dagas y acaban con los criminales. Santo remedio. El teatro no sirve para nada. Pero, por lo visto, el crimen mucho menos, porque el pobre Orestes termina condenado toda una tragedia después, huyendo de las fuerzas de la culpa.
¿Para qué volver a montar Hamlet, en pleno siglo XXI, si a nadie le parece importante ni necesario? De nuevo, es la necesidad de la impostación. De reflexionar sobre el artificio, utilizando el teatro dentro del teatro como medio, como telón de fondo y forma, como rompimiento.
En estos días, el director y dramaturgo colombiano Pedro Miguel Rozo revisitó Hamlet, en una versión desmadrada, para los estudiantes de último año de la Academia Superior de Artes de Bogotá. Allí, “el-teatro-en-el-teatro-dentro-del-teatro” era más que evidente: ya no estábamos ante Hamlet, príncipe de Dinamarca, sino ante Hamlet, príncipe de Cundinamarca y, ante los restos de una escenografía de detritus de San Victorino, se representaba el juego donde Shakespeare era un pre-texto para mostrar las urgencias más profundas de su “metteur en scène”.
Sí. El teatro es un tema y, al mismo tiempo, es el tema dentro de un tema, es una reflexión dentro de un juego, dentro de un síntoma, dentro de un vago remedio. Al que no quiere caldo se le dan una, dos, tres, múltiples tazas para reflexionar sobre lo inútil, sobre lo vago, sobre lo insulso, sobre lo que no le hace falta a nadie. Qué más da. A eso vinimos a este mundo. A perder gloriosamente el tiempo. No solamente a comprar teléfonos celulares.
Termino estas líneas recordando la reapertura del Teatro Odeón, antigua sede del Teatro Popular de Bogotá. Estuve el sábado 22 de octubre pasado y me sentí, realmente, feliz. Ese lugar, hecho ruinas, que antaño fuese un templo sagrado para todos los que lo visitamos y lo actuamos, entre 1968 y finales del milenio pasado, es ahora un ave fénix que mueve sus alas lleno de propuestas artísticas propias de nuestros tiempos desencajados. ¿Que ya no hay un escenario? Claro que lo hay. Todo el Odeón, el espacio Odeón, es un gran teatro reinventado por Tatiana Rais y su ejército de colaboradores. Quizás ni ellos mismos lo sepan, porque son muy jóvenes, pero ese espacio, antes de que fuese TPB, fue sede del teatro de la Universidad de América, que oficiase mi buen tío don Bernardo Romero Lozano, para luego convertirse en el hogar del Teatro El Búho, es decir, la prehistoria de nuestra escena, casa de los inútiles gestores de lo que luego sería Pensión para solteros, La mandrágora, La posadera y tantas y tantas obras que luego se convertirían en parte de nuestro repertorio personal y vital.
Aún recuerdo, muy niño, visitando el TPB para ver Los fusiles de la madre Carrar, Las sillas o El Tartufo. Llegar al TPB era llegar a un territorio especial, donde la maravilla de la representación en vivo se nos venía encima y nada podía remplazarla. Luego sería I Took Panama y el Delito, condena y ejecución de una gallina y, qué se yo, tantos títulos que no puedo enumerar completos porque el teatro no sirve para nada y puedo correr el riesgo de perder el espacio. Pero, por fortuna, hay otros tercos que mantienen la mecha encendida. Hay otros empecinados que les da por resucitar a los muertos y abrir de nuevo las puertas del Espacio Odeón para que sigamos perdiendo el tiempo, para que le digamos a los que tienen otros asuntos más urgentes que frescos, que nos dejen vivir, que de pronto, cuando quieran maquillarse el alma y convertirse por un rato en una parodia de sus propias sombras, se den una pasada por allí. Quizás no descubran a Hamlet, pero se darán cuenta de cómo se están poniendo los cimientos, sobre nuestras bellas ruinas, de lo que será el arte de la nueva arcadia.
Sandro Romero Rey




jueves, diciembre 22, 2011

¿La política enemiga del teatro?

Un parte del lúcido pensamiento del dramaturgo Václav Havel, ex presidente de la República Checa, fallecido el pasado domingo, esta presente en este artículo que reproducimos con inmenso placer, esperando que los lectores lo analicen y saquen sus propias conclusiones.
-Hace poco leí un artículo titulado La política como teatro, una crítica de todo lo que he tratado de hacer en política. Argumentaba que en la política no hay lugar para un ámbito tan superfluo como el teatro. No hay duda de que en los primeros meses de mi presidencia algunas de mis ideas mostraron más talento teatral que previsión política. Pero el autor se equivocó en una cuestión fundamental: no entendió el significado del teatro ni una dimensión crucial de la política.
Aristóteles escribió una vez que todo drama o tragedia requiere un inicio, un desarrollo y un final, con un antecedente que siga a un precedente. El mundo, vivido como un ambiente estructurado, incluye de manera inherente la dimensión dramática de Aristóteles, y el teatro es una expresión de nuestro deseo de una manera concisa de captar este elemento esencial. Una obra de no más de dos horas siempre presenta, o tiene la intención de presentar, una imagen del mundo y un intento de decir algo sobre él.
Una definición de la política sostiene que es la conducción, la preocupación y la administración de los asuntos públicos. Obviamente, la preocupación por los asuntos públicos significa preocupación por la humanidad y el mundo, lo que requiere un reconocimiento de la autoconciencia de la humanidad en el mundo.
No veo cómo un político puede lograr esto sin reconocer el drama como un aspecto inherente al mundo visto por los seres humanos, y por lo tanto como una herramienta fundamental de la comunicación humana.
La política sin un principio, un desarrollo y un final, sin exposición ni catarsis, sin gradación ni capacidad de sugestión, sin la trascendencia que desarrolla un drama real, con personas reales, para dar un testimonio sobre el mundo es, en mi opinión, política castrada, coja y desdentada.
No siempre consigo practicar lo que predico, pero trabajo por una política que sabe que importa qué es lo primero y lo que le sigue, una política que reconoce que todas las cosas tienen una secuencia y un orden adecuados. Por encima de todo, es una política que se da cuenta de que los ciudadanos -sin teorizar, como lo hago ahora- saben perfectamente si las acciones políticas tienen una dirección, estructura, una lógica en el tiempo y el espacio, o si carecen de estas cualidades y no son más que las respuestas circunstanciales al azar.
En un escenario limitado, con poco tiempo y figuras u objetos de utilería limitados, el teatro dice algo sobre el mundo, sobre la historia, sobre la existencia humana. Explora el mundo con el fin de influir en él. El teatro es siempre tanto símbolo como abreviación.
En el teatro, la riqueza y la complejidad del ser se comprimen en un código simplificado que intenta extraer lo esencial de la sustancia del universo y de transmitirlo a su público. Esto, de hecho, es lo que las criaturas pensantes hacen todos los días. El teatro es simplemente una de las muchas formas de expresar la capacidad humana de generalizar y comprender el orden invisible de las cosas.
El teatro también posee una habilidad especial de aludir a múltiples significados y transmitirlos. La acción que se muestra en el escenario siempre irradia un mensaje más amplio, sin que necesariamente deba ser expresado en palabras. Se trata de un fragmento de vida organizado de una manera que quiere decir algo sobre la vida en su conjunto. El carácter colectivo de una experiencia teatral no es menos importante: el teatro siempre presupone la presencia de una comunidad (actores y público) que lo vive como experiencia.
Todas estas cualidades tienen su contraparte en la política. Un amigo dijo una vez que la política es "la suma de todas las cosas concentradas". Abarca derecho, economía, filosofía y psicología. Inevitablemente, la política es también teatro -el teatro como un sistema de símbolos que se dirige a nosotros como un todo, como individuos y como miembros de una comunidad, y da testimonio a través del evento específico en el que se encarna, para los grandes acontecimientos de la vida y el mundo, mejorando nuestra imaginación y sensibilidad-. No puedo imaginar una política exitosa sin conciencia de estos elementos.
Los símbolos que emplea la política son teatrales por naturaleza. Los himnos nacionales, las banderas, los adornos, los festivos no significan mucho por sí mismos, pero los significados que evocan son instrumentos de la imagen que una sociedad tiene de sí misma, herramientas para crear conciencia de la identidad y continuidad sociales. La política también está cargada de símbolos en otros aspectos menos visibles. Cuando el Presidente de Alemania visitó Praga poco después de nuestra Revolución de Terciopelo, el 15 de marzo de 1990 (el aniversario 51 de la ocupación del territorio checo por parte de los nazis), no tuvo que decir mucho, porque el hecho de su visita en ese día lo decía todo. Igualmente auspicioso fue cuando el Presidente francés y el Primer Ministro británico visitaron el país en el aniversario del Pacto de Múnich.
Los actos políticos simbólicos se asemejan al teatro. También implican alusión, multiplicidad de significados y capacidad de sugestión. También retratan una realidad resumida, estableciendo una conexión esencial sin ser explícitos. Y también cuentan con un marco ritual de aceptación universal que resiste el paso del tiempo.
Incluso los escépticos no pueden negar un aspecto de teatralidad en la política: la dependencia de la política de los medios de comunicación. Muchos políticos estarían perdidos sin los entrenadores que les enseñan técnicas de actuación ante una cámara. Todos los políticos, incluidos los que desprecian el teatro como algo superfluo, algo que no tiene cabida en la política, sin querer se convierten en actores, dramaturgos, directores o actores.
El importante papel que juega una sensibilidad teatral en la política tiene doble filo. Quienes la poseen pueden llevar a la sociedad a realizar grandes obras y fomentar la cultura democrática, el coraje cívico y un sentido de responsabilidad. Pero también pueden movilizar los peores instintos y pasiones, fanatizar masas y conducir a las sociedades a un infierno. Recordemos los gigantescos congresos nazis, las procesiones de antorchas, los discursos incendiarios de Hitler y Goebbels, y el culto de la mitología alemana. Difícilmente podríamos encontrar un abuso más monstruoso del aspecto teatral de la política. Y hoy en día -incluso en Europa- hay gobernantes que utilizan herramientas del teatro para despertar el tipo de nacionalismo ciego que conduce a la guerra, la depuración étnica, los campos de concentración y el genocidio.
Entonces, ¿dónde está el límite entre el respeto legítimo de la identidad y los símbolos nacionales, y la música diabólica de los magos oscuros y flautistas de Hamelin? ¿Dónde terminan los discursos apasionados y comienza la demagogia? ¿Cómo podemos reconocer el punto más allá del cual la expresión de la necesidad de una experiencia colectiva y rituales de integración se convierten en manipulación maligna y un asalto a la libertad humana?
Aquí es donde vemos la gran diferencia entre el teatro como arte y la dimensión teatral de la política. Un espectáculo teatral demencial escenificado por un grupo de fanáticos es parte del pluralismo cultural y, como tal, ayuda a expandir la libertad sin representar una amenaza para nadie. Una actuación demencial por parte de un político fanático puede sumir a millones en una calamidad sin fin.
Así que el drama de la política exige no un público, sino un mundo de actores. En un teatro, nuestras conciencias se tocan, pero la responsabilidad termina cuando cae el telón. El teatro de la política nos plantea permanentemente exigencias como dramaturgos, actores y público, apelando a nuestro sentido común, moderación, responsabilidad, buen gusto y conciencia.
Václav Havel


miércoles, diciembre 21, 2011

Sexo y drogas en "Alto" o "HIGH"

La temporada teatral caraqueña promete ser caliente en todos los sentidos y especialmente por el estreno y la temporada, en el Trasnocho Cultural, de Alto (HIGH) de Matthew Lombardo, puesta en escena por Luis Fernández, quien también actúa al lado de Carlota Sosa, Rafael Romero y Christian McGaffney. El estreno esta pautado para el próximo 20 de enero, a las diez de la noche.
Sobre este espectáculo, cuyo texto ya leímos, y consideramos “escandaloso” o nada grato para las mentes mojigatas, el director y actor Luis Fernández respondió esta entrevista:
-¿Cómo llega Alto a sus manos?
-Mimi Lazo y yo estamos buscando constantemente cosas que podamos producir en Venezuela, que vayan de acuerdo a nuestros intereses artísticos y que a la vez ofrezcan elementos nuevos para nuestros espectadores. Vimos HIGH en Broadway con Kathleen Turner y quedamos impresionados con el texto y su trabajo. Mimi contactó a uno de los productores y él nos presentó al escritor de la pieza. De allí en adelante todo fluyó de manera natural. Creo que más que nosotros buscarla, la pieza nos encontró a nosotros y exigió su producción venezolana.
-¿Cómo fue la operación comercial para adquirir los derechos y por cuanto tiempo los tiene?
-Al autor de la pieza, Matthew Lombardo le comentamos que nos encantaría producir su texto en Venezuela y llevarlo al Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá en 2012 (presentaremos cinco funciones en el marco del XIII Festival Iberoamericano de Bogotá en marzo en el teatro Gilberto Alzate Avendaño) y él se mostró encantado con la idea. La negociación fue muy sencilla y tenemos los derechos por un año para Venezuela y la primera opción para producir la pieza en Bogotá.
-¿Quién hizo la traducción y sería interesante saber si tu las adaptado al contexto criollo?
-La obra fue traducida del manuscrito original por Osvaldo Machado, que hizo un trabajo excelente. Yo la adapté al "venezolano" con la ayuda del elenco, Carlota Sosa, Rafael Romero y Christian McGaffney, pero resultó muy fácil porque está muy bien escrita.
-¿Qué es, según su lectura lo que propone el autor de Alto?
-A HIGH o Alto, como la hemos titulado, es un espejo despiadado en el que no queremos mirarnos pero que no nos queda otra alternativa que encarar. Es un viaje a través de las adicciones que al final nos plantea preguntas muy contundentes y de respuesta nada fácil. ¿Lo que hacemos en la vida es resultado de nuestra inclinación a ayudar al otro o es producto de una culpa crónica que nos embarga?, ¿nuestras decisiones son realmente nuestras o somos el efecto de lo que nos rodea?, ¿la manera como nos mostramos a los demás es real en algún punto o es la máscara elaborada al detalle durante décadas para esconder lo que somos? HIGH o Alto es, a fin de cuentas, una confrontación sin tregua con los motores de nuestra vida, en especial con la culpa y con las maneras como nos evadimos de lo que no podemos escapar. Y lo más interesante es que lo hace a través del humor.
-¿Ese mundo en descomposición que plantea Alto es frecuente o se da también en Venezuela, se lo pregunto por lo referente a los dos personajes religiosos o de sotana ahí presentes?
-Por favor, Edgard, miremos alrededor. HIGH es lo que pasa al lado nuestro y muy probablemente dentro de nuestras propias familias y fingimos no darnos cuenta. HIGH es lo que somos, y eso no siempre es lo que queremos ver, pero es lo que hay. Lombardo utiliza brillantemente su paso por las drogas (fue adicto al Crystal Meth durante 7 años) como vehículo para llevarnos a una afirmación despiadada y muy real "Todos tenemos una adicción" y el que piense que no la tiene es el que está peor, sobre todo si lleva sotana y excusa religiosa. En Venezuela la gente esta adicta, a alguna droga (legal o no), al chisme, a la confrontación política, a la queja, a la vanidad, a la fe, y un largo etcétera. Y la razón principal por lo que esto ocurre es porque sentimos una profunda vergüenza de lo que somos y necesitamos evadirnos. Además, vivimos pendientes de una risita, celebramos nuestro sentido del humor y no nos damos cuenta de que no es algo de lo que nos tenemos que sentir particularmente orgullosos pues muchas veces es más una salida frívola e infantil que una ironía cuestionadora y constructiva. Nos miramos en el espejo para vernos la nariz torcida o las nalgas caídas, pero no para vernos realmente. Los venezolanos somos unos adolescentes perpetuos que esperamos soluciones mesiánicas y tenemos un padre muy rico que al final nos lanza un fajo de billetes para resolvernos los problemas con los que no queremos lidiar. Ese escenario es el caldo de cultivo perfecto para producir adictos irresponsables y autodestructivos. No somos una sociedad madura y basta ver alrededor para darnos cuenta de cómo vamos por la vida culpando a terceros de todo lo que nos pasa. Eso es HIGH. Nada de lo que he visto y leído recientemente me ha parecido más cercano a lo que somos.
-¿Qué buscan con este espectáculo?
-Lo mismo que busco con todo lo que hago en escena, producir en el espectador la misma reacción que yo experimento como público. HIGH me sacudió cuando la vi desde la platea. Me pareció que me hablaba a mí directamente y me dejó estremecido y pensando. Me modificó. Esa es para mí la finalidad de toda aventura escénica.
-¿Qué futuro tiene la producción? ¿Cómo y cuando serán los ensayos si el estreno es para el 20 de enero?
-Estrenar en Caracas un espectáculo en enero supone concluir la producción en noviembre. Todo cierra y se reactiva con suerte para el 15 de enero, de modo que no hay otra alternativa que tenerlo todo listo con un mes de antelación. Ya HIGH está y esperamos al 20 de enero para mostrarla.
-En la primera lectura que hice de Alto encontré la siniestra sombra de la homofobia, ¿te interesa por supuesto ese tema?
-Me interesan todas las caras de la discriminación. Estamos tan acostumbrados a discriminar que lo hacemos sin pensar. Y me he dado cuenta de que uno de nuestros más populares hábitos es el juicio. Pre juzgamos a la gente implacablemente basándonos en nuestros traumas particulares y eso es el germen de toda discriminación, algo subjetivo y perverso. Con HIGH nos hemos propuesto invitar al espectador a que emita sus juicios en los primeros segundos de la obra para luego mostrarles gradualmente cuan equivocadas están nuestras percepciones iniciales. Vamos por la vida etiquetando al vecino para no tenerle miedo, para incluirlo en nuestra tribu o para lanzarle una piedra, eso es algo sumamente primitivo, creo que no tenemos alternativa a estas alturas que evolucionar un poco y dejar atrás los tribalismos y la superficialidad. Ese es el tema que me interesa por estos días.
-¿Como será la alternancia del elenco?
Por ahora sólo nos alternamos Rafael Romero y yo en el rol del padre Miguel. Carlota Sosa (la hermana Helena) y Christian McGaffney es Andy, un joven trabajador sexual hacen todas las funciones. Es una producción de Mimi Lazo
SINOPSIS
HIGH
o Alto es un poderoso drama en el que colisionan con potencia la fe y la adicción como clásicos escapes en los que el ser humano se refugia para lidiar con sus fallas y su propia insignificancia. El encuentro de un sacerdote con un secreto, una monja con un pasado y un trabajador sexual sin futuro, provoca una lucha entre la convicción religiosa, los procesos terapéuticos y una salvaje adicción, recorriendo los temas universales del perdón, las fallas humanas y las posibilidades de redención. Cuando la hermana Helena acepta colaborar en la rehabilitación de Andy, un joven de 19 años, encuentra que su esfuerzo por ayudarlo a combatir la adicción a las drogas revela secretos que ninguno de ellos está preparado para enfrentar. Una batalla por la supervivencia y la redención individual que se convierte en la más dura prueba a su propia fe. Se trata de un devastador recorrido que deja al espectador al descubierto y sin posibilidad alguna de escapatoria. HIGH o Alto tuvo su estreno mundial en Broadway, en marzo de 2011.Y en Caracas estara en cartelera hasta el 20 de mayo, según calculan sus productores.

sábado, diciembre 17, 2011

Los mejores teatros del 2011

Los pueblos disfrutan o sufren el teatro que producen sus artistas y es por eso que durante la temporada 2011 evaluamos algo más de 90 montajes en Caracas y aquí ahora resaltamos los 14 mejores:
Diógenes y las camisas voladoras recrea la historia de la Venezuela de 1945, gracias a la investigación, creativa escritura y actuación protagónica de Javier Vidal, apoyado por José Miguel Dao y Jan Vidal Restifo, con precisa dirección de Moisés Guevara. Temporada en Trasnocho.
Petroleros suicidas recordó leyendas urbanas brotadas al fragor de la huelga de 2002, pero lo importante es su gran oda trágica al pueblo marginado, por intermedio del malandro caraqueño Alexis “Mayimbe Expósito (Dimas González). Texto polémico de Ibsen Martínez, bien cuidado por Héctor Manrique. Mostrada en BOD.Corpbanca y Trasnocho.
Como vaya viniendo, experimento de Ibsen Martínez que analiza la historia reciente criolla a partir de la telenovela Por estas calles y su protagonista popular Eudomar Santos, reencarnado por Franklin Virgüez. Coordinó Daniel Uribe. Exhibida en Premium y BOD.Corpbanca.
Acto cultural, de José Ignacio Cabrujas, con la nueva generación del Grupo Actoral 80, dirigida por Héctor Manrique, es otro de los gratos acontecimientos teatrales del año que culmina. Un montaje que rescata los valores del texto y obliga a reflexionar sobre lo que significa hacer cultura. Hizo temporada en el Trasnocho.
Machete Caníbal demostró como la creativa experimentación (texto, puesta y actuación) es posible cuando hay un Francisco Denis Boulton al frente. Unearte y la sede de Río Teatro Caribe lo albergaron.
Lírica es una original crónica sobre la niñez en popular escuela caraqueña, según visión poética de Gustavo Ott. Fue materializada en teatro San Martín.
Un informe sobre la banalidad del amor reiteró que el amor es amoral, como lo demuestra el argentino Mario Diament por intermedio de Luigi Sciamanna y Mariaca Semprún. Teatro Humboldt lo mostró en dos temporadas.
Toc Toc, del francés Lauren Baffie, enseña que nos burlamos de nosotros mismos. Exhibida en BOD.Corpbanca y Trasnocho por Juan Souki.
Mi reino por un sueño de José Antonio Barrios, en poética versión escénica de Costa Palamides, festejó los 40 de Rajatabla y exaltó lo que dio al teatro desde su sede, en los predios de Unearte.
Tras una puerta cerrada del chileno Egon Wolff subrayó que la soledad es enemiga de la libertad, fino montaje de Virginia Aponte en Escena 8.
Baraka, de la holandesa María Goos, recordó que Judas vive. Gracias a Héctor Manrique y la actuación de Javier Vidal, hizo historia en Trasnocho.
Gorda, del gringo Neil Baute, es una cruel saga amorosa por encima de las diferencias, como lo demuestra su correcto elenco, dirigido por Héctor Manrique. Paseó por Premium y BOD.Corpbanca
Excusas, de Joel Joan y Jordi Sánchez, es la consagración de la directora Melissa Wolf, acompañada de valioso elenco joven. Trasnocho fue su escenario.
Cabrujas Performance es un valioso y didáctico homenaje al ausente José Ignacio, coordinado por Yoyiana Ahumada e Iván Oropeza para la sala Cabrujas.
Para una revisión pormenorizada de la temporada invitamos a visitar el blog http://elespectadorvenezolano.blogspot.com o nuestro libro Teatro 2011/Apuntes para su historia en Venezuela.




Desnudan a Romeo y Julieta

El unigénito del cubano Álvaro y la colombiana Teresita de Jesús es Dairo Luis Piñeres Chamorro (Caracas, 20 de febrero de 1975), el director que más ha creado y exhibido espectáculos teatrales entre 1996 y este 2011. Y eso lo demuestra con el récord de sus 100 montajes, producidos con su agrupación Séptimo Piso y otras compañías e incipientes empresas culturales.
En estos momentos no es, por supuesto, el más consagrado, pero gracias a su demostrada capacidad de trabajo artístico y con unos indispensables refuerzos actorales-especialmente si tienen la aureola del rating- Dairo Piñeres se convertirá en una especie de rey Midas del teatro vernáculo, antes de cumplir los 40. ¡Esperamos estar ahí para atestiguarlo!
Y para festejar sus 15 años de labores profesionales nada mejor que hacer un atrevido montaje de Romeo y Julieta de William Shakespeare, en la sala 2 del Celarg, aunque resultó ser una maltrecha producción de Séptimo Piso, la cual exhibieron del 11 de noviembre hasta este 18 de diciembre, de jueves a domingo.
OBRA Y ESPECTÁCULO
Romeo y Julieta
, trágica historia de dos amantes que se quitan la vida porque los van a separar y nunca jamás podrán consumar o repetir sus ansiados besos y acoples sexuales, es quizás la más popular tragedia romántica de Shakespeare y la que más interpretaciones le han dado los puestistas.
Traemos, precisamente, a colación una información sobre el impactante espectáculo El caso de Romeo y Julieta, presentado en México por la Compañía Nacional de Teatro, para el cual, de manera “detectivesca”, crearon una contemporánea paráfrasis policiaca de la tragedia shakesperiana. Ahí muestran como los jóvenes enamorados perecen a consecuencia de un crimen causado por el odio, el cual los lleva hacia el fatídico final, porque fracasan en su lucha contra la arrogancia, el odio, la venganza y la misma sangre, no pueden escapar de su entorno y, en un mundo enloquecido, hablan de un amor que lentamente se fusiona con la desgracia.
Mientras tanto, aquí en Caracas, el director Piñeres se ciñe estrechamente al texto tradicional y ubica la saga en un tiempo contemporáneo, pero sometido a las viejas normas, y lo logrado es una fantástica fiesta de disfraces con reguetoneros armados con pistolas que sustituyen las tradicionales espadas y las cuales usan a discreción, mientras los amantes se entregan y deben perecer después como el autor lo escribió entre 1595 y 1596. Los jefes de las familias enemigas, Capuletos y Montescos, conmovidos por la catástrofe provocada por su enemistad, se reconcilian, pero ya los amantes no gozarán de esa paz lograda con su sacrificio. Una versión conservadora en su esencia, aunque vestida con mucho barroquismo y el inevitable reciclaje de ropajes de otras producciones.
El vestuario y las mascaras utilizadas ayudan a la ambientación carnavalesca del espectáculo, pero a nivel escenográfico el espectáculo luce desbalanceado por una tarima adosada contra una pared del poligonal escenario y además es torturante el uso de una pesada mesa de madera que usan como palanquín o como altar. Inexplicable que aquello suceda en un montaje de un casi veterano director.
Las actuaciones no son parejas, salvo los protagonistas Moisés Berr y Patricia Romero, y los soportes que prestan Carlos Díaz, Juan Pablo García, Jesús Miguel Das Merces y Alexander Rivera.
Como detalle hay que reconocer la audacia tenida para desnudar y mostrar a los amantes y los otros dos muertos que apuntalan la tragedia: Mercucio y Teobaldo.
En síntesis, el director Piñeres debió cuidar más las actuaciones del resto del elenco y resolver los problemas con los elementos escenográficos y el inconveniente espacio escénico utilizado. Para una posterior temporada, durante el año venidero, tendrá que buscarse un escenario más cónsono con su propuesta estética, la cual no solo es valida sino atrevida, pero que desluce por las fallas elementales detectadas.
ELENCO

Moisés Berr y Patricia Romero, como Romeo y Julieta, son histriones que asumen el reto de interpretar a los amantes más populares de la historia universal. Luego en los roles de carácter nos encontramos con las satisfactorias actuaciones de Carlos Díaz, Jesús Miguel Das Merces, José Manuel Peña, Alexander Rivera, Daniel Torres, Royer García, Yovanny Durán, Juan Pablo García, Cherly Peña y María Alejandra Tellis. Además participan: Reinaldo Navas, Agustín De Freitas, Michael Vegas, Gleinson Medina, Melissa Inojosa, Luis Fernando Acosta, Hiram Aguilera, Christian Saavedra, Omar Alexis Salas, Stella Vargas, Angélica Arranz, Ysabel Nieto, Amneris Ramírez, Moisés González, Ricardo Barreto y Karla Mishell.
VERDADEROS ARTISTAS

Dairo Piñeres escogió las artes escénicas para su desarrollo personal y cultural y ya está entre los mejores directores venezolanos. Él cree que el Estado tiene que tomar más acciones importantes para el desarrollo del teatro, tal como ya como lo hizo con la música, la danza y el circo. Piensa que la relación entre el Estado y los teatreros esta fracturada, pero se puede arreglar. “Tenemos que ser tratados como artistas, porque el teatro también representa a la sociedad y es importante como cualquier otra actividad, porque la palabra en escena es trascendental”. Precisa que el dialogo entre los hacedores del teatro y el Estado “es pieza fundamental en la construcción de un teatro nuevo y moderno que vaya acorde con las exigencias del siglo XXI”.
SÉPTIMO PISO

Estábamos locos por hacer teatro y no sabíamos lo que era. Poseídos por esas ganas juveniles de estar en un escenario, de esparcir el ego y nuestra diminuta fama. Decidimos hacerlo y así nació Séptimo Piso y debutamos hacia 1996 con Credit Bill, versión de Los intereses creados de Jacinto de Benavente. Fundarte nos dio 50 mil bolívares para producción y la mostramos en la Sala Carlos Giménez, en el sótano de la Torre Este de Parque Central, recuerda Dairo Piñeres.





domingo, diciembre 11, 2011

Teatro para Chacao

La infraestructura teatral es básica para el desarrollo de las artes escénicas de cualquier país. Alguien, con visión humanista y poética, dijo que cuando se inaugura un teatro se cierra una cárcel, y al parecer tiene razón porque los teatros son templos para la cultura fundamental de los seres humanos en libertad.
Las erecciones de esos espacios arquitectónicos, que no solamente se usan para eventos teatrales o artísticos, siempre la han asumido los Estados y algunas instituciones o empresarios privados, como es el caso venezolano, donde diversos gobiernos de los últimos 200 años ejecutaron obras de gran envergadura y también unos cuantos grupos económicos hicieron sus aportes.
En lo que va este siglo, en Caracas, el Gobierno Nacional inauguró el Centro de Acción Social para la Música, pero también rescató y reabrió las instalaciones de los teatros Municipal, Nacional, Principal y Cristo Rey en la parroquia 23 de Enero y, por si fuera poco, acaba de apuntalar y poner en marcha, por intermedio de la Alcaldía de Chacao, el Teatro de Chacao.
Los empresarios venezolanos –sin contar con leyes que los exonere de impuestos por la positiva labor de mecenazgo que asumen- también han apuntado al desarrollo cultural y por eso en las primeras décadas de este siglo XXI han puesto a funcionar diversas salas teatrales –algunas son casi de bolsillo-en la Gran Caracas, como son las de Teatrex (El Hatillo), Escena 8 y Teatro Trasnocho (Las Mercedes) y Premium (Los Naranjos), además un conspicuo sector de la banca nacional incrementó los espacios para las artes escénicas en la Torre BOD.Corpbanca (La Castellana).
Los responsables de la calidad y la cantidad de espectáculos que puedan mostrarse en esos espacios y los otros que ya existen, así como de los complejos costos de producción y los controversiales precios de los boletos que se exhiban en esos teatros, públicos y privados, serán los artistas, los empresarios y los gerentes culturales oficiales.
A todos ellos les recomendamos que organicen un circuito caraqueño de artes escénicas, al cual podrían enriquecer con agrupaciones de la provincia, para ofrecerles a las comunidades más ofertas educativas y lúdicas, sin olvidarse que el teatro es todavía el único lugar donde el hombre aún puede soñar en libertad.
Origami naranja
Los habitantes de Chacao, unidos con sus autoridades municipales y los consecuentes cuerpos edilicios, le “echaron pichón” al proyecto de sacar adelante el proyecto de un Teatro Municipal. Tuvieron dificultades de toda índole, pero se impuso la sensatez de los venezolanos por encima de las rencillas politiqueras, se superaron las rémoras y pudieron inaugurarlo el pasado sábado 26 de noviembre, a las 6:00PM, con el alcalde Emilio Graterón, en la parcela donde funciona el Centro Cultural Chacao, en la Avenida Tamanaco de El Rosal.
Este nuevo Teatro -su costo aproximado es de 50 millones de bolívares fuertes-fue concebido bajo los lineamientos del arquitecto Juan Machado de la Oficina de Arquitectura ODA, a partir de un lenguaje contemporáneo de diseño de arquitectura fractal, el cual, como una suerte de Origami, se erige a través de una moderna infraestructura color naranja de 3.000 metros cuadrados de construcción, inspirada en la forma y pliegues de El Ávila. Para su edificación, la Alcaldía, además, logró una alianza pública privada, a través del aporte de Bancaribe. ¡Otra institución con visión de futuro!
Símbolo de la ciudad posible, el moderno y novedoso espacio servirá de referencia y punto de encuentro entre los hacedores y los espectadores de las artes escénicas en Venezuela, además ofrecerá al Centro Cultural Chacao la oportunidad de brindar a la población una mayor oferta artística, con la presentación de espectáculos de alta factura en distintas áreas de las artes escénicas y musicales, para lo cual dispone de un aforo de 528 butacas más tres espacios para personas con movilidad diferente, y un amplio escenario con 12 metros de ancho, 14 metros de profundidad y 8 metros de altura.
Programación
Los teatros, sean privados o públicos, consumen muchos recursos financieros para erigirlos y muchas más son las exigencias básicas para mantenerlos abiertos y útiles a la comunidad, porque de lo contrario será cerrados y habitados por fantasmas hasta que otro político de turno se interese en reabrirlos, tras otra gasto de capital del Estado, y así continuar la historia. Esto, por supuesto, no es exclusivo de Venezuela por ahora.
En el caso del Teatro de Chacao, que estará bajo el control de la fundación Cultura Chacao, ya labora un equipo integrado por Alejandro Blanco Uribe, como director artístico; Betsy Cáceres, como gerente de programación; Eduardo Plaza, en la coordinación musical; Nahir Ramírez, en audiovisual; y Lorena González, en artes visuales.
Ellos, con sus asesores que aún no conocemos, son responsables de la programación de lo que resta del 2011 y la del 2012, donde, al parecer, la realización del 17 Festival Internacional de Teatro de Caracas es “el plato fuerte”, para lo cual ya han conversado con agrupaciones latinoamericanas y una que otra de Europa. Héctor Manrique (Grupo Actoral 80) y William López (Rajatabla) serán algunos de los que empujarán ese proyecto, secuela de los que inventaron, desde 1973, María Teresa Castillo (Ateneo de Caracas) y “el pirata del sur” Juan Carlos Giménez Gallardo, quienes lo “abandonaron” en 1992.
Símbolo de la ciudad posible, el moderno y novedoso espacio servirá de referencia y punto de encuentro entre los hacedores y los espectadores de las artes escénicas en el país, además ofrecerá al Centro Cultural Chacao la oportunidad de brindar una mayor oferta artística, con la presentación de espectáculos de alta factura en distintas áreas de las artes escénicas y musicales, con un aforo de 528 butacas más tres espacios para personas con movilidad diferente, y un amplio escenario con 12 metros de boca, 14 metros de profundidad y 8 metros de altura.
El Cascanueces
El espectáculo músico teatral La verdadera historia de Clara y El Cascanueces abrió definitivamente al publico caraqueño el Teatro de Chacao, el pasado domingo 04 de diciembre a las 5:00 de la tarde, con la participación de la Orquesta Sinfónica Infantil de Chacao (comandada por Elisa Vegas), el Grupo Teatral Skena, y los músicos Clara Mejías (arpa) y León Herdan (clavecín), en calidad de invitados especiales.

Ellos, a sala llena, revivieron el clásico navideño de El Cascanueces, a través de un concierto que abarcó las distintas piezas de la Suite, compuesta por P.I. Tchaikovsky para la libre adaptación del cuento El Cascanueces y el Rey de los ratones de Hoffman, Dumas y el mismo Tchaikovsky, acompañado por la representación actoral del Grupo Teatral Skena (comandado por Sara López). Como complemento del programa, la Orquesta Sinfónica Juvenil de Chacao, dirigida por Florentino Mendoza y con el barítono Gaspar Moleiro y la soprano Ninoska Camacaro, interpretaron cuatro piezas del Mesías de Händel, para subir definitivamente el carmesí telón del anaranjado nuevo Teatro de Chacao.

Cuatro contundentes excusas

Jesús Cova, Angélica Arteaga, Wadih Hadaya y Ana Alicia Pérez son sólidos actores pero aún sin rating, ese hálito mágico de supuesta grandeza o calidad que emana de la televisión. Este cuarteto de venezolanos -rondan ya los 30 años- culmina hoy la primera temporada del espectáculo Excusas, ácida comedia de los hispanos Joel Joan y Jordi Sánchez, la cual presentan en Trasnocho Cultural, con la severa dirección y la profesional producción de Melissa Wolf, respaldada por Grupo Actoral 80 (GA80) y Celcit.
Al subrayar que estos habilidosos comediantes carecen de rating es porque no han trabajado recientemente en teleseries criollas y eso es “importante” para un público que gusta ver, en persona o sobre el escenario, a intérpretes destacados en las pantallas. Este es uno de los más perversos mecanismos mediáticos para el codiciado éxito de taquilla del mal llamado teatro comercial. La televisión y también el cine ayudan a las salas, y eso no es aquí no más, es casi una constante mundial. Pero la paradoja es que, en ocasiones, actores con rating no siempre llevan audiencias tumultuosas, al parecer porque están viejos o descontinuados, como ocurrió, recientemente, con Fuga en el Trasnocho.
Presentar un montaje en salas que dependen exclusivamente de la taquilla, es siempre un riesgo, porque se puede perder hasta la camisa o ganarse un kino con una obra. Otros aseguran que el éxito comercial depende de temáticas y argumentos, y dan hasta recomendaciones sobre qué se debe exhibir y/o rechazar. En síntesis, la “piedra filosofal” para enriquecer a dueños de salas y productores, no existe todavía o no ha sido aún patentada por aristas en su diseño.
Conocedores de los problemas generados por no tener un talismán mediático en una sala comercial, estos muchachos del GA80 hicieron muy bien su temporada para demostrar su oficio y que sí pueden manejar comedias ácidas, teniendo también en contra el horario de las representaciones: sábados y domingos, a las 4PM. Pero no les fue tan mal, porque el boca-a-boca llevó un calificado público que aplaudió a rabiar ya que Excusas es una metáfora agridulce sobre la ruina de los anhelos, especialmente de quienes avanzan hacia los 30 y aún no han atrapado el éxito, algo que tampoco esta muy definido en la vida y ni en el teatro.
Hay que exaltar el trabajo actoral exhibido por este cuarteto de aguerridos cómicos y en especial por el humor desplegado, así como por el ritmo de sus competitivas performances. Gracias a ese peculiar lenguaje escénico, macerado bajo la férula de Melissa Wolf, ellos logran convencer con los dramas de las parejas y los de sus personajes, pero en especial las actrices, porque el histrionismo femenino siempre supera al de los varones y en esta obra tienen mejores líneas.
Excusas es otro calido montaje de este 2011 que arrincona al nefasto rating y el cual ha permitido evaluar cuatro actores y una directora en abierto desafío a los fantasmas de la taquilla.
Y para nosotros, este Excusas es uno de los mejores montajes de la temporada 2011, lo cual nos complace por ese elenco de actores en pos de la fortuna de la fama con un tema que arruina las vidas de las generaciones y además comandados por una mujer artista que tiene güaramos para hacer ese tipo teatro en un espacio que hasta ahora era de “los meros machos”.

miércoles, diciembre 07, 2011

Murió el dramaturgo Gilberto Pinto

Gilberto Pinto luchó para sobrevivir unos años más y no dejar sola a su última esposa Francis Rueda y además conocer el nieto que les anunciaba Máximo, el hijo de ambos. Pero hoy murió y así ingresó definitivamente en la historia, convulsa pero hermosa, del teatro venezolano como autor, maestro de actores y director de espectáculos. Dejó para estrenar su pieza Mark Crossman regresa a casa, sobre los soldados gringos que pelearon en Vietnam.
Nació el 7 de septiembre de 1929 en una casa de vecindad de la parroquia Santa Rosalía. La obrera Socorro era su madre -ganaba seis bolívares semanales- y la de sus dos hermanos, Lilia y Porfirio Pinto, conocido posteriormente como el teatrero Luis Márquez Páez. Sólo estudió hasta el sexto grado, pero su bachillerato y la universidad fueron los escenarios criollos. Sus únicas diversiones cuando muchacho las realizaba en la YMCA, cuando funcionaba en las inmediaciones del puente La Trinidad.
Unas páginas de El Nacional abandonadas sobre la mesa del billar del YMCA (Young Men's Christian Asociation) atraparon la atención de aquel jovenzuelo. Las hojeó y se detuvo con curiosidad en un reportaje que Carmen Clemente Travieso le hacía al curso de Capacitación Teatral que, bajo los auspicios del Ministerio de Educación, dictaba el profesor mexicano Jesús Gómez Obregón para la juventud caraqueña desde 1947. “Eran las ocho de la mañana, de un día que ya no recuerdo de aquel 1948. Aquello me sorprendió porque no sabía quien había dejado abandonado ese periódico y además lo leído me llamó la atención. No tenía ninguna inclinación hacia el teatro pero mi profesión de vago me llevó a conocer que era aquello. Me encaminé hacia el edificio Casablanca, de Peligro a Puente República, y Carlos Denis, que era una especie de secretario, me inscribió sin mayores requisitos, porque no había más de 25 alumnos. De pronto me encontré en una clase, escuchando al profesor y viendo las improvisaciones de Luisa Mota y Pedro Marthan, quienes ya tenían un año en esos avatares. Todo eso me preocupó y al mismo tiempo me llamó la atención. Y al día siguiente estaba estudiando teatro. Desde entonces no he parado y son algo así como largos 60 años. La vagancia me llevó a la escena”.
Así relató sus inicios en las artes escénicas venezolanas este Gilberto Pinto, Premio Nacional de Teatro de 1999, actor, director, maestro de varias generaciones de comediantes y autor de 19 piezas, una de las cuales, El peligroso encanto de la ociosidad, fue estrenada por la agrupación Rajatabla, bajo la dirección de Germán Mendieta.
Afirmaba, a manera de consejo para los que presentan problemas de salud, que “uno escribe mejor cuando le cuesta hacerlo y no cuando no le cuesta escribir. Este largo tiempo con mis dolencias, me ha permitido serenar mi estilo y acercarme a lo que proponía Ibsen, que era ser económico en las palabras y profundo en el uso de ellas. Eso me ha permitido descubrir que yo escribía de más”.
Abandonó la docencia por razones obvias, pero eso no le impidió reiterar que “la actuación es una sola, todo lo demás son tonterías. La actuación es una, bien sea en teatro, cine o televisión, y en cada una de esas especialidades hay que cumplir las exigencias generales de la profesión: la sensibilidad, la imaginación, la concentración y sobre todo el deseo de jugar a ser otro, lo cual es importantísimo, porque quien no tiene ese deseo no puede ser actor”.
Subrayaba que la investigación es importante, porque ayuda a todo lo demás. “Ayuda a profundizar, pero tiene que partir del juego, porque actuar es como jugar, por eso es que en el mundo sajón actuar se identifica con el término play, porque actuar es como jugar. Cuando se actúa se juega a ser el otro. Es un juego de niños pero emancipados, no es el niño que juega a ser Superman, no, nosotros los adultos jugamos a ser otras cosas porque estamos emancipados. Una de mis mayores satisfacciones es el haber dejado una profunda huella en una gente que hoy está actuando o dirigiendo. Los veo en la televisión, en el cine o el teatro y me llena de satisfacción que algunos de ellos hayan cristalizados sus aspiraciones profesionales y artísticas, porque no hay que olvidar que no todos llegan. Hay un 95 por ciento que se queda en el camino”.
De sus años mozos, durante la compleja década de los 50, recuerda que participó activamente en la lucha popular contra la dictadura perezjimenista. “Hacíamos teatro contestatario en el día y en la noche nos entregábamos a las actividades políticas. Hacíamos graffitis y repartíamos proclamas y propaganda. Y todo ese grupo estaba en una lista negra. Éramos Rafael Briceño, Héctor Myerston, Humberto Orsini y Román Chalbaud, entre otros. La llegada de la democracia no cambió nada: siguieron la torturas, los asesinatos, las represiones y hasta que afortunadamente, vino una pacificación, pero antes mataron a César Trujillo y Oswaldo Orsini entre otros”.
La producción dramatúrgica de Gilberto Pinto está impregnada y cargada de profunda y mordaz crítica social, política e histórica. Dejó leer y representar piezas como El rincón del diablo, El hombre de la rata, La noche moribunda, Los fantasmas de Tulemón, El confidente, Pacífico 45, La guerrita de Rosendo, La muchacha del blue jeans, Gambito de dama, Lucrecia, La visita de los generales y El peligroso encanto de la ociosidad, entre otras.
Seguirá vivo siempre que lo recordemos y además veamos en escena sus piezas.




sábado, diciembre 03, 2011

Balance del Festival Caracas 2011

El teatro venezolano ha sido, es y será revolucionario. Sus artistas, los dramaturgos y su oceánico público así lo han demostrado a lo largo de 200 años, aunque en ocasiones surgen detractores y enemigos encubiertos que tratan de asfixiarlo, de quitarle espacios, de desviarle los recursos del Tesoro Nacional que le pertenecen por ser una crítica manifestación cultural, y hasta han pretendido matar por hambre a sus hacedores. No es complaciente, ni frívolo, ni tampoco tarifado, ni servil; prefiere comerse las migajas del banquete antes que deshonrarse.
Hay que recordar, que Rómulo Betancourt liquidó a tres teatreros- el actor César Bustillos, Oswaldo Orsini y el hijo de María García- quienes participaron en aquellos revoltosos alzamientos contra su régimen, pero el teatro no feneció ni siquiera ante el plomo de las pistolas adecas y copeyanas, como lo dice el dramaturgo Gilberto Pinto.
Hasta ahora nadie ha podido hacerlo claudicar ni desaparecer de los escenarios y el boom del mal llamado teatro comercial es muestra de como sus creadores pueden sobrevivir gracias a la imaginación pero sin claudicar en su filosofía de denuncia contra las injusticias, contra los desatinos de los gobiernos y siempre en contra de las exclusiones. El teatro siempre ha estado en la acera del frente pero sin poner en tela de juicio su amor patrio.
En medio de ese sórdido panorama de incertidumbres y contradicciones para la sobrevivencia del arte escénico, en Fundarte, la mano cultural de la Alcaldía de Caracas y el Gobierno del Distrito Capital, se planificó y materializó una muestra del teatro contemporáneo, ese que estaba en cartelera o en despensas de los teatristas, y fue así que se puso en marcha, del 11 al 25 de noviembre, el Festival de Teatro Caracas 2011 (FTC 2011) con la intervención de 80 agrupaciones y sus 600 actores para realizar más de 160 funciones en 13 salas, ocho espacios públicos recuperados y 30 espacios comunitarios.
Comenzó el FTC 2011 con Seguimos o paramos, espectacular montaje de sainetes venezolanos, que dirigió Ibrahim Guerra, y culminó con La cantata del rey Miguel, creada por Tomás Jurado Zavala y Carlos Arroyo con el Teatro Negro de Barlovento. Y hasta sorprendió un homenaje al desaparecido transexual Esdras Parra con la presentación de nuestro monólogo Novia en rojo, en la Casa del Artista.
El FTC 2011 (cobró 5 bolívares por cada boleto) arroja, hasta ahora, cifras como 70 mil espectadores en salas, 18 mil en la calle y 10 mil en las comunidades, 1200 en Unearte y 80 mil en Ciudad Teatro. Gracias, pues, al funcionario Freddy Ñañez, el bálsamo teatral bajó la presión no solo a la ciudadanía al borde del colapso. A las agrupaciones les cancelaron sus honorarios y algunas fueron invitadas a exhibirse en una mini muestra que se hace con motivo del Celac, vital evento de geopolítica latinoamericana. Hay planes para el próximo año y los teatreros esperan que se los informen, a tiempo, para lucirse con sus montajes.

Hay,pues, teatro vivo en esta Venezuela que timidamente avanza en la centuria XXI!

Caracas con Novia en Rojo

En medio del escándalo mediático suscitado por el atentado terrorista que eliminó al fiscal Danilo Anderson, la defunción de Esdras Parra fue privada y al funeral solo acudieron sus escasos familiares. Se marchó en silencio y entre sombras como había sido su vida durante los últimos 26 años de los 74 que vivió.
El pasado 18 de noviembre se cumplieron, pues, siete años del mutis de Esdras Parra y nadie se acordó de su obra literaria ni de su rocambolesca vida, salvo un grupo de teatreros que montaron, dentro de la programación del Festival Nacional de Teatro de Caracas 2011, el espectáculo Novia en rojo, para rendirle un homenaje, ya que él fue quien inspiro a este periodista para escribir el susodicho monólogo, el cual ahora ha sido dirigido y actuado por José Gregorio Cabello y José Gregorio Becerra, respectivamente, y exhibido en la sala Doris Wells de la Casa del Artista, durante los días 23 y 24 de noviembre.
Orígenes
Novia en rojo es la primera pieza de una trilogía que hemos pergeñado sobre la temática de la homofobia que persigue la identidad humana y las diversas luchas reivindicativas que se suscitan por la consecución de la misma. La escribimos entre abril y octubre de 2008, tras haber ahondado en la saga del intelectual y poeta Esdras Parra quien se sometió a una RGS a los 48 años, en Londres, para vivir como “señora” hasta su muerte, tras sortear trampas y burlas de una sociedad que rechaza conductas como las que ella, o él, asumió públicamente.
De esa investigación periodística, en la cual nos sumergimos impulsados por la anécdota que Mario Vargas Llosa cuenta sobre una visita inesperada de Esdras Parra a Guillermo Cabrera Infante en su residencia londinense, emergieron varios elementos fundamentales para la creación de nuestro personaje Esdras Quinto, transexual que, cual Pigmalión venezolano descubre su Galatea, peluquera de origen peruano, pero de padres chinos, y vive con ella un tórrido romance “lésbico…” hasta que la muchacha se marcha a la lejana Australia para casarse con su otro amor, el transexual Valeria que no piensa operarse, y hasta procrear una familia por los métodos tradicionales.
La soledad y los recuerdos provocan el final de Esdras, quien en el espectáculo viene desde su tumba para revelar todo lo vivido.
Montaje caraqueño
José Gregorio Cabello, curtido director teatral, y José Gregorio Becerra, meritorio comediante de la agrupación Teatro del Baco, asumieron la creación del primer espectáculo a la venezolana de Novia en rojo, respetando en gran parte nuestra propuesta de autor.
Lo mostrado, utilizando un video y una grabación radial, para subrayar la vida del transexual, la cual es plenamente recreada, permite ponderar las amplias condiciones actorales de Becerra, quien además corporiza al intelectual que asumió su destino de transexual. Impacta el duelo visual del personaje fílmico y el de carne y hueso, no solo por las diferentes caracterizaciones sino por intensidad en cada uno de esos roles.
Se trata, pues, de una bien lograda y audaz propuesta del director, y además poco frecuente en esta Caracas donde los monólogos tienen su pétreo reinado, no solo desde 1996, cuando Mimi Lazo estrenó El aplauso va por dentro de Mónica Montañés.
La caraqueña Novia en rojo hará una temporada en febrero del 2012, en una de las salas del Celarg, para quienes no se asusten de esas realidades que planteamos.
Homofobia
Dentro de la temática teatral de la homofobia, contamos con Novia en rojo y este año se estrenó El fantasma de Bonnie, dirigida por Dante Gil y con la producción de Veneteatro de Los Teques , y ya alistamos, para el 2012, El carnaval de Marilyn.
Quinto es Parra
El 11 de septiembre de 2009, en el Teatro Diagonal de la argentina urbe veraniega Mar del Plata, fue el estreno mundial de Novia en rojo, irrepetible experiencia existencial que nos permitió ver por primera vez en escena al protagonista Esdras Quinto, enamorado y sufrido personaje transexual. Habíamos viajado 14 horas en avión y autobús para conocerlo, en carne y hueso, gracias al trabajo del equipo de teatreros que liderizó Mónica Marchini y actuó Mario González, con el soporte de María Schulze y Claudia Mauriz.
Culminada en octubre de 2008, Novia en rojo es la saga de Esdras Quinto, quien, como su sosías Esdras Parra, nació en Santa Cruz de Mora (1 de enero de 1930) y murió en Caracas (18 de noviembre de 2004). Así puede simplificarse la vida de ese escritor, poeta y promotor cultural, quien tras “un cambio de sexo”, en Londres (1978), alteró su periplo y se reinstaló en Caracas (1982) pero no lo dejaron ser plenamente feliz. Su transexualidad y su lesbianismo le generaron múltiples problemas que afectaron su capacidad de creación para la narrativa y hasta sus enemigos hicieron chistes eróticos con todo eso. Fue una víctima más de la homofobia, lacra cultural que mata o execra a quienes se atreven a ir contra los caducos cánones sociales.
En Novia en rojo se ficcionan los últimos cuatro años de su vida, salpicada de amores que van y vienen con pesada brevedad, hasta que una muchacha lo precipita en un abismo de paranoias. Aunque siempre la realidad es superior a la recreación artística, ésta es una metáfora más sobre la vejez que, acompañada de desamor, soledad y pobreza, asecha a la mayoría de los seres humanos, sin importar su conducta sexual o su género. Gracias, pues, al inteligente y macerado trabajo, lograron impactante performance que transmitió limpiamente, la trágica vida del transexual devorado por una sociedad retrógrada, tal cual como la habíamos escrito.
Exaltamos el importante aporte de la directora Marchini al alterar las didascalias originales y transformar a dos muñecas, que eran apoyos para el monologante, en actrices – muy diestras en el arte de deslizarse con telas circenses- para encarnar a Galatea y Valeria, personajes que precipitan el conflicto final de esa especie de Pigmalión del siglo XXI.
Y todo quedó redondeado con la patética caracterización que alcanzó González y las asombrosas caracterizaciones, cual hadas del averno, de esas siniestras muñecas-mujeres que lo acompañaron en escena.
Ese montaje argentino vino Venezuela y se presentó en los Festivales de Oriente y Occidente, además de la sala de conciertos del Unearte, durante el último trimestre de 2009.
Para nosotros fue un debut excepcional en la escritura teatral, dado que, como lo dijese el dramaturgo Darío Fo (Premio Nobel 1997) en visita a Buenos Aires en 1984, “en ningún país del mundo el teatro tiene la importancia que tiene en la Argentina”.







domingo, noviembre 27, 2011

La rumba caliente de Santana

El espectáculo Rumba caliente sobre el muro de Berlín, creado sobre la obra homónima de Rodolfo Santana, fue el gran estreno del recién concluido Festival Nacional de Teatro Caracas 2011, en la Sala Anna Julia Rojas de Unearte. Ahí, el meritorio director José Gregorio Cabello y su acoplado grupo Manatí eran los oficiantes de un extraño ritual con personajes metafísicos o fantásticos, y además muertos, quienes cantan y bailan a la vida sobre las ruinas de ese algo que el mismo autor ha señalado como “la costumbre, muy humana, de encontrar siempre las leyes y permisos que permiten elevar muros y prohibiciones”.
Santana, pues, a sus 67 años recién cumplidos, no tiene miedo alguno de enfrentarse a un público, anquilosado mentalmente por el cine, la televisión y el teatro realistas, y proponerle un juego intelectual, un exhaustivo acertijo para obligarlo a pensar sobre asuntos tan básicos como la religión, Dios, la vida, la muerte, la libertad, los gobiernos y hasta el amor, pero usando personajes cotidianos tales como una mujer transformada en ángel, un obrero empeñado en levantar muros, y un militar dedicado a fiscalizarlo y ordenarlo todo, en compañía de unos soldados perrunos, etcétera. ¡El teatro copia a la vida, eso es todo!
En resumen, el Santana de quien conocemos las claves de su cantera teatral, ha regresado a dos piezas básicas en su extensa dramaturgia: Nuestro Padre Drácula y La empresa perdona un momento de locura, ambas exhibidas en los años 70, donde los seres humanos se inventan mitos y monstruos para jugar con ellos y aceptar además que lo dominen y lo esclavicen, y además enseña como el hombre explota a sus congéneres sin piedad alguna para lucrar o para jugar con ellos. Textos, para nuestro entender, existencialistas, en la medida que materializan aquello que nos gusta y que además no hacen daño pero no podemos vivir sin ellos o dominarlos. En ambas piezas el juego de la representación es básico o fundamental, se esta actuando o imitando a un ser que ha copiado o creado por otros. Teatro dentro del teatro, o vivir de acuerdo a las normas y hasta jugar que podemos alzarnos y cambiarlas cuando nos incomodan.
Por supuesto que Santana no hace ensayos filosóficos complicados o densos, nada de eso, recurre a lo lúdico y lo cómico y, quizás lo más delicado de su propuesta, invoca y personifica a la violencia, al tiempo que pretende explicarla, de darle un sentido para que no sea una fuerza ciega, como lo ha escrito.“Las violencias soterradas o explicitas duermen en todos los pechos humanos. Son parte de nuestra naturaleza y una de las virtudes de la representación es que puede mostrarla en todo lo que tiene de peligro y liberación”, reitera. Todos tenemos un demonio adentro y a veces le damos salida.
El público podrá digerir la nueva pieza de Santana, la cual tiene una breve temporada caraqueña durante el venidero diciembre, o aplaudir las performances de Virginia Urdaneta, Gerardo Soto o Francisco Silva, además de Mari Pili Salas, Luis Gómez y José Antonio Fernández, los oficiantes que acompañan al tesonero director Cabello.
Hay, por supuesto otras lecturas posibles sobre este texto y su espectáculo, apreciaciones incluso muy comprometidas, para los tiempos que vivimos, pero que se las dejamos a los espectadores porque todavía el teatro es el único rincón del mundo donde impera la libertad. Solamente quiero recordarle a los lectores o eventuales espectadores que el derrumbe del muro del Berlín alemán no fue tan sencillo ni tan inocente, pero para explicarlo Santana escribirá otra pieza de teatro porque las consecuencias así lo ameritan.

Sin excusas para el futuro

En Venezuela no abundan las mujeres entregadas a la dirección de espectáculos teatrales, una exigente especialidad artística que históricamente ha estado mayoritariamente en manos masculinas. Por eso cada vez que aparece una fémina al frente de una producción artística hay que festejarlo y buscar el testimonio respectivo de ese avance o ese logro. Hay muchas por aprender y nunca se termina.
Y para comprobarlo con hechos esta Melissa Wolf, joven, bella e inteligente, al frente de la comedia Excusas, de los españoles Joel Joan y Jordi Sánchez, protagonizada por Jesús Cova, Angélica Arteaga, Wadih Hadaya y Ana Alicia Pérez, la cual hace temporada en el Trasnocho Cultural.
-¿Cómo llega Melissa Wolf al teatro?
- Empecé a estudiar en el Taller de Formación Actoral de Venevisión cuando se formó en el año 2004. Ese fue mi primer acercamiento al oficio del actor. Era un programa muy completo, con clases de lunes a viernes desde las siete de la mañana a las 12:30pm, y los mejores profesores de actuación, expresión corporal, voz y dicción. Apenas empezó fue un enorme descubrimiento. Aquello me apasionaba desde cualquier ángulo que lo mirara. Fue un año delicioso y al finalizar hicimos el montaje de Se quieren, en el cual, además de interpretar a uno de los personajes, asumí el rol de asistente de dirección de Héctor Manrique. Finalizando ese trabajo, Héctor me invita a ser la asistente de dirección de El día que me quieras, dirigida por Juan Carlos Gené, durante la temporada 2005, y a partir de ese momento y hasta la actualidad he trabajado en numerosos montajes del grupo como asistente, posteriormente como actriz en Final de partida y Acto cultural. Hace dos años comencé a dictar los talleres sabatinos del GA80 y he dirigido montajes como Momentos de José Luis Alonso de Santos (2007), El cruce sobre el Niágara de Alonso Alegría (2008), Edmond (2009) y Romance (2010) ambas de David Mamet y actualmente tenemos en cartelera a Excusas.
-¿Con quienes ha trabajado?
-En el programa de formación de Venevisión tuve como maestros a Felicia Canetti, Giovanni Reali, Marcos Reyes y Héctor Manrique, a quien después he tenido como profesor en varios talleres del Grupo Actoral 80. Además, en cada montaje del que he formado parte como asistente de dirección, ha sido de alguna manera un proceso en mi formación como actriz y directora.
-¿Qué es lo que más le gusta y por qué?
-El hecho vivo del teatro. Que las cosas sucedan “como si fuera la primera vez” frente a los ojos de un espectador distinto cada noche, que se va de la sala imaginando que ese hecho extraordinario ocurrió para él. Me gusta la montaña rusa que empieza en el momento en que se apagan las luces y suena la normativa de un teatro. De ahí en adelante todo es un enigma, por mucho que lo hayas ensayado.
-¿Qué trata su más reciente espectáculo?
- Excusas es una comedia sobre el fracaso de los sueños.,asi de sencilla es la cosa.

-¿Cómo es Excusas, cómo le llegó la obra y cómo ha sido el trabajo con los actores?
-Esta obra me llegó hace unos cinco años a través de Héctor Manrique, en un momento en que leíamos posibles proyectos para montar. Me pareció una pieza que decía cosas importantes a través del humor, una obra en la cual yo quería actuar. Ahora, años más tarde terminé montándola como directora. En el trabajo con los actores siempre procuro que sea lo más divertido y libre posible. Son cuatro jóvenes con mucho entusiasmo. Para dos de ellos es su primera experiencia frente al espectador y eso siempre es contagioso y llena de ímpetu el trabajo. Tener una fecha en un teatro (privilegio en esta época, tan dura para conseguir espacios) era una gran responsabilidad para todos en donde fuimos creciendo juntos y descubriendo el rumbo que tomaban las acciones de cada personaje.
-¿Satisfecha con lo logrado?
-Mucho. Es un montaje hecho con verdad, con mucho esfuerzo, y el resultado es una obra que espero divierta al espectador tanto como lo hace conmigo y lo confronte tanto como me golpea a mí el tema de las excusas para justificar nuestros miedos y nuestros fracasos.
-¿Qué más trabajos tiene entre manos?
-Por ahora estamos cerrando un año de mucho trabajo. Con el GA80 estrenamos cinco espectáculos que hemos mostrado en Caracas: Acto cultural, Baraka, Gorda, Petroleros Suicidas y Excusas, todos en 2011, lo cual significó un intenso y sabroso trabajo en equipo. Me gustaría mucho volver a actuar y por ahora sigo en la búsqueda de la obra que dirigiré el año que viene.
La crisis de los 30
Querían escribir una comedia sobre la amistad y ese invento estrambótico que es la pareja. Así nació Excusas, una obra que Joel Joan creó y protagonizó a medias con Jordi Sánchez. Ahora es famosa e internacional y ha sido llevada incluso al cine, y además es de comprobado éxito en otros países. Ahonda en la debilidad del ser humano a la hora de afrontar compromisos, cambios y decisiones importantes para su futuro, es una pieza cargada de humor y reflexiones. Una comedia sobre la crisis de los 30 esa edad en la que las personas comienzan a estabilizar sus vidas, a casarse, y dejan atrás la libertad y el desenfreno juvenil. En la obra, los cuatro protagonistas han conseguido una estabilidad laboral que no les proporciona aquello que buscan; a lo largo de la historia veremos cómo evolucionan cautivos de las excusas que se ponen a sí mismos para no elegir lo que realmente quieren. Es el tono de comedia el que facilita a los autores contar cosas muy serias sobre las vidas de los personajes. Cristian y Jesús son dos amigos de toda la vida, ahora en la treintena han elegido caminos diferentes: el primero es un mujeriego crónico incapaz de comprometerse con su novia Susana; el segundo está casado con Begoña y a su lado su vida va alejándose de lo que se imaginaba cuando era más joven, especialmente cuando ella queda embarazada. Infidelidades, hijos, peleas, cenas de pareja, fiestas, persecuciones y una gran cantidad de excusas para no ir tras los sueños. Todo ello cargado de un humor ácido que dice cosas muy serias sobre nuestra incapacidad para tomar decisiones por nosotros mismos.




lunes, noviembre 21, 2011

La homofobia mata o arruina

Mata venezolanos y no es invento periodístico ni tampoco vagabundería de los teatreros, pero es una letal realidad, incluso prohibida por la Carta Magna de Venezuela. Y como una prueba más de que la homofobia, mortífera discriminación existe, el diario Últimas Noticias (19.11.11) en su página 24 reseña que las autoridades levantaron el cuerpo de un transexual asesinado de una pedrada en la cabeza, tenia manos y pies atados con tirro, y vestía pantalón negro, blusa de mujer y zapatillas. La victima, que apareció en la calle Santa Ana de Prado de María, no portaba documentos de identidad.
Mientras la investigación policial da más detalles, reseñamos que, precisamente el sábado 19, dentro de la programación del Festival Nacional de Teatro Caracas 2011, se presentó un espectáculo contra la homofia, lacra cultural que esparce odio y muerte en el mundo. Era La disculpa o El costo de la intolerancia, escrito y dirigido por César Eduardo Rojas Márquez, con las desgarradas actuaciones de Trino Rojas, Weidry Meléndez, Slavo Sorman, Luis Miguel Sánchez, Omar Churión, la jovencita Viviana Sandoval y el vibrante baladista Johan Astros.
La disculpa muestra las vicisitudes de seis venezolanos, dentro de una saga melodramática, donde la muerte de un muchacho homosexual desencadena una increíble violencia domestica contra su pareja sobreviviente y como una niña, concebida en una vientre “alquilado”, se convierte en ángel de la reconciliación de esa familia que no acepta conductas sexuales diferentes y aplica la homofobia con abyectos fines…al parecer sin saberlo.
Vito, Rosa, Julio y Leopoldo Salvato, además de Roberto y Penélope Ricardo son los conspicuos personajes del melodrama que Rojas Márquez (caraqueño de 50 años) ha plasmado, dentro de un espacio no convencional, para romper lanzas contra la discriminación homofóbica que desgració al compañero de una victima del VIH-Sida, pero al final el remordimiento cobra su victima propiciatoria.
No es fácil digerir la saga de La disculpa porque esta construida sobre la pared de papelillo que separa al melodrama de la tragedia, pero tiene un asombroso efecto catársico entre la audiencia.
Ahora César Eduardo Rojas Márquez, se va con su espectáculo a otros espacios porque prosigue su lucha contra la homofobia (rechazo o intolerancia contra los homosexuales).
¡El teatro una vez más copia a la vida y enseña!