martes, septiembre 15, 2009

Novia en Argentina

Y si quieren saber de mi pasado,
es preciso decir otra mentira,
les diré que llegué de un mundo raro,
que no sé del dolor, que triunfé en el amor
y que nunca he llorado”
(Un mundo raro, ranchera de José Alfredo Jiménez)
Una experiencia existencial que nos quedaba por degustar era poder ver en escena a Esdras Quinto, el enamorado y sufrido personaje transexual de nuestro monólogo Novia en rojo. Viajamos 14 horas en avión y autobús hasta poder presenciar su estreno en el Teatro Diagonal, en la argentina urbe Mar del Plata, a las 9:00 PM del pasado viernes 11 de septiembre.
Culminada en octubre de 2008, Novia en rojo es la saga de Esdras Quinto, quien nació en Santa Cruz de Mora (1 de enero de 1930) y murió en Caracas el 18 de noviembre de 2004. Así se puede simplificarse la vida de ese escritor, poeta y promotor cultural, quien tras “un cambio de sexo”, en Londres, se altera su periplo, se reinstala en la capital y no lo dejan ser plenamente feliz. Su transexualidad y su lesbianismo le generan múltiples problemas que incluso afectan su capacidad de creación para la narrativa y hasta sus enemigos hacen chistes eróticos con eso.
Ahí se ficcionan los últimos cuatro años de su vida, salpicada de amores que van y vienen con pesada brevedad, hasta que una muchacha lo precipita en un abismo de paranoias. Aunque siempre la realidad es superior a la recreación artística, ésta es una metáfora más sobre la vejez que, acompañada de desamor, soledad y pobreza, asecha a la mayoría de los seres humanos, sin importar su conducta sexual o su género.
Nuestro texto, relativamente corto, fue macerado inteligentemente por el equipo de teatristas que liderizó Mónica Marchini y actuó protagónicamente Mario González, con el soporte de María Schulze y Claudia Mauriz, para obtener así una impactante performance que transmite, limpiamente, la trágica vida de un transexual devorado por la cultura social de una sociedad retrógrada, tal cual como la habíamos escrito.
Exaltamos el importante aporte de la directora Marchini al alterar las didascalias originales y transformar a dos muñecas, que eran apoyos del monologante, en actrices – muy diestras en el arte de deslizarse con las telas circenses- para encarnar a Galatea y Valeria, personajes que precipitan el conflicto final de esa especie de Pigmalión del siglo XXI. Y todo ha quedado redondeado con la patética caracterización que alcanzó Mario González y las asombrosas caracterizaciones, cual hadas del averno, de esas siniestras muñecas-mujeres.
Otro importante detalle que ayudó a la creación de la atmósfera de Novia en rojo fue la grabación de la ranchera Un mundo raro, interpretada guturalmente por la legendaria María Dolores Pradera, cual coro del despecho que acompaña a Esdras Quinto en sus trágicas vicisitudes.
En síntesis, Mónica Marchini logra con su puesta en escena reflejar la tragedia ante la necesidad de amor de un buen y romántico ser humano que, en el final de sus días, se prenda de una joven de 20 años. Y si se tiene en cuenta que Esdras Quinto a los 48 años buscó la reasignación quirúrgica de sexo, nos encontramos ante una metáfora sobre la identidad, el deseo y el amor, donde la transexualidad no es otra cosa que una elección más.
Nos queda la grata satisfacción de haber contado con un inteligente y sólido equipo de profesionales para hacer caminar nuestra ópera prima y llegar así ante un público inteligente y diligente. Por eso también tenemos que recordar las creativas fotos y el concreto diseño de imagen que realizaron Mora Vitali y Juan Manuel Silva, respectivamente; la asistencia que aportó Paola Melo, el trabajo técnico de iluminación resuelto por el joven Alexis Caldas y la precisa atención hacia el público que estuvo en las manos de Melina Trovato y Raquel Fernández. Todos ellos integrantes de Teatro del Secadero, bajo la égida general de Mónica Marchini.

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