martes, septiembre 04, 2007

Moisés Kaufman quiere hacer teatro en Venezuela

A 180 años de su muerte, Ludwig van Beethoven es noticia mundial, como consecuencia de sendos hechos ocurridos en Viena y en la capital de Estados Unidos de América. Mientras en la ciudad austriaca informan que el músico, según expertos forenses, falleció a consecuencia de un agudo síndrome de saturnismo, enfermedad asociada a la intoxicación con plomo, cuyos trastornos podrían incidir positivamente en la creatividad, de acuerdo a ciertas teorías. En Washington subió a la escena del complejo teatral Arena Stage, donde hará temporada, hasta el próximo 30 de septiembre, el espectáculo 33 Variations, donde el protagonista es él, precisamente a lo largo de los años 1819 y 1824, lapso que dedicó, aupado por la obsesión y la curiosidad, además de la necesidad económica, entre otras cosas, a la creación de las Variaciones Diabelli, tal como lo concibió el dramaturgo y director Moisés Kaufman (Caracas, 21 de noviembre de 1963) .
El saturnismo en Beethoven fue detectado después de minuciosos análisis de restos del pelo del músico, según concluyó Christian Reiter, jefe del departamento de medicina forense de la Universidad de Viena, el cual pudo haber sido provocado por el médico que lo atendía, quien para una neumonía y líquidos en el abdomen, le suministró medicinas con plomo, componente frecuente en las terapias de la época, tratamiento que no soportó. La otra hipótesis, que reitera o confirma el mortífero saturnismo, fue formulada por el profesor Bill Walshi desde el Instituto Toxicológico de Illinois, partiendo del análisis de algunos restos del cerebro del músico, el cual pudo haber sido provocado porque el compositor consumía vino banco en copas de una aleación con fuerte presencia de plomo, que usó durante los últimos 20 años.
Sea lo que sea, bien por las medicinas o por las plúmbeas copas, Beethoven hizo mutis antes de tiempo y dejó atrás un fantástico legado musical, además de curiosas historias, como la que investigó y teatralizó Kaufman para crear así su 33 Variations .
VARIACIONES DEL ARTISTA
Sobre el envenenamiento con plomo de Beethoven, Kaufman no alude nada en su pieza, salvo que el personaje (encarnado por el actor Graeme Malcom) lucha desesperadamente para curarse de sus dolencias gástricas, las cuales lo llevaron a la muerte, como reitera su biografía, ahora refrendada por los forenses.
-¿Qué lo impacta de la dramaturgia de Arthur Miller y Edward Albee, tal como lo ha declarado a los periodistas?
- Que ellos buscaban nuevos lenguajes teatrales, que ellos pensaban en el teatro como arte y no sólo como entretenimiento. Miller dejó un legado fantástico y Albee ahí está escribiendo todavía.
-¿Es cierto que la obsesión y la curiosidad son motores de la creación y que en su caso fue básico para escribir y montar 33 Variations?
-Totalmente. Hoy en dia pensamos en las obsesiones como enfermedades que deben ser curadas con medicamentos. Pienso que la correcta obsesión puede ser el mejor incentivo. La obsesión clarifica las cosas, dispone de lo dispensable y nos hace enfocar hacia lo esencial. En el arte, en la ciencia, en los deportes, es imprescindible. La curiosidad nos lleva a investigar más y más, con lo cual se acrecienta la obsesión. Eso pasó con Beethoven al investigar la partitura del vals que Anton Diabelli le propuso a los más importantes compositores de Viena para que hicieran sus respectivas variaciones. Beethoven, al principio, lo desechó, pero después se obsesionó de tal manera que le hizo 33 variaciones. Mi obra aborda precisamente eso y porqué lo hizo. Por supuesto que 33 Variations no es una aproximación histórica como tal, sino una pieza de teatro donde la realidad se combina con la ficción, como lo he aclarado a periodistas y espectadores. No es historia, parte de hechos históricos.
-¿Existe el Método Kaufman para escribir y montar teatro?
-Poco a poco se genera un método. Sí, mi grupo Tectonic Theater da clases a cientos de estudiantes al año, es porque esa gente sí está interesada en seguir nuestra investigación teatral.
-Usted dijo que tiene seis proyectos teatrales y cinematográficos para realizar en los próximos años. ¿Puede enumerar algunos de esos planes?
-Digamos que hay varias cosas en el horno. No puedo decir más, hasta que haya comenzado alguno. Es asunto de cábala.
-¿El cine y el teatro no lo han colocado en una disyuntiva?
No. Todos los directores que admiro han logrado trabajar en ambos medios y yo, por supuesto, tratare de hacer lo mismo. Así lo hice con The Laramie Project, mi pieza teatral que después llevé al cine y que ahora recorre al mundo para denunciar la homofóbia asesina.
-¿Dispuesto a venir a Caracas para dirigir un espectáculo, propuesto por la Compañía Nacional de Teatro o una productora privada?
-Podría ser.
-¿Su origen venezolano le ha traído problemas en Estados Unidos para sus actividades profesionales y/o personales?
-No. Me ha ayudado. El ser de origen latino me ha dado una perspectiva muy útil. Y mal no me ha ido.
-Después de su pasantía en Washington, al finalizar la temporada de 33 Variations, y retornar a Nueva York, ¿qué hará de inmediato?
-Me voy a Saint Barths o Saint-Barthélemy, un verdadero paraíso en las Antillas Francesas, a unos 250 kilómetros de Puerto Rico, y cerca a otras islas como Saint Martín, Saba y Anguilla, a descansar en una casa en la orilla del mar.

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