jueves, octubre 11, 2007

Psicópata mata cuando se fastidia

El hijo venezolano de un matrimonio de exiliados cubanos se ha transformado en novedoso y exitoso novelista del siglo XXI. Él, José Irimia Barroso, caraqueño de 42 años, nunca sospechó que podría elaborar más de un único cuento, aunque el veterano profesor Manuel Bermúdez ya le había advertido que sí tenía madera de escritor y que debía dedicarse a ello. Le hizo caso y es por eso que el pasado martes le bautizaron su más reciente libro El fuego muerto, 270 páginas editadas por Planeta, la cuarta obra que publica en los siete primeros años de esta centuria y ahora es que su repercusión internacional recién empieza.
La saga familiar de José lo metió de lleno en la literatura, “porque mi mamá Teresa me contaba y recontaba tantos cuentos y anécdotas sobre La Habana que vivió, que al final, en los años 90, viajé a conocerla, mejor dicho a ver la escenografia de lo que ella me había relatado con tanta pasión. Y cuando regresé necesitaba escribir todo lo que yo había visto. Y lo hice. Empecé a escribir unos cuentos y terminé elaborando mi primera novela, Las cucarachas salieron bailando conga, editada en el 2000”.
-¿Usted no estudió Letras ni nada parecido?
-No estudié Letras, me gradué de arquitecto en la UCV hacia 1987 y ya era un escritor de chismes hasta que recibí una iluminación en La Habana y ya llevó cuatro textos.
-¿Qué narra en su ópera prima?
-Es la historia de un famoso burdel, “La casa de Jacinta”, en la época del dictador Fulgencio Baptista. Su dueña o madama, Jacinto Valdez, no acepta la redención que le ofrece la revolución de Fidel Castro y emigra a Venezuela, porque a ella le gusta ser puta y quiere morir de puta porque esa es su vocación y profesión. Monta una sucursal, “La abuela” en La Guaira y su vida continúa, pero no cuento más, salvo que la cineasta Fina Torres me compró los derechos para llevar al cine Las cucarachas salieron bailando conga, al parecer durante el próximo año. Una edición internacional de esa novela ya llegó al mercado de Estados Unidos. Espero que ocurra lo mismo con mis otras obras. Ese avance no es sólo para mí, sino para todos los escritores de mi país, Venezuela.
BOBA Y DRAGQUEEN
José, quien se ha dedicado a la fabricación de muebles de cocina, en compañía de su esposa, apunta que para el 2001 publicó El siglo siguiente (2001), “una sátira de mi generación, que fue calificada de boba por un famoso psiquiatra. Ahí un grupo de personajes contemporáneos se reúne para recibir el milenio, el siglo XXI, en medio de la llegada de los emails, y de un especial vacío existencial. Para el 2004, la editorial Espasa me editó El cielo de la baronesa, la saga de un dragqueen caraqueño, a principios de los años 70; un piloto de Viasa que tenía una doble vida, era casado y con hijos, pero le gustaba de vestirse mujer y hacer su show, sin ser homosexual. Opta por retirarse de su trabajo y se dedica a su profesión artística, hasta que lo matan, misteriosamente. Pero en el siglo XXI un periodista decide investigar sobre esa muerte y descubre cosas asombrosas, además de comprobar aquello de que el amor es ciego”.
ASESINO EN SERIE
Con respecto a su novela El fuego muerto, que entra en circulación, el arquitecto que devino en escritor advierte que es un juego siniestro entre dos personajes: uno es un psicópata refinado que mata cuando se fastidia y el otro es un psiquiatra tradicional. Los dos terminan involucrados de tal forma que al final los dos prácticamente son uno. El psiquiatra va a la cárcel y el asesino en serie sigue libre y tratando de no fastidiarse para no matar a nadie más.
”Debo aclarar a los lectores curiosos que yo escribo sobre personajes contemporáneos, o sea de mi edad, para evitarme mayores investigaciones. Esta novela comienza en Galicia, de donde es mi papá José, y tiene facetas de nuestra familia; a él se lo llevaron a Cuba cuando tenía 15 años, porque sus padres, mis abuelos, eran republicanos y tenían que salvarse del franquismo”, comenta con obvia nostalgia. “En los 60, aventado por la revolución, se vino con mi madre y dos hijos más a Caracas y aquí vivieron”.
-¿Proyectos?
-Seguir haciendo muebles para las cocinas venezolanas; aunque hay unos proyectos literarios por ahí, todavía no vivo de mis novelas, pero creo que si le voy a prestar mas atención a mi literatura, aprovechando que mi esposa le ha puesto mucho amor a nuestro negocio de fabricantes y diseño de interiores, el cual tiene que crecer, porque tenemos una hija de 12 años y eso significa mucho para nosotros. Ser buen padre es un asunto muy serio y así lo aprendí en mi casa.

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