jueves, noviembre 19, 2009

El pecado de Manuela fue amar

Cuenta que no conoció a Manuelita Sáenz durante sus estudios primarios si no más adelante, porque en la Escuela Experimental Venezuela se utilizaba un texto donde el Hermano Nectario María desechaba el periplo humano y político de esa mujer y por ende la negaba. “Gracias al historiador Alfonso Rumaso González aprendí más de ella y hasta me entusiasmé con un proyecto del poeta Aquiles Nazoa, quien pretendía hacer una obra sobre las Manuelitas latinoamericanas; ahí estarían: la Sáenz, la Madroño, que también fue amante del Libertador, y la Rosas, la hija del argentino tirano Rosas. Esa maravillosa pieza la tenía en su cabeza y no sé si logró escribir algún boceto de tal proyecto. Me hubiese gustado hacerla, dirigida por el gran Horacio Peterson, por supuesto”.
Así explica la primera actriz Manola García Maldonado sus primeros contactos con la Libertadora del Libertador, a quien ahora precisamente encarna en el espectáculo teatral Manuela… sus propias palabras, estrenado el 23 de noviembre de 2006. “Ahí doy la vida de la quiteña que salvo la vida del caraqueño, durante un atentado conspirativo el 25 de septiembre de 1828, en la casa de gobierno de Bogotá, sede actual de la Cancillería de la nación colombiana”.
-¿Cuantas funciones ha realizado?
-Perdí la cuenta del número de presentaciones que he tenido desde esa fecha. Lo único cierto es que en cada función el público queda conmovido por lo que hacemos y eso me entusiasma. Me reconforta difundir algunas facetas de esa gran mujer cuyo pecado fue amar. La estamos mostrando en todos los escenarios posibles, hasta los cuarteles hemos ido. Es un ser hermoso. Y en ocasión de la Quinta Feria Internacional del Libro la mostramos en la Plaza de los Museos y después en Unearte. De esta experiencia solo puedo decir, parafraseando al poeta, que he vivido y nadie me quita lo bailado.
Teatrera
Manola, nacida en Valencia el 19 de junio de 1928, aclara que jamás pensó que algún día estaría en un escenario. “Nunca lo soñé, muchos menos en mi época, cuando esa profesión u oficio era mal vista y por eso los actores y las actrices se combinan los nombres. Pero en mi familia me apoyaron e hice todo el teatro que pude y que acepté hacer. Tenía una bonita voz y una figura atractiva, lo cual me permitió contar con unos cuantos enamorados, pero nunca me casé. Seguí soltera hasta ahora y dedicada mis sobrinos y mis sobrinos nietos”, dice con una satisfacción contagiosa.
-¿Siempre quiso ser actriz, deducimos de lo que comenta?
-
Yo quería ser corresponsal de guerra porque uno de mis tíos habia peleado con los republicanos en la fratricida conflagración española y conocía casi todas las vicisitudes de los combatientes. Me decidí por el bioanálisis después que me dio bilharzia y vi un huevito del parásito transmisor en el microscopio del laboratorio. Se graduó como bioanalista, tras estudiar en el Instituto Nacional de Higiene, porque en la UCV no habían creado aún la escuela apropiada. Eso ocurrió en los años 40. Pero la vida me dio una grata sorpresa cuando vi la película La balandra Isabel llegó esta tarde (1949) y quedé deslumbrada ante el trabajo de la actriz Juana Sujo. Tres años más tarde leí un aviso de prensa en el que la famosa comediante promocionaba unos talleres para aprendices y no lo dudé mucho, tras conocerla en persona a la salida del Cine Metropol, en Sabana Grande, acompañada del hermoso actor Guillermo Carrera, con quien hice varios espectáculos más tarde. Acudí a esos cursos, aprendí el abecé teatral y llevó cinco largas décadas encarnando a los más difíciles personajes escénicos, desde Electra hasta Manuelita Sáenz, además de otros 48 roles de importancia. Pero también trabajaba como bioanalista hasta que me jubilaron y eso me impidió trabajar en varios espectáculos a los cuales me convocaron.
-¿Con cual pieza debutó en el teatro?
-Es inolvidable aquello. Fue con Fiebre de primavera, una comedia de Noel Coward y la dirigió Horacio Peterson, durante el año 1953, lo recuerdo bien; pero desde entonces no he dejado de estar en un escenario.
-¿Y el cine?
-He trabajado en varios largometrajes, pero actualmente estoy en el rodaje del filme Días de poder, de Román Chalbaud, donde encarnó a la madre del protagonista.
Aclara que usa los apellidos de su padre, el valiente periodista Manolo García Maldonado, el popular Anésimo Onato de El Morrocoy Azul, como un homenaje a su estirpe y a sus tíos, fundamentalmente, por la admiración que esos hombres le depararon, por sus comprobadas valentías y porque dejaron huella en la historia de las ideas venezolanas. " Conocí a papá cuando tenia nueve años porque el había estado preso ocho años por la dictadura del Benemérito y desterrado a Colombia por la dictablanda de López Contreras. Por eso yo soy la mayor de la familia”.
Heroínas criollas
Para Manola las mujeres venezolanas son unos heroínas de carne y hueso, especialmente las que son abandonadas por sus hombres cuando ya les han parido por lo menos un hijo. “Tienen que unirse a otros, que también dejaron abandonadas a otras, donde también engendraron más hijos, y así ellas consumen sus vidas. En resumen, en este país existe un matriarcado, pero ellas tienen que soportar abusos de toda índole. Así levantan hogares sin padres o con presencia minima de un varón responsable. Y eso está casi generalizado”.
Puntualiza que en su casa, en Valencia, primero, y después en Los Teques, “mi mamá, Eva Núñez Guinand de García Maldonado, tuvo que mantener un hogar de tres hembras y tres varones, yo era la mayor y por eso comencé a trabajar cuando tenía 15 años. Mi madre fue una gran mujer y tuvo que echarle pichón porque mi papá, Manuel Antonio García Maldonado, o estaba preso por sus actividades políticas o literarias o recorría el mundo porque lo habían desterrado los gobiernos tiránicos de Gómez o López Contreras. De alguna manera, las venezolanas hemos reproducido en gran parte esa vida guerrera, de luchadora sin vacilaciones de Manuelita que amó al Libertador y combatió incluso por su vida. Se quedó sola y así murió cuando ya era una anciana. Era una mujer talentosa y comprometida con la causa independentista. Nuestras Manuelas de los siglos XX y XXl también han amado en circunstancias difíciles y lucharon para llevar a puerto seguro sus hijos y apuntarle así al crecimiento de nuestro país. Nuestras Manuelas son esas mujeres-padres que todos conocemos y a quienes incluso se les irrespeta o violenta, aunque en este gobierno bolivariano ya hay leyes que las defienden, pero todavía falta mucho más.”
La amante inmortal en escena
Para conmemorar los 150 años de la muerte de la heroína, la Compañía Nacional de Teatro (CNT), dirigida por Dairo Piñeres, produjo el espectáculo Manuela... sus propias palabras, el cual se presentó en el Teatro Teresa Carreño, hace tres años. Este montaje, que todavía recorre Venezuela y que ahora ha retornado a la Sala Anna Julia Rojas de Unearte, consta de fragmentos escritos por Manuela en distintos momentos de su vida, los cuales se desarrollan en tres actos: “Diario de Quito”, “Por correo hemos sabido de sus desgracias” y “Diario de Paita”, interpretados por Emily Mena, Verónica Arellano y Manola García Maldonado, respectivamente.

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