viernes, octubre 31, 2008

"El Chichón es un cascarón vacío"

Parafraseando al príncipe Hamlet, podemos decir que algo huele a podrido en la UCV . Y lo reiteramos tras escuchar la voz de alerta y la opinión autorizada del periodista y teatrero Armando Carías. Él dice que el legendario grupo teatral El Chichón, de la Universidad Central de Venezuela, es “un cascarón vacío”. Y lo afirma, sin temblarle la voz, porque es su “padre” y lo guió durante 28 años de los 30 que tiene funcionando.
-A Nicolás Curiel, impulsor del Teatro Universitario lo sacaron de la UCV, en 1968, y desde entonces el TU perdió su rango. ¿Pasó lo mismo con El Chichón?
-El lugar común dice que los hombres y las mujeres pasan, las instituciones siguen. Esa es una verdad a medias, porque las instituciones son lo que las personas que las conforman hagan de ellas. No caeré en la soberbia de decir que El Chichón ahora no sirve porque no está Armando Carías. Pero es obvio que las cosas no son iguales… En estos momentos El Chichón es un cascarón vacío. Existe un local, un espacio físico, un nombre… ¡pero no hay alma! Un grupo de teatro se mueve, esencialmente, con energía porque, como dice Prospero, en La Tempestad, los artistas “estamos hechos con la misma materia de los sueños”.
Advierte que la actual citación no es solo responsabilidad de quienes ahora conducen al grupo. “El mayor peso de la situación por la cual atraviesa El Chichón actualmente recae sobre la institución universitaria. No es una exageración decir que la actividad cultural ucevista está en su peor momento, una Dirección de Cultura inerte y burocratizada, desconectada de los estudiantes, ausente de lo que está pasando en el país, salas que se ofertan al mejor postor, incluso el teatrino remodelado por El Chichón para sus ensayos, es ahora utilizado para dar clases de salsa casino y bailoterapia”.
Y subraya que tampoco puede entender “cómo un elenco que consolidó su prestigio con el montaje de obras críticas y reflexivas, esté llevando a escena una cosa que se llama El chichón de Don Colón, un trabajo que me produce pena ajena cada vez que alguien me pregunta cómo es posible que el grupo esté montando obras que celebran la invasión y la masacre”.
-¿Fue útil El Chichón para la comunidad?
-El Chichón no solo fue escuela, fue liceo y universidad del teatro infantil. El grupo creó y convocó a las Primeras Jornadas de Discusión sobre el Teatro Infantil y las Primeras Jornadas sobre el Cuento Infantil, eventos que reunieron a los más destacados creadores y promotores de ambos géneros. De allí surgieron sendas publicaciones que son referencia académica para el estudio del teatro y la narrativa dirigida a la niñez.
-El Chichón inauguró en Venezuela el teatro infantil político, expresión que reivindicó y asumió como la línea ideológica dentro de su trabajo. Tú vas a la biblioteca de la Escuela de Artes o del Instituto Universitario de Teatro y todas las tesis de grado sobre teatro infantil tienen a El Chichón como referencia. Más allá de eso, el número de actores, actrices, diseñadores, dramaturgos, corógrafos y promotores que han pasado por el grupo se pierde de vista.
-Eso, por hablar de teatro, pero si nos extendemos a otras actividades, nos encontraremos a cientos de ex-chichones ejerciendo como médicos, abogados, ingenieros y cualquier otra profesión. Eso también es dejar escuela, porque significa que el teatro se insertó en la vida de estas personas durante su estancia universitaria y esa es una de las funciones fundamentales de un grupo estudiantil. En una encuesta que se hizo hace unos años entre los estudiantes, el grupo más conocido en la UCV, por encima del propio Orfeón Universitario, era El Chichón.
-¿Cómo se comportó la UCV con El Chichón?
-La UCV fue una madre maravillosa para El Chichón y, en general, para todas las expresiones artísticas que en ella germinan. El “campus” creado por Carlos Raúl Villanueva es el escenario ideal para el florecimiento del arte y para el amor. En la ciudad universitaria cada rinconcito es inspirador. “La Tierra de Nadie” reúne todas las condiciones para ello. Por eso siempre está llena de enamorados. Siempre he dicho que hacia la UCV solo tengo palabras de gratitud y eso no tiene nada que ver con los encontronazos que tuve con algunos de sus caciques ni con su actual ubicación política.
-La salida suya de la UCV no es muy clara para el público.
-Mi “salida” de la UCV fue producto de muchos factores que coincidieron. El primero fue de tipo administrativo. Tras 28 años de ejercicio ininterrumpido ya estaba en tiempo de solicitar mi jubilación. Yo trabajé tres años más de lo que por ley me correspondía. Yo me quedé mucho más tiempo del que me tocaba.
-¿Por qué lo hizo?
-Esa es la otra parte de la historia. Mis últimos años en la UCV fueron muy conflictivos, los enfrentamientos con las autoridades cada vez eran más radicales. Durante el paro y las guarimbas del 2002 y 2003, tuve serios enfrentamientos por oponerme a la suspensión de actividades. Teníamos una Directora de Cultura absolutamente comprometida con el golpismo y un Rector que se reunía en su oficina con la Coordinadora Democrática. Nos cerraban las puertas para evitar que ensayáramos, nos bloqueaban la salida de escenografías y vestuarios. Teníamos que ensayar en los jardines de Medicina y nos presentábamos en el Teatro Municipal, desafiando las órdenes de esas autoridades que querían dar la impresión de una UCV paralizada. Eso me lo cobraron muy caro.
-Esa directora, cuyo nombre pasará tristemente a la historia por haber privatizado el Aula Magna, presionó para que la UCV me jubilara por oficio. Afortunadamente, salieron muchas voces a oponerse a esa medida, entre esas, la de la profesora Ocarina Castillo, quien le hizo ver al Rector, quien tenía mi dictamen de jubilación sobre su escritorio, lo insensato de una decisión de esa naturaleza. Total, golpe y paro fueron derrotados, esa directora y ese Rector se fueron por la puerta de atrás y yo me quedé en la UCV hasta que quise. Me jubilé cuando consideré que debía hacerlo.
-¿Cómo se le dice al público, que El Chichón no será lo que antes fue?
-Al público lo que tenemos que decirle es que deje de ser público y se monte en el escenario, que deje de ser espectador y se convierta en protagonista. El público del teatro infantil va creciendo y se regenera permanentemente. Los niños y las niñas que vieron a El Chichón hace 30, 20, 15 ó 10 años, hoy son jóvenes o adultos, con hijos y algunos hasta con nietos. Con frecuencia me consigo a esos chamos y me hablan de la escena de una obra que yo ni me acuerdo, que estuvieron en tal o cual montaje, que vieron a El Chichón en tal sitio. En Internet, un grupo de ex chichones abrió una página con fotos y anécdotas de la vida del grupo. Ahí me he enterado de cosas que yo ni me imaginaba.
Ni piensa ni golpea
-A la UCV voy lo menos posible y a El Chichón llamo por teléfono muy de vez en cuando. Cuando designaron a Raúl Delgado Estévez como Director de Cultura, lo llamé para saludarlo, almorzamos juntos y le expresé mi preocupación por el grupo. Ya yo no soy el director de El Chichón, ni soy empleado universitario. No tengo posibilidad de incidir en lo que hace, pero sí el derecho de decir lo que pienso. Algunas personas me han dicho que me lleve El Chichón de la UCV, mi correo está lleno de mensajes de amigos y seguidores del grupo que se sienten dolidos y frustrados al ver la actual situación. Yo les digo que en la actual Universidad Central, El Chichón que nosotros creamos y construimos no es viable. No es posible golpear ¡duro y a la cabeza! en una universidad que ni piensa ni golpea.
Pluft, el fantasmita inició todo
Armando Carías cuenta que “el nacimiento del El Chichón se remonta al año 1978, en tiempos de Elio Gómez Grillo, como Director de Cultura de la UCV y de Luís Márquez Páez, como Director del Teatro Universitario y Jefe del Departamento de Teatro y Danza de esa dependencia. Yo tenía un grupo llamado Los Carricitos, con el cual había montado mis dos primeras obras para niños y niñas: El círculo de tiza, en adaptación del chileno Eduardo Barril sobre la pieza de Brecht y El mago de Oz, una versión mía del texto de Frank Baum. Los Carricitos lo habíamos formado un grupo de amigos con intereses comunes hacia la infancia y el teatro. Ahí estaban Gisela Santana, Guillermo Díaz “Yuma”, Jaime Barres, Elías Santana y yo, entre otros. Era el año de 1973, yo venía de una gira por Sur y Centroamérica, con el director cubano Miguel Ponce, quien reclutó a un grupo de alumnos que habíamos quedado en la calle tras el inesperado cierre de la Escuela Nacional de Teatro. Lo cierto es que con Los Carricitos comenzamos a movernos y darnos a conocer. Hacíamos fugaces temporadas en las salas Rajabla, Alberto de Paz, el Teatro Flexible y en la Sala de Conciertos de la UCV. Presumo que fue en uno de estos espacios en donde alguien vio mi trabajo como director, porque un día me mandaron a llamar de parte de Gómez Grillo, quién me recibió en su oficina y me ofreció el cargo de director de Las Cuatro Tablas, que era el teatro infantil de la UCV, pues su director Eduardo Mancera había renunciado. Yo estudiaba comunicación social y trabajaba como periodista en la revista Momento. Me debatía entre las dos pasiones de toda mi vida: el teatro y el periodismo. No lo pensé mucho. Renuncié a la revista y me fui para la UCV, pero le dije a Gómez Grillo: “no me interesa dirigir un grupo que ya tiene un nombre y una personalidad. Quiero formar mi propio grupo. Él estuvo de acuerdo y así, el primero de mayo de 1978, ingreso oficialmente como “director de teatro infantil” a la UCV. Cinco meses más tarde, el 7 de octubre, debutamos en la Sala de Conciertos con la obra Pluft, el fantasmita, de María Clara Machado. Había nacido el Teatro Universitario para Niños El Chichón. Ahí estuve 28 años de los 30 que tiene ahora”.

martes, octubre 28, 2008

La venganza del general Titus Andronicus

Guerra, sacrificio, envidia, honor, poder, traición y venganza son las claves de una obra muy poco representada de William Shakespeare (Stratford-upon-Avon, Reino Unido, 26 de abril de 1564/ 23 de abril de 1616). Es Titus Andronicus, que hace temporada en la Sala Alberto Ravara, de Guanare, protagonizada por Aníbal Grunn, bajo la dirección de Armando Holtzer, coproducida entre la Compañía Nacional de Teatro y el Teatro Estable de Portuguesa.
Aníbal Grunn (Aníbal Enrique García Belardi, 63 años) es el artista más versátil del teatro venezolano, donde, en 33 años, se ha consustanciado, gracias a los 100 espectáculos que ha actuado o dirigido, además de una intensa tarea de capacitación adelantada para muchos teatreros. Trabaja en esta coproducción porque “para mí, a esta edad y en este momento de mi carrera, cuando tan pocas cosas hago como actor de teatro, es todo un reto”. Asumió el rol protagónico de una pieza inmadura y que no es lo que pudiera decirse un texto acabado, como tantos otros que tiene el genio inglés. “De todos modos es muy importante hacerlo”.
Titus es un general romano, político, hombre claro y que con dignidad ha entregado su vida a un imperio; son 40 años dedicados a luchar por sus ideales. “Regresa a Roma y todos sus principios son mancillados, acabados y destruidos. Un nuevo emperador, nombrado por él, lo traiciona, enloquece, acaban con su familia y terminan con su vida. Titus Andronicus es tragedia de horror, de sangre y venganzas, muy rica para el trabajo del actor. Titus pasa de la gloria a la locura, se pasea por todos los estadios del alma humana. Es extraordinario hacer eso en un escenario”.
No son muchos los montajes shakesperianos en su carrera.”La primera fue La Tempestad, dirigido por Carlos Giménez, que se mostró en New York y Philadelphia. Una de las más hermosas experiencias de mi vida. Actuaba, cantaba en vivo y a capella. Este es el segundo y me recuerda mucho, por la propuesta de Holtzer, a las locuras de Giménez. Y como director tuve una experiencia, malograda, en un Festival Shakespeare, que hizo el Ateneo de Caracas, en el año 1985, llamado El ave de canto más agudo. Un montaje a destiempo, fuera de época y nadie lo entendió. Lo volvería a hacer y creo que ahora lo podrán disfrutar. Era difícil que la gente aceptara la poesía shakesperiana con rock y desnudos, y además con relaciones transexuales y homosexuales”.
Sobre la contemporaneidad del general Titus, aclara que “las pasiones humanas no pertenecen a ninguna época. Y creo que ayer, hoy y siempre existirán hombres con ideales, que luchan toda la vida y al final de su camino son traicionados, aniquilados por el odio, la envidia, la venganza de los mediocres. Titus es un ser lleno de fortalezas y debilidades, un soldado, un padre, un político, un guerrero. Verdad que es un ser de nuestro tiempo”.
MIEDO
Reconoce que abordó la creación de Titus con mucho miedo al comienzo, con dudas y precauciones. “Tuve un proceso muy extraño. Empecé por entender el texto, qué decía. Luego por crear vínculos con los otros personajes, relaciones de afecto y de desafecto. Proceso nada fácil, complejo, duro. Luego de las emociones vino la necesidad de vincular las palabras con esas relaciones y sus acciones. Textos en latín, frases llenas de humanidad y poesía”.
El Titus de Aníbal, expresa, por ejemplo: “¡Oh, tierra! Derramaré más lágrimas por estos envejecidos ojos que abril con sus tormentas, y en invierno mis lágrimas ardientes fundirán la nieve y mantendré eterna la primavera de tu rostro si renuncias a beber la sangre de mis hijos”. Y lo hace con todo el dolor, llorando, sintiendo el sufrimiento por la pérdida de sus hijos, sin perder la poesía y sin caer en la cursilería, en la sobreactuación, en esa cosa que por lo general se hace con Shakespeare.
“No permitir que el texto sea más importante que las emociones, ni que éstas vuelvan coloquial la acción. No perder la teatralidad y mantener la organicidad y la verdad en escena, no es un trabajo fácil. Ese fue el proceso. Ese fue el trabajo. Y agradezco mucho a Holtzer, su paciencia, su dedicación, su amor por todos y cada uno de los actores y por la puesta en escena”.
PUESTA EN ESCENA
Aníbal comenta que “Holtzer es un creador con todas las letras, que sobrepasa los límites del trabajo de la puesta en escena. Artista con dimensiones cinematográficas. Así dirige. Es un ser al que hay que amar, odiar, querer, soportar, extrañar, sentir, compartir, alejarse de él, verlo a la distancia, volverlo a abrazar. Muy intenso, divertido, profundo, serio y con mal carácter, pero con mucho sentido del humor. Nunca había trabajado con él, pero aseguro que es una de las más ricas experiencias que he tenido. Y con todo me ha tratado bien, lo aseguro. Porque además es un caballero. Su puesta no es convencional, es fuerte, violenta, sangrienta, divertida, trágica, dolorosa, nada real”.
FESTIVALES Y PLANES
Aníbal, intelectual de agendas, escribe y planifica. “El 2009 está cerca. Necesito esperar que aclare un poco, todavía hay tormenta y llueve mucho en estos días, ¿verdad? Vamos a prepararnos para el Festival de Teatro de Occidente, que es del 7 al 16 de noviembre; luego viene el IV Festival Internacional de Monólogos en Diciembre, después el Niño Jesús, unos días de vacaciones y Año Nuevo, vida nueva, como es la tradición”.
-¿El Rey Lear no le apetece?
-Quisiera encarnar al rey Lear, quisiera muchas otras cosas. Se las voy a pedir al Niño Jesús, vamos a ver qué me trae. Voy a hacer una lista y tacharé lo que me traiga y volveré a pedir lo que me falte.

¡Viva Chelo Rodríguez!

Alexander Hernández Pocaterra nació en Valle de la Pascua, en 1979, y creció en una familia donde era el único hombre. Madre, tías y abuelas le revelaron bondades y aristas de la vida femenina. Así conoce y admirar a las mujeres y es por eso, y otras facetas íntimas, que debutó como dramaturgo con su unipersonal ¡Qué viva la menopausia! Ahí consigue demostrar, una vez más, que el teatro sí puede ser un delicioso y fino instrumento educativo, y además tener fines terapéuticos.
Actualmente hace temporada, en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas, gracias al talento, el tesón y al trabajo de un equipo que ha coordinado con el director Rufino Dorta, donde destaca la actriz Chelo Rodríguez, elegante dama que a sus 66 años despliega gran experiencia vital y artística para impactar con la fuerza y la verdad de lo que hace y dice.
Ahí rompe lanzas por todas las hembras y en especial “cuando solitarias y en medio de una feroz fanfarria machista, hacen frente a una etapa crítica de sus cuerpos, cuando sus ovarios dejan de ovular, segregan menos estrógenos y progesteronas, y las menstruaciones son menos frecuentes, hasta que finalmente todo cesa. Ha llegado la menopausia y el segundo acto de sus existencias recién comienza”, puntualiza el novel escritor.
¡Que viva la menopausia! no abusa de la información médica sobre la pre-menopausia, la menopausia como tal, ni la temida post-menopausia. El autor hace elipsis literarias, recurre a metáforas escénicas (materializa y encarna a un exótico y raro clítoris, que hasta se declara gay) y plasma un entretenido y rumboso espectáculo donde Vilma del Pilar Aranguren (Chelo Rodríguez), vive sin complejos su panorama emocional, disfruta de su cuerpo e imaginación, al tiempo que imparte las mínimas instrucciones para vivir la inevitable transición donde hay desde disminución del impulso sexual, sofocos y enrojecimientos cutáneos, insomnio, irregularidades menstruales, alteraciones de la conducta, sudores nocturnos, infecciones, resequedades, relaciones íntimas dolorosas y hasta inexplicables infecciones vaginales.
Toda esa información precisa y básica, que los espectadores masculinos deben conocer e interiorizar para comprender a sus parejas cuando ellas vivan ese inevitable turno biológico, se “digiere” por el humor y el buen gusto del montaje minimalista, donde, además, los bailarines Juan Carlos Rodríguez y José Pablo Álvarez, conducidos por la coreógrafa Yurany Castro, insuflan alegría y vistosidad a las complejidades conceptuales y clínicas del texto y las situaciones que tal etapa provoca entre las hembras de la especie humana.
Hay que subrayar la valentía del autor al teatralizar esa existencial transición de la mujer, la cual insurge entre los 45 y 55 años y cuando se completa ya no puede volver a quedar embarazada. Alexander Hernández Pocaterra debe matizar más las acciones físicas que propone, para disminuir el didactismo, aunque el tema y el argumento no son nada fáciles de teatralizar.
Así, poquito a poquito, avanza el carromato teatral criollo.Gracias a gente como la que asumió este montaje que además rompe tabùes o esos falsos mitos de los que nadie quiere hablar en público.

sábado, octubre 25, 2008

Vida y amor para Theja

Las rocambolescas aventuras del patriota latinoamericano Joaquín Murrieta en los territorios californianos a mediados del siglo XIX, tal como las poetizara Pablo Neruda, lo metieron definitivamente en las actividades de un teatro comprometido, gracias al espectáculo que exhibió y con el cual hizo singulares temporadas en el viejo Ateneo de Caracas. Esa es parte de la saga de José Simon Escalona Acosta (Ciudad Bolívar, 14 de mayo de 1954), líder del grupo Theja, al cual ha conducido hasta convertirlo, con trabajo y estudio, además de la madurez de los años, en polo para desarrollo y modelo de creación de las artes escénicas. Una institución con ejemplar récord de no menos de 100 espectáculos para la cultura venezolana.
Pero “Chao”, cognomento de José Simón, debuta en Caracas a los 14 años como actor con la dramatización del poema Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía, de Federico García Lorca, bajo la conducción de Edgar Mejías. Eso le gustó tanto que no se ha detenido desde entonces, teniendo como lema que “la vida y obra del sacrificado poeta granadino es nuestra guía e inspiración. Sin pasión por la vida o el arte no somos nada”. Y prueba de ello son sus 40 años artísticos
Nos ha correspondido reseñar todas las manifestaciones teatrales –desde actor hasta dramaturgo, pasando por director y diseñador, además de su concreta gerencia y exigente docencia- de “Chao”. Podemos afirmar que nada de su estética nos extraña, porque es de los criollos que tiene conceptos y maneras para materializar su original visión de las artes escénicas. Uno de los pocos artistas que se mantiene fiel a si mismo y que, como ave fénix, renace de policromas cenizas o de errores, que por supuesto ha cometido, porque la perfección es atributo de dioses y él es sólo artista. ¡Con dos como Chao…habríamos ganado todos para el desarrollo de la escena vernácula, lo comentaba Carlos Giménez en sus tardes de hastío!
Toda esta introducción es para recordar que durante el 2009, cuando su Theja festeja sus 35 años, los caraqueños veremos -en escenarios de varias salas- su más reciente trilogía dramática, integrada por De todas todas, “un verdadero estreno”, junto a De todo corazón y De todos modos.
Además, Theja debe desocupar su actual sede, el Teatro Alberto de Paz y Mateos, en Los Caobos, hacia el 16 de septiembre de 2009, fecha cuando la entregará al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, después de 20 años de vida útil para la comunidad y otros sectores artísticos. “No podemos administrarlo sin el apoyo oficial. No tenemos los recursos financieros para hacerlo y el tipo de teatro experimental y de investigación que mayoritariamente desarrollamos, no es rentable, no es comercial, por muchas razones que ya he explicado públicamente. Nuestras actividades artísticas, didácticas y de orientación social requieren del respaldo del Estado. Y al no tenerlo, pues debemos seguir nuestro camino, en otras salas o espacios”, ha reiterado Escalona.
Con el proyecto de exhibirla, “ a todo trapo”, a partir del 16 de enero de 2009, en el Teatro Trasnocho, Escalona ha “desempolvado” su pieza De todo corazón, protagonizada por Alfonso Medina y Nacarid Escalona, con quienes viajó para “probarla” ante el exigente público del Festival Internacional de Oriente. En Barcelona, el público, en dos funciones, los premió con centenares de aplausos, lo cual reitera que su texto, escrito en 1985 y estrenado diez años después, con Julie Restifo y Javier Vidal, está muy vivo y con tanta actualidad, porque el amor con obstáculos será siempre la materia pendiente de los venezolanos. “Sin un amor la vida no se llama vida”, como cantan Los Panchos, o refritaron los rockeros hijos del Nirvana.
De todo corazón es una deliciosa metáfora sobre las luchas que hay asumir cuando dos seres humanos –el y ella- insisten en ser felices, en volver a vivir juntos y en amarse sin preocuparse de los amaneceres, del futuro día, y vivir siempre en presente.
Vimos un emotivo ensayo general y fue un evocativo y grato viaje al pasado, porque, casi siempre, los amores idos recompensan con sabores, olores y sudores, y reiteran que hay que amar hasta el último minuto de cada día, porque nadie ha garantizado que hay más allá, o si existe otro mañana.
Sigue la historia
El estreno de Fulgor y muerte de Joaquín Murrieta fue en mayo de 1974, pero antes Theja, que emergió del Liceo José Ávalos (Coche-El Valle), había debutado en octubre de 1973, con su primera función en el Liceo Miguel Antonio Caro (Catia). Ahí participaron, además de unos 42 liceístas, Maigualida y Angélica Escalona, Juan Carlos Gardié, Pilar Romero, Marianella Yánez, Carlos Rojas y Enoc Cortez, entre otros. Luego fue al Ateneo para un Primer Festival Liceísta que organizó Edgar Mejías, del Ministerio de Educación, con el apoyo del profesor J.A. Porte Acero, y siguió en temporada apoyado por María Teresa Castillo. Carlos Giménez lo invitó al Segundo Festival Internacional de Caracas y así se mantuvo como representación oficial durante el resto de todas sus emisiones, hasta hace dos años. Está en la historia teatral venezolana y nadie lo saca de ella.

martes, octubre 21, 2008

Salvador Allende vive en teatro venezolano

A 35 años y varias semanas del bombardeo al Palacio La Moneda y la trágica muerte de su inquilino constitucional, los venezolanos veremos el montaje en español del unipersonal Allende,The Death of a President, del periodista argentino Rodolfo Quebleen. Producido por Mimí Lazo y bajo la dirección de Luis Fernández se presentará en el Teatro Teresa Carreño el próximo 29 de octubre y después tendrá cuatro funciones seguidas en la Sala 1 del Celarg, auspiciadas por la gobernación del estado Miranda, con la protagonización del primer actor Roberto Moll (Lima, 19 de julio de 1948). Será en enero del 2009 cuando el espectáculo recibirá más presentaciones.
Este unipersonal, en inglés, se estrenó en Theater for the New City, ubicado en la Primera Avenida y la calle 10, en el Lower East Side de Nueva York, el 30 de marzo de 2006, actuado y dirigido por los colombianos Ramiro Sandoval y Germán Jaramillo, respectivamente. Pudimos verlo en Manhattan y después aquí en Caracas, el 7 de septiembre de ese año dentro del Festival de Monólogos, que organizó el Ministerio de la Cultura en la sala Juan Bautista Plaza, con letreros en español. Su exhibición en Venezuela es un estreno en la lengua de Pablo Neruda, otra victima de esa hecatombe que intentó hundir a la nación suramericana.
Este Allende, La muerte de un presidente desarrolla en escasos 65 minutos las últimas horas de la vida de Salvador Allende, pero el tiempo cronológico de lo acaecido ese martes 11 de septiembre de 1973, en el palacio presidencial está roto, pues Quebleen consideró necesario incluir situaciones acontecidas en distintas horas de la mañana de ese día. Su muerte se produjo alrededor de la 2:30 PM. Había llegado a La Moneda a la 7:30 AM. También se incluyen comentarios del mandatario expresados en otras horas durante esa fecha.
Quebleen (Rosario,1938) hizo una pieza de estremecedora poesía, donde utiliza las técnicas del monólogo para mostrar su versión de lo que pasó por la aguerrida ánima de Salvador Allende, durante aquel trágico 11 de septiembre, refugiado en su despacho. No hay anacronismos ni invenciones, lo que sí abundan son las reflexiones trágicas de un latinoamericano que asume su sacrificio como la cuota que tiene que pagar un pueblo sediento de redención. Un personaje de dimensiones gigantes como los héroes del teatro griego. Un hombre que asumió su compromiso ante la historia y pereció en su sitio. ¡Un valiente, cosa rara en estos tiempos de tantas cobardías maquilladas y traiciones disfrazadas!“
El pueblo no quiere violencia. No necesita la violencia. Soñamos con una sociedad distinta y queremos luchar por ella, sin ser imitadores. La revolución chilena la haremos con gusto a vino tinto y sabor de empanada de horno”. Así se despidió su presidente. Con esas palabras, trasmitidas por Radio Magallanes, él estaba certero que su sacrificio no sería en vano y alertaba a su gente porque un fracaso podía ser transformado en una extraña victoria.
¡Ahora es personaje teatral y vivirá eternamente!

Kurt Cobain es un gran pretexto teatral

Karin Valecillos es una caraqueña de escasos 30 años que ya tiene un creciente prestigio como dramaturga. Participa en el colectivo Tumbarrancho Teatro, fundado en 2006, el cual le ha escenificado desde 1997 su pieza Lo que Kurt Cobain se llevó, la cual hace temporada actualmente en la Sala Experimental del Celarg, con las actuaciones de Giovanny García, Nathalia Paolini y Jesús Carreño, quien además funge como director, y la sonora participación del trío “Abogados de Murphy” (Rey Secuiu, guitarra; Orlando Silva, batería; y José “Masa” Vidal”, bajo).
AUDAZ CREACIÒN
Lo que Kurt Cobain se llevó no es la pieza de una socióloga de avanzada, ni tampoco el jeroglífico escénico de una psicóloga revisionista. Es, eso sí, la audaz creación de una licenciada en Letras (UCAB) que se hizo teatrera tras los talleres realizados con Frank Spano, Héctor Manrique, Gladys Prince y Elio Palencia, y actualmente se gana la vida, porque necesita comprar el pan y otras viandas, como libretista para las televisoras, donde ha recibido el invalorable apoyo de Carolina Espada, su madrina de bautizo.
Se trata de una novedosa historia teatral, que no dura más allá de 70 minutos, donde se le propone al público, por intermedio de tres venezolanos treintones, una interrogante sobre si Kurt Cobain, el cantante líder de la banda de rock Nirvana, se suicidó o fue asesinado, el 5 de abril de 1994, a los 27 años. Una duda que todavía está en las mentes de muchos de sus seguidores, quienes no han encontrado respuesta satisfactoria alguna.
La anécdota gira alrededor de Ricardo ( Giovanny García) y Ariadna (Nathalia Paolini), quienes son pareja desde la adolescencia, cuando un 5 de abril se reúnen para recordar a su ídolo Kurt Cobain, un encuentro que los enfrentará a las dudas de saber si el tiempo también se llevó el amor que se tenían. A la reunión llega Cheo (Jesús Carreño), el único amigo de ambos, y quien los acompañará esa noche para ser testigo del conflicto de la pareja, lo que es además el reflejo de su soledad. Los tres se confrontarán con los sueños no realizados y el significado de la palabra “libertad” que les inspiró el propio Kurt Cobain. Todo eso transcurre dentro de una atmósfera amenizada por la banda “Los Abogados de Murphy”, quienes interpretan en vivo los temas del artista. ¡Fascinante ceremonia de exorcismo con rock y licor como aderezos!
CUESTIONAMIENTOS
La metáfora que plantea la autora es una reflexión sobre el destino de una generación destinada a ser contestataria y que luego se adormeció. Es un cuestionamiento sobre la juventud, los sueños y la desilusión de todos aquellos que alguna vez quisieron cambiar el mundo y fue el mundo el que los transformó o los absorbió con “terapias consumistas”. Toda una generación que encontró en las letras de Nirvana, y en sus ritmos, una representación de sus angustias, dudas y reclamos, ante una sociedad que sólo se conformaba con entretenerlos en lugar de comprenderlos, pero que después los involucró en sus procesos al no poder materializar sus ideales. Algunos terminaron como carne de cañón en los conflictos del Medio Oriente o el tráfago del mercado bursátil. O es el caso de los venezolanos de la clase media que se marcharon a Miami o están frustrados por no haber logrado lo soñado y ahora medran en diversas profesiones.
Karin Vallecillos ha utilizado la saga de Corbain, pero muy bien podría haberlo hecho con los Beatles y lo que ellos afectaron, por así calificarlo, a la generación de los 60, que ya se sabe a que llegó o donde está. Ella, que tenia 16 años cuando hizo mutis Kurt Cobain, no se propone disquisiciones sobre “la cultura del imperio inoculada en las comunidades juveniles de los países de la periferia de la influencia del dólar”. Nada de eso. Partió de la necesidad de contar algo, de abordar aquellas cosas que la conmueven generacionalmente, lo que transcurre en las naciones latinoamericanas, pero en especial lo que acontece en su Venezuela. Le gusta crear historias que conmuevan y que hayan pasado o estén transcurriendo. Descarta escribir sobre situaciones abstractas o absurdas. Por ahora sus técnicas son clásicas, porque crear personajes es su mayor satisfacción, por ahora.
EL ESPECTÁCULO
Para el director Jesus Carreño su montaje descansa todo su peso en la acción escénica que se desprende del preciso ritmo del trabajo actoral, así como en sus cuerpos y, como es obvio, en las violentas y trasgresoras palabra que aporta el texto. Busca impactar al público no sólo con la virulencia de sus palabras sino tambien por la utilización de esa música rockera que estremece con su acompañamiento a la mayoría de las escenas. ¡Y lo consigue!
Las actuaciones hiperrealistas llegan incluso a molestar a la audiencia, por la veracidad de la escena, los atrapa y los lleva a que hagan su catarsis y decidan por sí mismos si es correcto o no el rumbo que ha tomado cada uno de los tres personajes con sus vidas.
La gente de Tumbarrancho Teatro se propone ofrecer este espacio de conexión lúdica con los jóvenes, quienes están ávidos de voces que hablen en su idioma y entiendan sus contradicciones. Es por eso, que la cita para todos aquellos seguidores de Nirvana y de las canciones de Kurt será viernes y sábados a las 8:00 p.m. y domingos a las 6:00 p.m., en la Sala Experimental Sótano 3 de la Casa de Rómulo Gallegos.
No hay que olvidar que con el éxito de su banda rockera, Cobain se convirtió en una celebridad en el ámbito mundial, una posición incómoda para alguien que dijo “Famoso es la última cosa que quise ser”. ¡El teatro criollo, pues, está cambiando... y es para su bien!

domingo, octubre 19, 2008

La guerra es de todos

¿Para dónde vamos? ¿Qué nos depara el futuro? ¿Cómo puede la cultura salvarnos? Son tres de otras variopintas preguntas que se hará el espectador tras ver al preciso espectáculo La guerrita de Rosendo y sumergirse en la metáfora sociopolítica que propone su autor Gilberto Pinto (Caracas, 1929). Una mensaje que se materializa en el Teatro Luisela Díaz gracias al director Carmelo Castro y al cuarteto de criollos (todos menores de 30 años) quienes asumen sus difíciles personajes ambientados en el último tercio del siglo XIX venezolano, ese que siguió a la Guerra Federal y preparó la llegada de los andinos al poder por más de 40 años.
Pinto en La guerrita de Rosendo presenta a un mulato que gracias a su astucia exhibe el grado de oficial de las tropas liberales (los amarillos), pero que es sometido a juicio por sus compañeros de armas, tras sus desmanes con la población, abuso de poder, corrupción y, por si fuera poco, violó a una mujer humilde. Todo parece culminar con el fusilamiento del militarzote, pero no es así. Ahí queda abierta la situación siempre crítica del ciudadano de pie frente al que tiene las armas y que con ellas apuntala, con razones o sin ellas, al poder gubernamental.
El montaje, el cual no supera los 65 minutos, bien logrado por Castro, es una tragicomedia donde todo está avisado. Rosendo Calcurían (Luis Serrano) vive sus últimos arrebatos hormonales con Ermelinda Hinojosa (Maryeliz Montilla), sin preocuparse que podrá ser apresado y rematado. Lo suyo es saciarse, porque no sabe si tendrá otro amanecer ante sus pupilas. Es de los que disfruta su momento, más nada. No existe, simplemente vive. A él y a todos los de su caleña no le importa para nada los demás. Y por eso se condena, porque sus asuntos personales están por encima de ideologías e intereses de las comunidades a las cuales pertenecen.
La metáfora artística que propone Pinto es obvia. Una advertencia para los que convivimos en esta sociedad, donde la tentación siempre está presente, pero es el ciudadano quien toma las decisiones. “El hombre es, lo que él se hace”, parafraseando a Jean Paul Sartre.
El mismo Pinto ha dicho que estamos a un paso del salvajismo total. Visto de esa manera, el único camino para salvarnos es la urgente refundación de los valores del país, promover una profunda educación basada en la libertad y volcarnos hacia la cultura. Mientras tanto, seremos hombres incompletos, como define Paulo Freire al ser humano sin educación.
El director Castro (sobrino nieto del general Cipriano Castro) afirma que el artista siempre arriesga, todos los días camina como el funámbulo sobre la cuerda floja sin redes de protección. Y en el caso de Pinto, este escribió La guerrita de Rosendo hace más 30 años, cuando la renta petrolera daba para todo los excesos, como ahora, y eso es lo que convierte a esta obra en un clásico porque no pierde vigencia. “Su mensaje está claro: todo movimiento político, por muy preñado de buenas intenciones que esté, estará condenado al fracaso si abriga la semilla de la corrupción y no lo combate con verdadero deseo de justicia. Sobran los ejemplos a través de la historia de la humanidad”.
Todo lo que se conoce de la dramaturgia de Pinto se enfoca de manera descarnada hacia lo social y político, eso quiere decir que toda su obra está muy comprometida. Y La guerrita de Rosendo, por la temática y los personajes, pareciera tocarnos muy de cerca en este momento. Pero no hay que olvidar que Venezuela desde 1811 ha tenido 25 constituciones o cartas magna y un Estatus Provisional, caso único en América. Eso habla de nuestra inmadurez política y de nuestra mezquindad a la hora de ponernos de acuerdo desde lo elemental hasta lo más trascendente.
Castro, que no es un director egoísta o ese que nada más le interesa solazarse llevando a escena con lo que se encapricha, a la hora de escoger la obra también piensa en el lucimiento para el actor y por supuesto que en el público, “la razón de nuestra existencia”, ya que “el teatro es un espejo y el espectador debe llevarse preguntas o respuestas, afirmaciones o inquietudes para su casa, eso es lo que hacemos en el grupo Thalia”.
Profesionales
Carmelo Castro (Caracas, 1954) reconoce que ensayaron tres meses, aunque trabajaba en el proyecto desde finales de 2007. La yunta protagónica del elenco pertenece al Grupo Thalía, conformada por Luis Serrano y Maryeliz Montilla. Daniel Landa, quien personifica a Cristóbal, se graduó en la Academia de Venevisión y ha trabajado con Levy Rossell; Christian Riveros, que es Jacinto, egresó del Centro Integral de Capacitación Actoral, y Jeskar Fuentes, El Cunaguaro, estudia en la Unearte y anteriormente en la Escuela Juana Sujo y en el Grupo Actoral 80. Ahora tratan de convocar a los espectadores durante la temporada que realizan en el Teatro Luisela Díaz. Después irán a las provincias y harán una temporada en otra sala caraqueña, durante el 2009.


martes, octubre 14, 2008

Zamora incendia al cine venezolano en 2009

Román Chalbaud Quintero fue adoptado por Caracas en 1938. Tenía siete años y la capital lo recibió con un temblor de tierra que lo obligó a refugiarse con su familia –abuela, madre y su única hermana- en la placita de El Nuevo Circo, donde durmieron. Nunca se imaginó ese niño, nacido en Mérida, que siete décadas después estaría transformado en el director cinematográfico más importante de Venezuela y en uno de los dramaturgos que mejor ha captado los arquetipos nacionales. Y todo eso lo demuestra su récord de 22 películas y de 20 piezas teatrales. Una producción única para las artes venezolanas, la cual tiene casi siempre a Caracas como telón de fondo.
CINE
Chalbaud festejó su cumpleaños 77 en Porlamar, el pasado viernes 10 de octubre, donde participa como jurado del Primer Festival Nacional de Cine Margarita 2008, pero eso no le impidió informar que el estreno de su película Zamora, realizada con los guiones de Luis Brito Garcia y Gustavo Michelena, será en enero o en febrero de 2009. “Esa es una decisión final de la Fundación Villa del Cine, su productora. Es una película de dos horas y una miniserie para televisión de seis horas”.
Inicialmente Zamora la iba a dirigir César Bolívar, pero éste renunció por delicados problemas familiares y le tocó al hijo de Alicia Quintero asumir el reto de crear la compleja saga fílmica sobre uno de los jefes de la Guerra Federal o Guerra Larga (1859-1863) y defensor de la idea de la Federación, el mismísimo Ezequiel Zamora.
“Nuestra propuesta audiovisual reconstruye los ideales de Zamora, quien se levanta en armas el 7 de septiembre de 1846, en la localidad de Guambra bajo las consignas esenciales de: ‘Tierra y hombres libres’, ‘Respeto al campesino’ y ‘Desaparición de los godos`. Otros serían los destinos de Venezuela si él no muere asesinado, misteriosamente, aquel 10 de enero de 1860 en la toma de San Carlos. Mi película muestra a Zamora desde los 23 años, luego de 30, de 33, de 38 y de 43,cuando lo matan. Y aquí debo reconocer que es una magnífica performance del joven actor Alexander Solórzano”, puntualiza.
“Ahí está la historia de Zamora y es contada a partir de unos días antes de la batalla de Santa Inés, aquel 10 de diciembre de 1859, y en la mitad del largometraje muere. En la segunda parte se busca saber quien lo mató. No hay que olvidar que sus mismos aliados, Falcón y Guzmán Blanco, están bajo sospecha. Un tiro le entró por el ojo derecho y dejó en sombras a un pueblo que lo seguía. Con este trabajo compruebo que la vida ha sido justa conmigo. Me quita, pero me vuelve a dar. Pero ahora, hay que esperar su estreno, porque la película no cobra vida hasta que el espectador no la vea, como lo he dicho siempre, desde que estrené Caín adolescente, mi ópera prima, precisamente hace 50 años, basado en mi obra de teatro homónima. Creo que Zamora con sus ideales, su valentía, su guía de lucha, esta más vivo que nunca. Dicen que Zamora será mi mejor película, pero aquí debo aclarar que el cine, como el teatro, no enderezan entuertos, son meras expresiones culturales y artísticas”.
-¿Qué viene después de Zamora?
-Tengo tres proyectos más. Tengo que elegir, como el príncipe Hamlet, entre ser o no ser.
-Críticos, como Rodolfo Izaguirre, aseguran que su mejor película es El pez que fuma, estrenada en 1975.¿De acuerdo?
-Sí, él y muchos otros así lo dicen. Creo que ya es un clásico. Izaguirre ha escrito que yo inicié ahí una etapa más madura y moderna en el cine venezolano, menos empírica y superficial. Yo he contado que de niño y de muchacho vi mucho cine en los barrios caraqueños, porque ese era mi mundo. Y yo soy autodidacta porque aquí no había escuelas de cine ni nada de eso. No es como ahora, porque el país ha crecido.
TEATRO EN PROCESO
-¿Dónde se quedó el teatro? ¿Lo abandonó? ¿Usted siempre ha ido parejo en cuantos a los estrenos cinematográficos y las novedades teatrales?
-Al teatro no lo puedo abandonar, porque no se puede desechar lo que se tiene adentro. Tengo dos nuevas obras, pero aunque no están terminadas ya tienen sus títulos: Bingo y El garaje. Reitero que uno tiene que ser auténtico, que lo que se escriba o lo que se dirija tenga un pedazo de uno. Hay momentos en que uno se detiene porque no le sale como se quiere, pero hay mecanismos para superar esos obstáculos y para ello nada mejor que leer los periódicos para tomar ideas o situaciones que ahí se muestran. Las páginas rojas de los periódicos, y especialmente las de Últimas Noticias y El Mundo ayudan mucho para eso. De ahí nacieron mis obras y mis películas como Los ángeles terribles y La quema de Judas, donde denunciaba la discriminación y la corrupción. Y por eso que mi teatro y el de otros venezolanos gusta, porque es una especie de espejo, ahí el público se ve en la escena. Yo escribo teatro sobre personajes populares, porque vengo del pueblo y sigo siendo pueblo. Son mis orígenes.
-¿Usted reescribe las obras publicadas o estrenadas?
-Reescribir jamás. Lo escrito escrito está.
-¿Qué opinión le merece el teatro y el cine venezolanos actuales?
-No veo el público haciendo largas colas en las taquillas. Es mejor enfrentar la realidad que escapar de la realidad. ¿Por qué en los teatros que existen no dan funciones diarias? ¿Por que están cerrados? El Nuevo Grupo tuvo dos salas y funcionaban diariamente. Juana Sujo tuvo el Teatro Los Caobos y funcionaba todos los días. Pero todo ha cambiado.
-¿Cómo resumiría su vida como artista venezolano en una frase?
-Para mí es imposible resumir en una sola frase algo tan sencillo y a la vez tan complejo. Parafraseando a otros, diría que he vivido y que anhelo vivir mucho más.

Carlos Mata en extraño triángulo amoroso

Mimi Lazo se atrevió. Perdió un poco de esos extraños miedos que sufren las actrices. Abandonó -no se sabe hasta cuando- sus populares monólogos feministas El aplauso va por dentro de Mónica Montañés, y No seré feliz, pero tengo marido de Viviana Gómez Torpe, además el melodrama político Golpes a mi puerta de Juan Carlos Gene. Y ahora participa de manera muy destacada en el desopilante triangulo amoroso de Las quiero a las dos, el titulo alterno de Los japoneses no esperan, de Ricardo Talesnik (Argentina, 1938), que se exhibe en Corp Banca, bajo la dirección de Luis Fernández y con la coprotagonización de Carlos Mata y María Antonieta Duque.
Esta comedia, que es una inteligente y abierta invitación a reflexionar sobre la cruda verdad de su temática, que no es otra cosa que el fracaso del matrimonio burgués como simple formula para estar unidas dos personas bajo el mismo techo, fue presentada en Caracas hace varias décadas como una producción del Nuevo Grupo (en los años 70) y posteriormente, (en los 80) dirigida por el mismo autor, hizo larga temporada en el Teatro Las Palmas, interpretada por Gustavo Rodríguez, Cecilia Villarreal y María Conchita Alonso, pero llevando su titulo original: Los japoneses no esperan.
Y decimos que el trabajo interpretativo de Mimí Lazo es “muy destacado” en esta pieza de Talesnik, porque la verdadera estrella ahí es Carlos Mata. Sí, a quien pocas veces habíamos visto en un rol de exigentes características de comediante puro, no sólo por lo que dice y hace, sino por el ángel que tiene su personaje: Miguel, un caballero que ha decidido abandonar a Julia (Mimí), su esposa legitima, la legal, para irse con Isabel (María Antonieta Duque), la amante, pero fracasa en su intento, y al final las dos mujeres le dan una solución, que oscila entre lo fantástico y lo real. Pero el superprotagonista es él, ya que reconoce su sometimiento al amor, su esclavitud por la compañía que le brindan sus damas y su incapacidad para vivir en soledad. Es un hombre-niño incapaz de sobrevivir solo. Este Miguel no es otra cosa que el desnudo antihéroe machista, ese personaje del teatro y de la vida real que las mismas mujeres (con las madres a la cabeza) forman y usan como les conviene.
Podríamos incluso decir que Miguel marca una conducta social histórica desde el teatro, como antes lo hizo Nora, la antiheroína de Casa de muñecas de Henrik Ibsen, en 1879, pero dejemos esas disquisiciones para otras columnas, por ahora. Basta recordar que todo comienza porque un marido prepara su maleta para irse con su amante, pero su esposa lo sabe y para no dejarlo huir lo encierra con llave, mientras ella espera a que "la otra" aparezca para formar un escándalo.
Es la clásica estructura teatral del triángulo romántico burgués, que ha llegado hasta el agotamiento en el teatro estadounidense, pero que con los aportes de autores argentinos, como Talesnik, tiene otros ingredientes validos y de actualidad como el tema de la incomunicación, la libertad del hombre y el problema del ser humano que no quiere ningún tipo de ataduras, ni sociales ni legales en medio de una sociedad cada vez más agobiante.
La dirección, resuelta con acierto por Luis Fernández, y la sobria producción de Jorgita Rodríguez, permiten, pues, degustar una puesta en escena donde hay un espectacular duelo entre las actrices y el actor, una pugna que pasa de lo ridículo a lo patético y al final deja un nudo en la garganta, ya que el caballero finaliza con dos amantísimas mujeres…hasta que aparezca otra crisis generada por alguno de los tres ángulos de esa relación.

sábado, octubre 11, 2008

Teatro antibarbarie

Sus ancestros biológicos provienen de Polonia y Moldavia, pero su idiosincrasia, además de sus vitales cargas afectivas, y su presente son las de un caraqueño, o pastoreño por más señas, desde 1959. “Cuando nací, ya los británicos Beatles estaban cambiando la música pop del mundo, y para mi madre, que vino a Venezuela cuando aún no había cumplido un añito, la mejor vida transcurría entre las esquinas de Dos Pilitas y del Cuartel San Carlos”.
Es Johnny Gavlovski Epelboim, teatrero y psicólogo, trabajador cultural de bajo perfil, pero con suficientes y comprobados méritos como para no pasar desapercibido en ninguna de sus dos profesiones. No obstante, por ahora, prefiere hablar de sus artes escénicas, cuya pasión es una herencia recibida de sus progenitores, ya que recién ha ganado el concurso Obras de Teatro del Mundo, dedicado en su primera edición a Venezuela y auspiciado por la compañía Actors of the World, por su pieza La última sesión. El jurado internacional, instalado en Londres, se enamoró de “su sólida estructura y su ritmo vertiginoso, de su problemática actual y porque es auténticamente venezolana”.
La última sesión aborda un problema ético sobre los derechos humanos. Propone una serie de consideraciones sobre lo que es capaz de hacer un hombre cuando los límites se pierden. Para su creación se guió por una frase de Arthur Schopenhauer que siempre lo ha hecho reflexionar: “El hombre es un animal salvaje y terrible, le conocemos tal como ha sido domesticado por aquello que llamamos civilización, pero una vez que desaparecen las cadenas de la ley, dando paso a la anarquía, se presenta como realmente es”.
Ese pensamiento del filósofo alemán, lo vio materializado durante el deslave del estado Vargas, en aquel siniestro diciembre de 1999, cuando sorprendieron a dos hombres violando en un asilo a unos niños con Síndrome de Down. “Eso nunca pude entenderlo. Es el horror en escena. Así nació La última sesión, como un intento de entender esa barbarie. Me inspiré en vivencias personales y en testimonios de supervivientes, para así confrontar al público con situaciones límites de honda reflexión ética. Ahora mi texto será traducido al inglés y montado en la capital del Reino Unido, durante la temporada de 2009”.
Su contacto con el teatro comenzó desde muy pequeño en el colegio y siempre le llamó la atención toda la parafernalia que hay que poner en marcha para representar una pieza. Sus maestros fueron los mejores: Juan Carlos Gené, Carlos Giménez, Herman Lejter, José Ignacio Cabrujas, Gladys Cáceres, Horacio Peterson e Ibrahim Guerra.
“Ellos siempre estuvieron allí para enseñar, escuchar y darme la guía que necesitaba. He sido muy afortunado de aprender de esos educadores, a quienes siempre agradeceré, porque en estos momentos el teatro es parte del aire que respiro. Es una de mis maneras de sentirme vivo, pero, aclaro, no vivo del teatro. Hasta ahora he escrito 20 piezas, 15 han sido escenificadas y seis fueron galardoneadas. El vuelo, Puentes rotos, Concierto para tres silencios, Habitante del fin de los tiempos, Ruido de piedras y La última sesión, han sido las premiadas”.
No se ha quedado dormido ante el premio en Londres y para eso ya trabaja con los actores Gonzalo Velutini y Oscar Carballo porque montará su texto Hola, tu. “Es todo un reto, será un cambio total con todo lo que he hecho hasta ahora. Estoy muy entusiasmado... y también con otras cosas que vienen por ahí... de las que prefiero hablar después”.
Él, como otros teatreros, está preocupado porque en Venezuela se representan muy pocas obras de sus dramaturgos. Cree que ese delicado problema es consecuencia de la falta de una política de incentivos, por parte del Estado, y porque, hoy en día, en las escuelas de teatro son mínimas las posibilidades de que un joven pueda estudiar dramaturguia. “Hace falta una toma de conciencia por parte de todos nosotros y además hay que proponer y ejecutar proyectos desde nuestros propios grupos o lugares de trabajo”.
Rechaza al teatro sin dramaturgia, ese que carece de una estructura dramática, “porque sería como un cuerpo sin columna vertebral y todo se limitaría a una representación escénica. No puede existir un teatro sin texto, porque hasta el silencio que es una forma de comunicarse, necesita de la estructura dramática. Ahí está el caso de la venezolana directora de teatro y cine Elia Schneider que lo ha demostrado infinidad de veces con sus espectáculos”.
Retroalimentación
Johnny -hijo menor del polaco Arturo Gavloski y la moldava Ina Epelboim- como psicoanalista y psicólogo clínico ha recibido varios galardones internacionales por tan complejas especialidades profesionales. Reconoce que ha logrado conjugar el arte teatral con la ciencia que estudia las conductas humanas, porque así se lo propuso desde un principio. “Haberlo logrado es uno de mis mayores logros, fue siempre una meta de vida. La psicología y el teatro sé retroalimentan. No es una o el otro. Van de la mano. Eso fue lo que siempre quise lograr. Y lo disfruto”.

martes, octubre 07, 2008

La primera orquesta latina de mujeres en Caracas

Gilberto Agüero Gómez ha vivido gran parte de sus 68 años en Barquisimeto, donde acompaña a su madre, Rosa Doralicia Gómez de Agüero. Visita Caracas siempre por motivos especiales, aunque aquí tiene amigos como Román Chalbaud y además aprendió los rudimentos del teatro y se hizo dramaturgo, cuando ya había vivido un cuarto de siglo. Ahora vino porque la editorial “El perro y la rana” le publicó su libro La primera orquesta latina de mujeres, con tres piezas teatrales. “Una razón más que suficiente para volver a la capital, donde además fui feliz durante mis años mozos, cuando no pensaba ser escritor”, dice este larense de verbo fácil y con una vitalidad que asombra a pesar.
Advierte que ha escrito no menos de 40 piezas, pero solamente tiene una docena de esas obras editadas. “Las otras las he distribuido en libretos y algunas me las han representado. Pero eso no es suficiente. Sigo siendo un dramaturgo excluido, quizás el campeón de todos los excluidos escritores del teatro venezolano”.
Cree que se escenifica poco teatro nacional porque se editan muy poco a nuestros autores. “El Estado, que es el único que lo puede hacer, no tiene todavía una política especial de incentivos, aunque hay que resaltar el caso de la editorial oficial El perro y la rana que recién ha publicado mi libro La primera orquesta latina de mujeres, y también lo ha hecho con otros escritores. Ojalá que intensifiquen esa tarea de hacer conocer a los dramaturgos criollos, porque es muy larga la lista de inéditos o ignorados o excluidos. Ojalá que las autoridades de esa empresa estatal se entusiasmen con esa tarea que yo considero patriótica”,
Agrega que también se escenifica poco teatro de autor nacional por “razones muy personales, supuestamente culturales o intelectuales de los productores y directores, pero de eso prefiero no hablar, porque por ahí salta la liebre de la comercialización de la escena, que es otro problema complejo, el cual se caracteriza por la búsqueda de textos exitosos de afuera o de autores internacionales y la contratación de aquellos actores que tienen un buen rating por la televisión. En fin la situación es bien compleja, pero se puede ayudar a sofocar o disminuir esa exclusión con la publicación al menos de los textos, También gracias a la Internet hay posibilidad de difundir algunas piezas pero yo no estoy en nada de eso, ni computadora tengo”.
TRIPLETA
Él ahora espera que un director o un productor se entusiasme por alguna de las tres obras que compila en La primera orquesta latina de mujeres y la lleve a escena, siempre y cuando consigan sala para presentarla, porque ese es otro de los rompecabezas de nuestro teatro. “Los tiempos han cambiado para mal, porque antes existía El Nuevo Grupo y ahí el autor nacional tenía prioridad, porque para eso lo crearon Isaac Chocrón, Román Chalbaud y José Ignacio Cabrujas, entre otros. Esa institución cerró hace 20 años y nadie tomó el relevo, lamentablemente. Y eso también ha afectado el desarrollo de nuestro teatro en general”.
“No voy a recontar los argumentos de las tres piezas que ahora están en mi libro”, acota Agüero Gómez, “su lectura se la dejó a los interesados, pero sí advierto que son criollas, por todos los lados, son mi país a la espera de una oportunidad de subir a una escenario. La primera escuela latina de mujeres, que le presta su titulo a la publicación, es el melodrama de unas señoras en los tiempos del Benemérito tratando de sobrevivir con una orquesta de baile de ritmos latinos, pero se les presentan muchos problemas, porque incluso tienen que vestir de mujer a un amadamado joven músico porque lo necesitan para completar el sexteto con el cual se ganan la vida. También tengo La boca muere por el pez, un juego sobre las manipulaciones de un maestro y las creencias mítico religiosas en un pueblo, y La sutil hipocresía de la farándula que es la situación límite de unos artistas en los tiempos del abortado golpe de Estado contra el presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Son obras cortas, de pocos personajes venezolanos, salvo la primera. Son textos premiados en diversos concursos”
ORIGENES
Agüero Gómez debutó como autor con Ciclón sobre los barcos de papel. “La escribí en Caracas y la envié a un concurso de Maracaibo, donde me gané el primer premio, unos dos mil bolívares de la época, era el año 1966. Esa pieza se montó en el Zulia y nunca más subió a escena, aunque aquí en Caracas estuvo en cinco proyectos. Es la historia de un muchacho que viaja a Londres para hacer unos talleres sobre traducción simultánea de conferencias y cuando regresa se le presentan varios problemas con su mamá porque ella quiere casarlo a juro. Después escribí Amelia de segunda mano y desde entonces no he parado. Tambien he escrito teatro para niños, que es el que más se ha escenificado”.
CONSEJOS
También se ha ganado la vida dictando talleres de dramaturguia, la cual aprendió de manera autodidáctica, ya que se dedicó a leer a los autores del teatro universal y al mismo tiempo fue aplicando las pautas que dejó el crítico Enrique Izaguirre en su librito Técnicas literarias del drama. “Es un texto mínimo pero preciso y altamente didáctico. Ahí se explica, de manera muy clara, los rudimentos de una pieza teatral, como son la exposición, el nudo y el desenlace. Tambien enseña que los temas tienen que ser, al principio, sobre cosas que el principiante conozca, y dejar para más adelante aquellas situaciones complejas, o sea que no se debe incursionar en terrenos desconocidos de primera entrada. "Hay que ir poco a poco, y aprendiendo a vivir para lo cual no hay libro que sirva, sino la propia experiencia”.

Zamora revive en la escena teatral

Sigue el teatro criollo endeudado con el general Ezequiel Zamora (Cúa, 1 de febrero de 1817/San Carlos de Cojedes, 10 de enero de 1860). Un militar y político que luchó para imponer una extensa reforma agraria a favor de los campesinos, por lo que fue asesinado misteriosamente. Pero como la historia la escriben los vencedores, en este caso la godarria que gobernó a Venezuela durante las décadas posteriores, ahora emerge un movimiento cultural revisionista que pretende rescatar la saga de ese líder popular y mostrar la verdad de lo que hizo y lo que pensaba “ese Abel venezolano”, como lo califican sus exegetas.
Afirmamos esto porque Miguel Torrense (Valencia, 22 de marzo de 1940) aceptó el reto de escribir y dirigir el espectáculo Zamora con su agrupación carabobeña Teatro Arlequín, en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro.
En un solo acto, dividido en 13 unidades, este Zamora plasma a un grupo de universitarios del siglo XXI muy contrariados por lo que una académica conservadora expone contra el líder popular y la exaltación que ella hace de su rival, el general José Antonio Páez, la increpan y le piden permiso para realizar una exhibición teatral que ellos han preparado sobre los orígenes y las batallas que se dieron durante la Guerra Federal, haciendo hincapié en la importancia de aquel pulpero de Villa de Cura, quien que se alza el 7 de septiembre de septiembre de 1846 y proclama: “Tierra y hombres libres”, “Respeto al campesino” y “Desaparición de los godos”. Ahí actuaron Alfredo García, Maritza Mendoza, José Palma, Víctor Leal, Carmen Mendoza, Belkys Cordero, Sivino Piñango, Jhoanny Balboa, Víctor Hurtado, Haydee Herrera, Yhandany Russa y Jorman Rojas; además de la participación de Régulo Castro, Fernando Lozada y Rafael Sequera con la música, el vestuario y la escenografia.
Es una especie de viaje a través del tiempo para recordar la inhumanidad, el caudillismo y los males de la dictadura de Páez, que llevaron al pueblo, liderizado por Zamora, a la Guerra Federal en busca de un ideal de libertad y federación. El epílogo y el colofón, ceñidos al hecho histórico, acentúan la conjura que hundió a la rebelión popular y cuyas consecuencias “las estamos pagando todos todavía, porque son muy graves los daños causados a las luchas reivindicativas”, como ha expresado Torrense.
Tanto en lo ideológico como en la estructura, la pieza Zamora es perfecta, un inteligente híbrido entre la farsa clásica y la técnica brechtiana. Pero la dolorosa falla está en la realización del espectáculo, el cual carece de armonía entre sus elementos -el recurso audiovisual ensucia el discurso estético en sí mismo, por lo innecesario y la ordinariez de su realización- y las actuaciones que carecen de fuerza y verdad, y además generan una bochornosa atmósfera, típica de principiantes, a pesar de la presencia de cómicos veteranos. Creemos que con más ensayos y hasta una redefinición de la propuesta escénica, el montaje estaría a la altura del texto zamorano.
Precisamente, hay que recordar que Torrense ha sido clave para el desarrollo del teatro de varias regiones venezolanas, ya que formó notables generaciones de comediantes, como Aroldo Betancourt, Kiddio España y Grecia Colmenares, entre otros, y logró apuntalar el Departamento de Artes Escénicas de la Universidad de Carabobo con la creación del TU, agrupación que incluso obtuvo premios internacionales. También ha estado al frente del Compañía Regional de Teatro de Carabobo y, por si fuera poco, es el líder del Teatro Arlequín, con casi 48 años de labores, consecuente institución que desde 1993 dispone de un espacio teatral propio para 300 personas, un verdadero centro polivalente para las artes escénicas.
Ahora esperamos que decante el trabajo escénico con su Zamora y pueda hacer una temporada más ajustada a la buena teatralidad, un asunto que no es difícil cuando se cuenta con el tiempo a favor.
Este artista, que ha enfrentado infortunios de toda índole, “porque los enemigos no duermen”, asegura que desde 1960 no ha dejado de teatralizar la cotidianidad y ahora solo espera editar su libro donde compilará todas sus creencias estéticas, para iniciar después así una severa revisión de todas sus piezas teatrales, antes de proceder a editarlas. “No he querido editar y después corregir. Reviso y después imprimo”.


sábado, octubre 04, 2008

Quemazón de Judas

El dramaturgo y cineasta Román Chalbaud extrajo de informaciones publicadas en “las páginas rojas” de Últimas Noticias los elementos básicos que le permitieron escribir algunas de sus piezas más famosas, como La quema de Judas (1964) y Los ángeles terribles (1966). Para ellas se inspiró, respectivamente, en las crónicas sobre el malandro aquel, infiltrado en la Policía Municipal de Caracas, que cayó abatido, misteriosamente, durante un asalto a una entidad bancaria; y, especialmente, el sonado caso del anciano detenido en un rancho de Catia porque organizaba rumbosas orgías, donde alternaba con niñas y niños menores de edad y además abusaba de unas exóticas muñecas de trapos. ¡Original teatro, hasta ahora no superado,nacido de las entretelas sociales criollas!
Recordamos esta saga menuda de las artes escénicas venezolanas, porque desde Maracay vino la agrupación Teatro del Encuentro para festejar su primera década de labores útiles en pro de la cultura de la comunidad aragüeña. Y lo han celebrado con su más reciente espectáculo La quema de Judas, que presentaron durante tres fines de semana en la sede del TET, en el sótano de la Iglesia San Pedro, en Los Chaguaramos. Y ahora piensan regresar a Caracas, después de una breve gira internacional, para exhibir, entre otros montajes, El pelicano de August Strindberg y, como es lógico, Los ángeles terribles, que están “cocinando”.
Versionada para este 2008 por Ever Garcés, La quema de Judas denuncia la corrupción en los cuerpos policiales, pero va más allá de mostrar tal o cual episodio y se adentra en los orígenes de la descomposición social, en los núcleos familiares donde los hijos se crían sin Dios y sin ley alguna. La anécdota es simple: una madre desconsolada vela el cadáver de su hijo, un agente policial muerto por los atracadores de un banco, mientras una periodista la bombardea con preguntas precisas sobre el pasado de su muchacho.
Ahí van desfilando todos los antecedentes de esa familia y sus amigos o compinches, en especial lo que hacía el occiso antes de ingresar al cuerpo se seguridad. Sí era un delincuente de poca monta que aceptó ponerse el uniforme y portar el revólver y un rolo para facilitar una serie de atracos posteriores, especialmente a las entidades bancarias, planificados por unos asaltantes adiestrados para tales fines, pero a esa delincuencia organizada le salió un rival inesperado: un grupo de guerrilleros decidió dar el golpe primero, porque necesitaban urgentes recursos económicos para su lucha reivindicativa, y por eso eliminan al hijo de la desconsolada mujer, sin saber lo que había detrás.
Román Chalbaud (Mérida, 10 de octubre de 1931) ambientó su obra en medio de una Semana Santa para que la tradicional fiesta popular de La quema de Judas, la cual se organiza para castigar al traidor apóstol que vendió a Jesús de Nazareth por 30 monedas de oro, simbolice el repudio de la sociedad al delincuente “disfrazado” de agente policial.
El espectáculo, creado y dirigido por José Jesús González, se realizó en un espacio bifrontal y transcurrió con excelente ritmo y estremecedoras imágenes, entre atmósferas de brutal realismo y refinada fantasía onírica. Consideramos que ha sido una muestra del mejor teatro contemporáneo, gracias a las actuaciones de Iliana Hernández, Jesús Utrera y Weston Liscano, entre otros.
Precisamente el director González ha dicho que “La quema de Judas es la obra de Chalbaud que mejor expone la gran problemática venezolana y latinoamericana sobre la violencia, la traición y la corrupción. Es un teatro donde el tiempo es vital por esa conexión entre pasado y presente, lo cual para un puestita es un reto; hay que establecer esa diferencia y llegar así a la piel del público. Es una obra dramatúrgicamente perfecta y con todos sus personajes afinadamente delineados”.
Al culminar la función inaugural, Chalbaud reconoció a viva voz el trabajo creativo de los teatreros maracayeros, el cual permitió contextualizar la anécdota en los tiempos que vivimos, ya que La quema de Judas no recibía un montaje profesional de tan depurada calidad desde hace décadas.
“Hay que seguir con la quemazón de los Judas, los hipócritas y los corruptos”, era el criterio unánime del autor y los espectadores en aquella función que permitió ponderar a un director ambicioso y a un elenco entregado a sus labores histriónicas.
Década valiosa
Fundado en 1998, por José Jesús González (Mendoza, Trujillo, 1975), el Teatro del Encuentro ha escenificado textos de la mejor dramaturgia latinoamericana y universal. Entre sus montajes destacan: La sombra inmensa de mis lágrimas (1999-2000), en homenaje a Federico García Lorca; Manos de poco hablar (2000); Caricias (2001); Tal vez ocurra un milagro (2001), Dos de amor (2002) con los primeros actores de Aragua, Marietta Arias e Ivor Muñoz; Plaza de toros (2003); Romeo y Julieta: Amor en tiempos violentos (2004) de William Shakespeare ; el unipersonal El fantástico viaje de Landú (2005), de narrativa infantil venezolana con el actor Weston Liscano; La quema de Judas (2006) y El pelicano de August Strindberg.



viernes, octubre 03, 2008

¡Madre solamente hay una!

Pocas veces un espectáculo teatral nos ha entusiasmado tanto. Su texto, intervenido por un sólido puestita venezolano, además de su pulcra producción y la realización profesional del montaje, nos ha permitido disfrutar de un auténtico trabajo artístico, como pocos hemos visto en lo que va de la temporada 2008-2009.
Tras esta introducción, hay que agradecer al productor Tullio Cavalli y al director Orlando Arocha y sus diestros actores Diana Volpe, Elio Pietrini y Albi De Abreu porque han materializado un conmovedor y ejemplar espectáculo La fiesta, creado sobre el texto del dramaturgo Spiro Scimone (Italia, Mesina,1964), en ese mágico escenario de la Sala Experimental del Celarg.
Agradezco no sólo por lo que a mi respeta, sino porque el público se los reconocerá eternamente, ya que ese montaje, lúdico y grato además, es clase magistral sobre sociología familiar, núcleo básico de las sociedades occidentales, desde que Roma civilizó a Europa e impuso sus leyes, algunas de las cuales aún imperan, con ciertos maquillajes. Quienes no conocían los orígenes de la más fiera dictadura que existe en el mundo y a la cual se disfruta, se ama o difícilmente se repudia, pues lo aprenderán y terminarán aplaudiendo a rabiar. ¡Ahí están esas madres, padres y hermanos que tenemos o somos!
Y como no puede existir familia sin madre, pues La fiesta es un modesto ágape que organiza y ejecuta la señora de la casa para recordar los 30 años de matrimonio con el progenitor indudable del hijo. Pero durante los prolegómenos de esa mínima fiesta, con torta de chocolate y botella de champagne, se desnudan todos los mecanismos de la convivencia del triángulo familiar y hasta es posible reflexionar sobre la madre que lo domina todo y además impone lo que hará su vástago, a quien desde ya le recomienda, por ahora, una muchacha virgen, porque, según ella, así tienen que llegar las hembras al matrimonio.
La madre es la gobernanta de todo, quien amorosa e impositiva pela y da la fruta al padre, decide los niveles de sal de la ensalada que él consume, cuida del calentador de agua para el matinal baño, sube o baja el volumen del televisor que transmite el partido de fútbol, y quien en medio de la mínima fiesta le quita la botella a su marido para que no se emborrache. Es la tirana a quien todos odian y quieren matar, pero nadie le toca un cabello, porque se les cae el mundo y sería la ruina social o moral.
Esos tres humanos seres teatrales, materializados en la escena con depurados conceptos estéticos hiperrealistas, son arquetipos de millones de personas como ellos que, con muchas dificultades y terribles complejos de culpa, intentarán romper tales ordenamientos, pero ellos mismos, más temprano que tarde, los impondrán en las familias que formen u originen. ¡Nadie escapa de esa rutina milenaria!
No es original Scimone en la temática, pero construye un argumento, de corte beckettiano, donde “entre malentendidos fingidos y respuestas esperadas, reina una confusión muy ordenada que le permite al padre todos sus caprichos malhumorados, a la madre todas sus fantasías obsecuentes y al hijo sus escapadas de solterón”.
La dirección adelantada por Orlando Arocha (54 años) demuestra su madurez profesional y en especial su equilibrio para marcar los personajes y llevar a sus actores a un estado de perfección que pocas veces se ve en la escena criolla. Uno de sus positivos aportes a la escena es el manejo del lenguaje gestual de sus intérpretes, quienes dicen más con sus muecas o sus desplantes que lo que pide el autor en cada una de sus líneas. Ahí, por supuesto destaca Diana Volpe en un rol que marcará historia en el teatro venezolano, pero también sus compañeros hacen sus personajes con la precisión adecuada y el ritmo que requiere el montaje, que no supera los 60 minutos.Los espectadores reflexionarán sobre el estado y el sentido de la familia, nido de afectos y trampa de convivencias obligadas. ¡Un teatro que llega para clarificar dudas y recordar fracasos!