sábado, octubre 03, 2009

Criollo día particular

Difícil, para no decir que es imposible, borrar de la memoria la película Una Giornata Particolare (1977), la cual mostró a Sofía Loren y Marcelo Mastroianni en conmovedora saga romántica, con final trágico, dirigida por Ettore Scola, quien escribió el guión con Ruggero Maccari. Es la historia de una ama de casa, abusada por un marido fascista que la hizo parir seis veces, algo vital en los tiempos de Benito Mussolini; es Antonietta que, en medio de su desoladora rutina, entra en contacto, fortuitamente, con su vecino Gabrielle. Se gustan…y hacen el amor, a sabiendas que él es homosexual, execrado por el régimen y quien debe asilarse o suicidarse porque el Estado así lo decidió. Eso está ambientado en un multibloque familiar de una barriada romana, precisamente el día 6 de mayo de 1938, cuando Adolfo Hitler se reúne con el Duce, a un año del inicio de la Segunda Guerra Mundial. La carga política intenta diluir la denuncia sobre el irrespeto a los derechos humanos y la cosificación de los ciudadanos por los regimenes totalitarios, pero aún así la peripecia de esos dos seres sobrenada y deja el sabor amargo de una advertencia.
A 32 años de ese acontecimiento cultural, el teatrero venezolano Giovanni Reali se dejó seducir por la idea de mostrar un espectáculo, en el Teatro Trasnocho, sobre la leyenda de Antonietta y Gabrielle y para ello tomó la versión que firma Giglioa Fantoni. Nació así Un día particular depurado, un tanto despolitizado y centrado más en el encuentro de esos seres marginados, etiquetados y excluidos. Particularmente durante el día del encuentro de los mandatarios, mujer y hombre tienen la oportunidad de ser realmente lo que son, sin máscaras. Seres que encuentran uno en el otro un desahogo, con quien poder volcar sus temores, sus sueños venidos a menos. Se dan el permiso de preguntar y preguntarse, ver y verse, en fin, de reflexionar, darse cuenta de quienes son y que están haciendo con sus vidas. Experimentan y rompen prejuicios y estereotipos fijados por un contexto alienante.
Si la audacia de Reali con la versión puede considerarse inaudita, porque muy pocos artistas criollos asumen tal riesgo, su minimalista montaje lo justifica todo. Logra maquillar la presencia aplastante del Estado fascista y plasma a los seres domesticados, en sus apartamentos-celdas, tratando de darse consuelo primero y amor del bueno después, sin temor a los segundos siguientes, sin pánico al futuro que puede construirse o labrarse.
Toda la espectacularidad se logra con la acertada dirección de los actores Antonio Urdaneta y Roberta Zanchi, quienes superan los prototipos y dan verdad a sus complejos roles, sin amaneramientos y sin pretender corregir acentos u otros detalles físicos obvios. En la función del sábado 26 de septiembre, el Gabrielle criollo sufrió un agudo ataque de tos que conspiraba contra su correcto diálogo con Antonietta, pero lo controló y lo hizo parte de la situación, sin afectar el ritmo. Un imprevisto que terminó por agudizar el realismo psicológico de la escena.
El montaje, breve, descansa en una austera utilería, como para no distraer al público del accionar actoral, que tiene un ritmo siempre intenso. Es un trabajo que demuestra el crecimiento de un artista como Giovanni Reali, comprometido profundamente con sus ideas y capaz de jugárselo todo en cada proyecto que aborda.
Él advierte al público que su montaje debe servir para ponderar que no importa lo que seamos, siempre debemos darnos la oportunidad de vivir con libertad, nuestros errores y aciertos. Y nosotros agregamos, que no se debe tener miedo a equivocarnos o acertar en lo que decidimos hacer.
¡Esto es teatro que obliga a repensar sobre el significado y el valor de la libertad como bien fundamental para la vida. Porque sin ella…y sin el amor estamos al nivel de los animales irracionales. Seríamos cosas…más nada!

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