sábado, junio 19, 2010

Tres lustros de teatro joven

El grupo teatral Séptimo Piso mostró el espectáculo Credit Bill, briosa versión de Los intereses creados de Jacinto Benavente, y comenzó su lucha para hacer el mejor teatro venezolano con interpretes jóvenes verdaderamente interesados en propuestas críticas y descarnadas sobre la sociedad, pero al mismo tiempo proponiendo una reflexión sobre el sentido o el sin sentido de la vida misma. Se transformó así en lo más destacado de una “guerrilla teatral” que no aplica concesiones politiqueras ni genuflexiones para ganarse el subsidio o la subvención que les resuelva tal o cual montaje, como lo ha demostrado desde 1995.
Gracias a su incesante trabajo escénico, al cual hemos ponderado durante sus tres primeros lustros, es para nosotros una versión criolla, aplomada y menos huracanada de aquel latinoamericano Rajatabla de los años 70 y 80, gracias a su líder, Dairo Piñeres; un liceísta que a los 15 años disfrutó del fantástico Peer Gynt que inventó Carlos Giménez, con la existencial pieza de Henrik Ibsen, y eso lo obligó a sacrificar su anhelo de ser medico y dejarlo todo, con el apoyo solidario de su mamá Teresita Chamorro, para aprehender el teatro en el Iudet y crear una agrupación juvenil que le permitió probar e imponer su estética.
Ahora Séptimo Piso ha organizado unas “fiestas patronales” para celebrar con puro teatro sus primeros 15 años. Inició sus festejos, el pasado 11 de junio, en la Sala Experimental del Celarg, con El arquitecto y el emperador de Asiria de Fernando Arrabal, proseguirá con La sangre de Sergi Belbel y ha de culminar endulzando los paladares del crítico de las mil cabezas con el humor irónico y muy lógico de la farsa Cuatro corazones sin freno y salto atrás de Enrique Jardiel Poncela. Son autores españoles de diferentes generaciones, con piezas muy conocidas, que se podrán disfrutar a lo largo de nueve semanas, hasta el 8 de agosto.
Emperador y arquitecto
Fernando Arrabal (1932), uno de los creadores del brutal, sorprendente y gozosamente provocador “teatro pánico”, abrió la “fiesta patronal” con una “agresión dramatúrgica donde la chatarra de nuestras sociedades avanzadas se carboniza en la pista festiva de una revolución permanente”. Su pieza, originalmente muy larga, pero recortada por el director Piñeres para hacerla soportable, presenta al cultísimo emperador de Asiria (Luis Vicente González) desembarcando en una isla, tras salvarse de un accidente aéreo, para toparse con el salvaje arquitecto (Moisés Berroterán) e iniciar así un juego de alta teatralidad, cual versión moderna de Robinson Crusoe y el negrito Viernes, jugando con sus historias para matar el tedio y éste es de tal proporción que al final uno devora al otro.
Es teatro surrealista y puede divertir a unos o aburrir a otros. Su estructura y su discurso están envejecidos y manoseados hasta la saciedad por autores posteriores, a los años 60 cuando se le estrenó, y especialmente en la televisión. Aunque Piñeres trató de hacerlo digestivo, no se puede ignorar que las modas teatrales se imponen por la ignorancia de la audiencia o como consecuencia del explicable escapismo de las comunidades.
El espectáculo se salva o se soporta por el virtuosismo actoral de Berroterán y González a lo largo de 90 minutos y, especialmente, gracias a sus impactantes acciones físicas, cercanas al virtuosismo circense, y sus prodigiosas memorias.
Minihistoria
Y para los que no lo saben, el célebre teatrero cubano Miguel Ponce (ahora residente en Miami) estrenó ante el público venezolano, en agosto de 1973, esta pieza del tremendo Arrabal -quien además vino para presenciar su montaje- en el Ateneo de Caracas y después la mostró en el teatro Alberto de Paz y Mateos. Armando Carias y el comediante cubano Dume acompañaron, respectivamente, a Ponce en su histórico montaje.
Desafíos
Revela Dairo Piñeres (Caracas, 1975) como para los años venideros tiene proyectado continuar utilizando textos contemporáneos, más exigentes, y, además, rescatar obras clásicas para ubicarlas en la contemporaneidad, siempre con su agrupación. “Queremos seguir siendo un grupo-plataforma para los que egresan de las escuelas y academias del país. Tenemos que reforzar el carácter cultural del teatro en nuestras comunidades. Debemos fortalecer un movimiento que desafíe a los nuevos tiempos y retome la escena criolla y la lleve al lugar que se merece. Seguimos creciendo poco a poco en este sueño que hace 15 años se hizo realidad y hoy es adolescente. En tres lustros hemos producido 38 espectáculos y estamos muy satisfechos con ese trabajo, pues cada día somos una auténtica fuerza teatral, crecemos, reaprendemos y fabricamos el futuro que queremos. Hemos realizado alrededor de 15 talleres montajes para capacitar a muchos jóvenes que están haciendo del teatro su manera de vivir”.
Sangre con humor
Del 02 al 18 de julio, presentará La Sangrede Sergi Belbel (1963), que aborda la temática del secuestro, para lo cual hay un ingenioso traslado entre los personajes que rodean la situación al mismo tiempo que sucede el plagio, demostrando los temperamentos y comportamientos humanos ante este escenario de angustia. Ahí se reflexiona sobre temas como el poder político, vínculos familiares entre padres e hijos, las autoridades con una responsabilidad que se escapa de sus manos, el protagonismo déspota de un grupo delictivo que atenta de manera salvaje contra el individuo y la versatilidad de la mujer en nuestra sociedad.
Y del 23 de julio al 08 de agosto será el turno para Cuatro corazones con freno y marcha atrás de Enrique Jardiel Poncela (1901/1952), uno de los creadores del teatro humorístico español. Es importante entender su trama desde una perspectiva completamente irreal y puramente humorística, a pesar de la intensidad ideológica sobre el sentido de la vida que contiene. Su secuencia de situaciones inverosímiles, unida al excelente uso del diálogo, la convierten en una obra entretenida y llena de situaciones cómicas, personajes originales, diálogos desconcertantes, otros personajes muy pintorescos y situaciones humorísticas, dejando finalmente, una pequeña sombra de duda: ¿Realmente, seríamos felices si lográramos ser inmortales para siempre?

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